"Me gusta la idea de compartir el arte y en la calle lo ve todo el mundo sin necesidad de pagar", afirma Margot Rodríguez. Su obra, un gran retrato en la calle Pastoriza, forma parte de la exposición permanente del Ruarte Fest, compuesta por intervenciones artísticas en muros y verjas de la zona del Orzán. Una iniciativa del Concello para transformar lo degradado en arte y que coincide con la llegada de la segunda fase del plan especial de limpieza de pintadas vandálicas al barrio, donde se intervendrá en aquellos edificios cuyos propietarios solicitaron adecentar.

Rodríguez ha pintado desde "siempre" retratos por encargo, pero desde el pasado verano se ha "propuesto ser profesional" y empezar con los murales. "Probé a hacer uno y me sentí contenta, me pareció que había quedado bien y decidí seguir por ese camino, creo que tiene futuro y, además, puede verlo todo el mundo", afirma Rodríguez, que el pasado domingo se enfrentó a su segundo muro.

Aunque en algunos momentos se sintió estresada por la falta de tiempo, la experiencia fue "genial" para su "autoestima", bromea, para asegurar a continuación que la gente que pasaba por delante solo elogiaba su retrato de grandes dimensiones. "Una pareja se detuvo y dijo: ¡Esto sí que es una obra de arte!".

La interacción con los viandantes no quedó ahí, de hecho, hasta tuvo ayuda. "Un niño se quedó mirando y le di unos pinceles. Entonces, pasó otro padre con su hijo y me preguntó, así que le di otros pinceles y se pusieron a pintar en el mural". Los pequeños tenían un muro a su disposición, pero la obra de Rodríguez encandiló a estos dos pequeños.

Cerca de Rodríguez se encontraba el puesto de Alejandro Lorenzana, que el domingo que optó por el aerosol para lograr el mejor resultado en el menor tiempo posible, ya que su superficie era la verja del bar Latalaña. "Mi idea, es la idea de vida del artista, siempre con pájaros en la cabeza o al menos ese es mi caso y lo quise hacer un poco poético", explica. Sobre una iniciativa como la de Ruarte considera que "es una buena lanzadera profesional porque lo ve mucha gente y también es bueno para la ciudad, para rehabilitar zonas degradadas", subraya.

Laboratorio de profesionales

Rodríguez, Lorenzana y Vicente Salvador son profesionales. "Es muy complicado, tienes que picar muchos palos", apunta Lorenzana, que ha hecho de los "cursos y los concursos" su receta para poder vivir del arte. Si para Rodríguez el de la calle Pastoriza era su segundo mural, para Salvador, el grafiti en la verja de Bici Vintage, en calle Vista fue el primero.

El aerosol le "gustó, pero menos que otras técnicas", reconoce. En este caso se decantó por el grafiti por dos motivos: en primer lugar, era algo que quería hacer desde hace tiempo y después de conocer el trabajo de varios grafiteros le "entró el gusanillo", explica Salvador.

En segundo lugar, una vez que supo que se trataba de una verja, esta técnica le permitía poder evitar la imprimación, explica, y por lo tanto, ganar un tiempo muy necesario para poder terminar su trabajo.

Aunque era su primer grafiti, no era la primera vez que se enfrentaba al gran formato. Su obra se puede ver en A Cubela y en el parque de Eirís.

En su caso, habló antes con la tienda y su referencia fue el propio negocio de restauración de bicicletas. Decidió pintar un niño con un gorro de aviador "para que fuese más vintage" montado sobre un biciclo.

Los tres coinciden en las buenas sensaciones de los viandantes. "La gente tenía mucha curiosidad y su reacción era muy positiva en general", incide Salvador. No se olvida de que esta intervención "mejora la calle, aunque no resuelva los problemas". Rodríguez también destaca este aspecto "fue una idea „del Concello„ muy buena, viendo lo que han conseguido en esas calles". Una renovación visual efectuada por unos veinte artistas.