El verano en los arenales coruñeses está siendo, en términos generales, más tranquilo que otros anteriores. Han sido tan solo 452 las incidencias registradas en las playas del Concello, frente a las 709 personas atendidas a estas alturas del año pasado.

Una comparación no del todo representativa, teniendo en cuenta los escasos días de sol y buen tiempo que este estío deja atrás. "Casi no hemos tenido verano. El año pasado hubo mucho mejor tiempo, este casi ha terminado, y ya ves", explica una de las socorristas del arenal de Riazor, Patricia Bernárdez. Las heridas superficiales, un total de 129, son las incidencias más atendidas, seguidas de cerca por las picaduras de escarapote, 100, a las que habría que sumar 62 personas atendidas por cortes. "Pocas veces hay que trasladar a la gente. Este año, tan solo por algún esguince u hombro dislocado", afirma la socorrista.

En los alrededor de trece años que lleva ejerciendo como socorrista, Patricia Bermúdez afirma no apreciar, en términos generales, una disminución de conductas imprudentes en los bañistas. "A veces parece que la gente está algo más concienciada, pero todavía hace falta que empiecen a obedecer más y a fijarse más", asegura,

La profesional de salvamento apunta, como raíz de estas conductas, a un exceso de confianza por parte de unos bañistas muy familiarizados con el mar, pese a que, por norma, la bandera roja suele respetarse. "De los niños puede entenderse, pero viniendo de adultos... a veces ven que el mar está peligroso y se meten igual. Te dicen que llevan haciéndolo toda la vida", apunta Bernárdez, quien, no obstante, afirma que también abunda la gente "muy obediente, a la que basta con avisar una vez".

La socorrista aconseja, de cara a evitar accidentes e, incluso, algún susto, no alejarse de la orilla a la hora de nadar. Alerta sobre todo del peligro de las corrientes, que los nadadores acostumbran obviar. "Hay que preguntar siempre a los socorristas si hay corrientes. Si las hay, nunca se puede nadar en contra", expone.

No es la única conducta de riesgo que turistas y ciudadanos suelen mostrar en los arenales de la ciudad. Patricia Bermúdez insiste en la necesidad de valorar en cualquier caso la zona de baño escogida para darse el chapuzón. "Nadie se mete despacio en el agua, como se aconseja. La mayoría tiene la costumbre de tirarse de cabeza y de golpe. El mar es traicionero. Hay que controlar siempre", explica.