La conveniencia de unificar en un mismo punto de la ciudad la salida y llegada de los trenes y autobuses hizo surgir el proyecto de construcción de la estación intermodal. A pesar de que diferentes expertos y sectores ciudadanos apostaron desde un principio por la terminal de San Diego como el lugar idóneo para ubicar la nueva infraestructura, finalmente hubo que descartarla por la imposibilidad de llevar hasta allí las vías del tren de alta velocidad.

Fue San Cristóbal y su actual estación del ferrocarril el emplazamiento seleccionado de forma definitiva para la intermodal, que sigue siendo todavía un proyecto a pesar de los años transcurridos desde que comenzó a gestarse la idea. A continuación se repasan los hitos de este largo camino, en el que aún queda un largo trecho por recorrer.

El inicio. Los primeros planes para una intermodal coruñesa surgieron en 2002, año en que se fijó 2005 como fecha de arranque de las obras y 2008 como la de su conclusión. Pero fue en 2006 cuando se tomó la decisión de construir una terminal conjunta para el tren y el autobús en San Cristóbal. El plan general diseñado por Joan Busquets para la ciudad preveía soterrar las vías del ferrocarril una vez que abandonasen la estación, de forma que se generase un amplio espacio urbanizable entre Os Mallos y el polígono de Elviña que acabase con la separación de ambos barrios creada por el tendido férreo. Pero el enorme coste que supondría esta intervención hizo que acabase por desecharse y se optase por un modelo de terminal acorde con la época que se vivía, la de la burbuja inmobiliaria. Así surgió la idea de instalar en la intermodal un amplio centro comercial que sería desarrollado por la empresa Riofisa y que transformaría de forma radical esta parte de la ciudad. En cuanto a la infraestructura de transportes, aunque se planteó que la estación de autobuses se ubicara bajo las vías del ferrocarril, finalmente se decidió ubicarla entre ellas y la avenida de A Sardiñeira, en un terreno en el que existe un considerable desnivel con relación a esa calle que será salvado mediante la construcción de varias plantas.

El primer proyecto. El concurso convocado por el Ministerio de Fomento para diseñar la intermodal fue fallado en 2011, a escasos días de la celebración de los comicios municipales, por lo que el acto de presentación del proyecto ganador tuvo un marcado carácter electoral. El arquitecto gallego César Portela fue el autor de un diseño cuyo coste se estimaba en 182 millones de euros y su ejecución en 39 meses, de forma que no estaría en funcionamiento antes de 2015. La entrada y salida de los autobuses de la ciudad se efectuaría por la avenida de Alfonso Molina, por lo que para acceder a ella circularían bajo las vías del ferrocarril. A pesar de que la crisis había hecho ya mella en la economía española de forma notable, el proyecto mantenía la construcción de un gran centro comercial. La pérdida de las elecciones locales por el PSOE, que dejó paso en la Alcaldía al Partido Popular, y el triunfo de Mariano Rajoy en los comicios generales de 2012 transformaron de forma radical el panorama político, lo que afectó también a la intermodal coruñesa.

El recorte. Para los nuevos responsables del Ayuntamiento y el Gobierno central, el proyecto aprobado por sus predecesores era "faraónico", una calificación que el PP aplicó en esa época a numerosas actuaciones programadas en el pasado. De acuerdo con esa concepción, Portela recibió el encargo de reformar su diseño con unas dimensiones mucho más reducidas, ya que entre los cambios que se introdujeron figuró la supresión del centro comercial, a lo que contribuyeron tanto la agudización de la crisis económica como la saturación de este sector en A Coruña. Pero el mandato municipal del PP concluyó sin que se iniciaran los trabajos para redefinir el proyecto de la nueva terminal.

El conflicto. Un nuevo cambio político, la llegada de Marea Atlántica al Gobierno local en 2015, implicó una vez más una variación en los planes para la intermodal, puesto que los nuevos responsables municipales mantuvieron desencuentros sobre la infraestructura con los autonómicos desde el primer momento. El nuevo diseño modificó el punto de entrada y salida de los autobuses, que pasó a ser el recorrido por las avenidas de Arteixo y A Sardiñeira, lo que obligó a proyectar una plaza en la segunda de esas vías para permitir la entrada en la terminal. La Xunta comenzó a elaborar el nuevo proyecto en junio de 2016, pero de inmediato surgieron discrepancias con el Concello sobre qué administración debería construir y explotar el aparcamiento subterráneo para los usuarios de la estación, así como la cantidad que debería aportar cada una, ya que la mayor parte de la que preveía proporcionar el Gobierno gallego procedía de fondos europeos. Las diferencias hicieron necesaria una reunión entre la conselleira de Infraestruturas, Ethel Vázquez, y el alcalde, Xulio Ferreiro, para ponerles fin. Pero cuando se presentó el nuevo proyecto en marzo de 2017, el Concello advirtió de que muchos de los requisitos urbanísticos que había fijado no fueron incluidos, por lo que presentó alegaciones para que se incorporaran. Pero hubo que esperar a que en noviembre de ese año para que entre Xunta, Gobierno local y Adif se sentaran las bases para un nuevo diseño de la intermodal, aunque desde entonces se está a la espera de que se licite la redacción del proyecto.