La conquista del Imperio Inca que el español Francisco Pizarro llevó a cabo en 1532 sirve de punto de partida para la nueva obra de Titzina Teatro, La zanja, que regresará de nuevo esta tarde a la ciudad después de una primera función ayer en el Teatro Rosalía. A partir de las 20.30 horas, y de la mano de sus protagonistas y también autores y directores Pako Merina y Diego Lorca, el colonialismo y los daños pasados y actuales del progreso saltarán a las tablas, en las que se abarcarán también las complejidades del choque entre culturas.

Las peripecias de un técnico de minas (Miquel) que llega a un pueblo de Sudamérica dispuesto a mediar entre su empresa y los conflictos que la explotación causa en el poblado integra la propuesta de los dramaturgos, que afrontan con esta pieza el quinto espectáculo de su trayectoria. Con él, tratan de evidenciar nuestro modo de encontrarnos con el diferente, una relación que, aseguran, se ha mantenido imperturbable durante los últimos 5 siglos. " La zanja ocurre en lo cotidiano, pero paralelamente lo hacemos coincidir con el encuentro entre Pizarro y el Imperio Inca. En ambos casos, se ve cómo las civilizaciones intentan comprenderse, hasta que los intereses hacen que una pase por encima de la otra", explica Merino.

El actor, que interpreta al técnico de la compañía, lidia en la obra con el alcalde del pueblo (Diego Lorca), que se opone a los negocios de la empresa minera. Junto a él, los vecinos terminarán también tomando posiciones, destapando ambiciones y conflictos que los intérpretes se han tomado la molestia de investigar. "Hemos estado varias semanas en Perú, conviviendo con una explotación minera y con pequeñas poblaciones que estaban en contra. Con las minas el paisaje que conocen desaparece, hay filtraciones contaminantes... Y eso divide al país, porque al mismo tiempo la minería es la base económica de Perú", cuenta Merino, que se encontró en sus viajes por el continente con la herida aún abierta del pasado conquistador de España.

Mientras que en el país los hechos de 1532 son parte del pasado, en Sudamérica todavía forman parte del presente. El actor asegura que en tierras latinas perdura todavía el sentimiento de que "el español robó su riqueza", motivo por el que Tiztina quiso recuperar la matanza propiciada por Pizarro. "Nos dimos cuenta de que la historia no se cuenta de la misma manera, depende donde te encuentres. Nosotros tratamos de relatar esa diferencia", apunta el intérprete, que resalta la actualidad que tiene hoy en día la pieza.

La zanja narra una situación que ocurre en América Latina, pero que podría tener lugar en cualquier otra región del mundo. Los puentes que se tienden en pos de la búsqueda de riqueza, y los perjuicios que causan en la vida de los nativos de la zona en la que se encuentra son un tema universal en la historia del ser humano, cuya ambición también se ha mantenido a lo largo del tiempo. "El desarrollo económico que llevamos en Europa implica que tengamos que aplastar los medios de vida de otras poblaciones. Muchas de nuestras cosas surgen de las minas, pero nadie quiere tener una explotación al lado de casa", lamenta el miembro de Tiztina, que retrata con su teatro los grandes conflictos y preguntas de la humanidad.

Desde su nacimiento, hace 18 años, la compañía ha abordado asuntos como la guerra, la muerte, la justicia o el destino. La avaricia y la incomprensión de La zanja ha llevado al grupo por una gira que dura ya casi un año, y que espera continuar al menos hasta noviembre de 2019. Navarra, Segovia, Cádiz y Madrid serán algunas de las próximas paradas de la obra, que continuará recorriendo el territorio nacional tras sus dos altos en la urbe.