Hace ya tres meses que los profesionales de la empresa Orión Analistas -peritos calígrafos, criminalistas y analistas de inteligencia- trabajan en A Coruña contratados por el Concello para luchar contra los más contumaces autores de pintadas de la ciudad. Las investigaciones han llevado ya a la identificación de tres personas como los presuntos autores de más de 500 grafitis vandálicos cada uno, aunque hay otros muchos localizados y sobre los que se están haciendo informes caligráficos y de identificación, un resultado que los técnicos de Orión han conseguido gracias a la aplicación de diferentes metodologías criminológicas.

El trabajo de la empresa comenzó con un recorrido de las zonas más afectadas por las pintadas con el fin de efectuar una catalogación de las más habituales. Jesús Pereda, uno de los miembros del equipo, destaca que este tipo de investigación es "complicada porque entran en juego muchos factores" , pero que uno de los puntos en los que se apoya es la base de datos de carácter nacional con que cuenta Orión, en la que aparecen referencias de las personas relacionadas con estos hechos.

Individuos identificados al haber sido sorprendidos por la policía, grabados mientras hacían grafitis por una cámara o un vecino y el trabajo criminológico, que la empresa evita desvelar, permiten relacionar un tipo de pintadas con una persona concreta. Pero también hay técnicas que hacen posible la localización de estas personas, como el mapa criminológico, que permite identificar el domicilio de la persona que ha cometido el delito y que hasta hace poco solo se usaba para los delitos graves.

"El grafitero, cuando comienza a pintar, tiene muy poca destreza gráfica y los primeros grafitis que hace son a muy corta distancia de su casa", explica Pereda, quien señala que en A Coruña "ha habido dos casos en los que hemos accedido a su domicilio y hemos llamado a la puerta". Para explicar cómo es posible saber qué persona realiza una pintada, este experto destaca que al escribir un grafitero "tiene condicionantes que no se producen de forma habitual por el tiempo limitado y el estrés inherente a un acto vandálico". Otro factor a tener en cuenta es que el cerebro "hace que cuando se firma de forma incómoda los rasgos se simplifiquen mucho de forma inconsciente", lo que hace que esa forma de escritura se repita a lo largo de toda su vida sin que pueda evitarlo.

"Tenemos cientos de actas sancionadoras a nivel nacional y cinco personas en prisión", comenta Pereda sobre los resultados de la labor de la empresa. Para explicar que un grafitero acabe en la cárcel aclara que pintar en una propiedad pública o privada es considerado un deslucimiento, pero si afecta a una ciudad de forma generalizada o a un bien protegido pasar a ser un daño.

Santa Cruz de Tenerife es uno de los lugares donde un grafitero está imputado por un delito tras haber pintado el pasado marzo una escultura de Henry Moore valorada en siete millones de euros y catalogada como Bien de Interés Cultural. El Ayuntamiento dio máxima prioridad a la localización del autor y Orión Analistas consiguió identificarlo "de forma objetiva y fehaciente" al cabo de seis meses, tras lo que la Fiscalía le imputó la comisión de un delito.

Los vagones del ferrocarril son otro de los objetivos preferentes de los grafiteros, que no tienen en cuenta que se trata de bienes públicos en los que se actuación puede ser definida como un daño, ya que su limpieza tiene un coste entre los 4.000 y los 8.000 euros.

"A Coruña ha sido dañada durante muchos años pero está dentro de la media nacional y europea, aunque tiene un problema grave porque el problema es generalizado en toda España", indica Pereda sobre el número de grafitis existentes en la ciudad, a lo que añade que es habitual en todas las ciudades que una sola persona llegue a efectuar varios centenares de pintadas, ya que el coste que tiene es muy bajo. "Por tres euros o menos se puede hacer con un bolígrafo", comenta.