Aceras estrechas, asfaltado levantado y una pendiente con gran nivel de inclinación. A todo ello debe enfrentarse José Manuel Bermúdez cada vez que quiere salir de casa. Desde hace seis meses, cuando empezó a necesitar silla de ruedas, este vecino de 69 años de Monte Alto tiene que cuadrar horarios. Un familiar o cuidador debe acercarse para ayudarle a sortear los obstáculos de la zona, especialmente graves en la calle en la que reside, Fuente de San Amaro.

La vía es un pequeño ramal perpendicular a la avenida de Navarra, que desemboca en un terreno sin pavimento que se usa como parking. El vecino denuncia el mal estado del firme en el área, que asegura "está llena de baches y socavones", y que le plantea dificultades cuando quiere circular por él para actividades tan cotidianas como salir a pasear o a ir al médico.

"Tal y como está no pueden subir los carritos de los niños, y menos una silla. Yo tengo mucho miedo de caerme, porque las ruedas se enganchan y se va para los lados", explica Bermúdez. El hombre encuentra también impedimentos en la estrechez de las aceras, "por las que pasa una persona de lado". Los problemas de aparcamiento en Monte Alto, donde resulta complicado toparse con una plaza libre, empeoran la accesibilidad en la zona, en la que la ambulancia tiene dificultades para maniobrar.

Cada mañana, un vehículo sanitario recoge a Bermúdez para llevarlo a rehabilitación, y genera atascos en la vía. "Tiene que montar el bordillo porque no tiene sitio. No se planificó bien la calle", lamenta el residente, que asegura que, por muy cerca que se detenga, alguien debe llevarle hasta la ambulancia. Lo mismo ocurre cada vez que se propone acudir a una cafetería, o al paseo marítimo que tan próximo está de su casa. Ni su mujer, de 68 años, ni su hija, tienen fuerza para controlar con seguridad la silla por la bajada, por lo que se ve obligado a llamar, la mayoría de las veces, a un cuidador.

"Recurre a él casi todos los días. Antes estaba todo el rato fuera, pero ya no vamos más allá de la plaza de España", dice su hija Paula. La mujer denuncia que la situación afecta "mentalmente" a su padre, que "se deprime" por su dependencia. Asegura que ni sus llamadas ni las de su madre han recibido respuesta del Concello, al que han tratado de contactar varias veces.

"La pendiente no es culpa del Ayuntamiento, pero se puede salvar dando facilidades", apunta el afectado, cuya vida, asegura, se simplificaría con el repavimentado de la calle y el ancheamiento de las aceras. Su petición a la administración pasa también por habilitar una vía alternativa hacia el Paseo Marítimo, que le permita acceder a él sin tener que subir hacia la Avenida de Navarra. Reclama que se asfalte el terreno aledaño a la residencia Torrente Ballester, hoy "un parking sin control alguno", de modo que el ramal conecte con la ensenada de San Amaro.

Tanto la familia como Bermúdez aseguran que los problemas de accesibilidad de la calle vienen "de hace años", y que no se limitan a la vía. "En Monte Alto son todo baches, hay muchas aceras sin bajada y la gente aparca en los bordillos e impide pasar", relata Paula. Los locales de hostelería también abusan de las barreras arquitectónicas, con escalones "aunque tengan un baño para minusválidos". La afectada pide una mayor sensibilidad para las personas con movilidad reducida, con el fin de disminuir los obstáculos con los que se topan a diario.