Todos perdemos objetos en alguna parte y a veces podemos recuperarlos. En las bibliotecas, por ejemplo, donde se suele hacer recuento de artículos extraviados en sus instalaciones y se informa de ello a los usuarios para que sus propietarios los recojan. En ocasiones se pierden objetos inusuales, como ocurrió estos días en la biblioteca Miguel González Garcés, donde un lector se dejó en alguna de sus dependencias un cigarrillo electrónico y otro, una pitillera con tabaco. El resto de pertenencias perdidas que recogía la última lista allí visible eran más habituales: un paraguas, un móvil, una pulsera, unas llaves o unos auriculares.