Experto en contaminación lumínica, Fabio Falchi hablará hoy, en la Casa das Ciencias (20.00 horas), sobre esta problemática en Europa y Estados Unidos. Es, además, autor del primer Atlas Mundial del brillo del cielo y alerta a la sociedad sobre la necesidad de reducir el consumo de luz.

¿Qué problemas provoca la contaminación lumínica en las ciudades?

Son muchos problemas y muchas consecuencias negativas. Empieza con el aspecto cultural, con la pérdida de la posibilidad de admirar el cielo estrellado. Hablamos de una posibilidad que todas las generaciones anteriores han tenido, y que ha provocado una marea de preguntas desde el punto de vista filosófico y científico y también ha sido inspiración al arte, la literatura y la música. Por tanto, hemos tenido una pérdida cultural. También hay problemas ambientales, tipo las consecuencias de la luz artificial nocturna sobre la fauna. Gran parte de la fauna es nocturna, por lo que basa su comportamiento, como la caza y la migración, sobre la cantidad de luz al natural disponible. Cuando aumentamos la cantidad de luz disponible, provocamos la desaparición de algunas especies en ciertos ámbitos. También tenemos una pérdida de biodiversidad. Hay problemas ligados al consumo energético y el consecuente derroche de dinero público, porque la iluminación publica se paga con las tasas de los ciudadanos.

¿Y cuáles son las consecuencias sobre la salud?

Cuando iluminamos en las horas que deberían ser de oscuridad, tenemos una alteración de los ritmos circadianos. Una disminución de la producción de melatonina. Esto puede tener consecuencias graves para la salud. La American Medical Association está en contra del uso excesivo de luz durante el horario nocturno, en particular las que tienen un alto contenido de luz blanca y luz azul. Como las que tienen las LED blancas. Es obvio que las mayores consecuencias se producen en las casas o cuando miramos la tablet, el móvil o el ordenador cuando deberíamos estar en oscuridad.

¿Cómo se debe afrontar el problema?

Hay muchas técnicas. No necesitamos usar luz en exceso, el doble o triple estrictamente necesario para hacer lo que debemos hacer, como andar sin caerse o ver los obstáculos a una cierta distancia cuando se conduce. Hay que concentrar la luz donde se necesita. Por ejemplo, cuando se ilumine una rotonda, que sea hacia la carretera y no hacia las zonas externas. Ahora hay tecnologías disponibles para regular la cantidad de luz de manera dinámica. Si hay mucho tráfico, se utiliza el nivel de luz máximo. Si no hay nadie en la carretera, se puede rebajar la cantidad de luz. Esto limita el derroche energético.

En su conferencia habla sobre la contaminación lumínica en Europa y Estados Unidos, ¿en qué se diferencian?

En nuestro estudio hemos calculado la luz producida y el número de habitante. Por lo que hemos encontrado el flujo de luz per cápita. En Estados Unidos, este flujo es el triple que el del europeo. Esto significa que derrochan el triple de luz respecto a nosotros. Dentro de Europa también hay diferencias. Los que menos luz usan son los alemanes y la parte sur de Gran Bretaña. Mientras que los que más la utilizan son los portugueses, españoles, italianos, croatas y griegos. La parte sur de Europa. En la parte norte también desperdician luz, pero se debe a otros factores como la cobertura nubosa que refleja más la luz.

Es un experto en la calidad del cielo, ¿cómo es?

La calidad del cielo sobre la Tierra varía muchísimo de zona a zona. Desafortunadamente, en Europa, las zonas realmente oscuras se han ido casi por completo. En Estados Unidos, en cambio, hay diversas zonas prácticamente sin contaminación. Pero el mejor cielo está en el desierto de Australia, también en Namibia y en Chile.

¿La sociedad es consciente de esta problemática?

El nivel de conciencia del ciudadano común es muy básico. Piensa que solo es un problema de los apasionados de la astronomía o los astrónomos. Pero, en realidad, como dije antes, es un problema muy amplio que influye negativamente en muchos aspectos de la sociedad y del ambiente.

Han publicado un nuevo Atlas 2016, ¿en qué se basa esta actualización?

Más que una actualización, hemos utilizado datos del Atlas para ir más allá del simple hallazgo de la cantidad de contaminación lumínica en cada zona. Hacemos esto usando el flujo per cápita y el flujo por la unidad de producción bruta interna, es decir, la cantidad de dinero producida en cada provincia. Con esto hicimos un ranking de Europa y Estados Unidos. Le hemos llamado el bueno, el feo y el malo. El malo se concentra en Portugal e Italia, y también en España. Mientras que las mejores provincias, es decir, el bueno, son casi todas alemanas. De las primeras 25, 17 son alemanas. Entre estas 25 primeras hay una española: la isla de la Palma.