- Por la respuesta de público que tienen, ¿está la ciudad bien provista de museos científicos?

-Creo que sí. Los coruñeses somos afortunados por disponer de unas infraestructuras que son educativas, de ocio y un atractivo turístico que, en los tres planos, enriquecen la ciudad. Hay muchísima gente que viene a A Coruña por su oferta de cultura científica. Todos los escolares de Galicia han pasado y pasan por los museos para acceder a su conocimiento de una manera más amable. Y son también un recurso de ocio al que acuden muchas familias a pasar una tarde del fin de semana o la mañana de un festivo, en otoño e invierno sobre todo.

- ¿Cómo han evolucionado los museos hasta llegar al momento actual?

-La propia esencia de los museos científicos es la renovación constante. No preservamos un patrimonio que haya que guardar para el futuro, como hacen los museos de arte o de colecciones. Creamos nuevos contenidos y sustituimos unos por otros.

- ¿Qué papel desempeñan estos museos en la sociedad?

-Ese es un debate constante que tenemos en la comunidad científica. Hoy los museos ofrecen algo que no se puede tener en una dimensión virtual. Es cierto que hoy nos ponemos una gafas de realidad virtual y nos trasladan a la Antártida. Pero eso lo podemos hacer en casa y los museos deben ofrecer experiencias que no podemos tener en casa o que no podemos ver en la pantalla de un ordenador. Esas experiencias de los museos están marcadas porque son participativas, con los visitantes como actores principales de lo que ocurre; son experiencias sociales vividas en compañía; y son divertidas. Debemos enamorar y sorprender a los visitantes para que se hagan preguntas.

- ¿Qué es lo que sorprende más hoy a los visitantes?

-Depende del tipo de público, porque a los museos viene gente de distintas edades y condiciones. En la Casa de las Ciencias no hay nadie que vaya a una sesión en directo del planetario y no salga conmovido, y la gente aplaude espontáneamente al final. En el acuario a todo el mundo le encanta la experiencia de entrar en la sala Nautilus, rodeados de peces en un contexto espectacular. Y en la Domus, quienes se ponen una bata y hacen un experimento en un laboratorio obtienen una especie de sensación de empoderamiento magnífica al comprobar cómo se hace la ciencia. Son ejemplos de actividad y de contenidos que pueden enganchar a la gente a los museos y a la ciencia.

- ¿Pero los niños y jóvenes se dejan sorprender por lo que ofrece la ciencia?

-La verdad es que sí. Son más expresivos y francos al exponer sus sentimientos. En la infancia es cuando configuramos nuestra percepción sobre el mundo que nos rodea. La ciencia forma parte de la vida y mucho de lo que ocurre en el ámbito científico afecta decisivamente a nuestras vidas.

- ¿Hay tareas y objetivos pendientes?

-Cada museo tiene sus proyectos de futuro, unos son relativamente modestos y necesitan tiempo y suerte para llevarlos a cabo, otros son más ambiciosos y a largo plazo. En el acuario trabajamos para adquirir nuevas especies. En la Domus estamos con un proyecto para renovar una parte de la exposición más o menos permanente que afecta a más del 25% de la superficie del museo. En la Casa de las Ciencias queremos mejorar las instalaciones del planetario.