El colectivo Anomias, formado por arquitectos, un historiador, un diseñador editorial y una trabajadora social, analiza el caso de las infraviviendas en A Zapateira y exige al Concello, que propuso precintarlas, que inicie "una investigación sobre cada caso de las personas que allí viven". Así lo expone la arquitecta Cristina Botana, que forma parte de esta agrupación y firma el estudio, financiado por la Diputación, sobre asentamientos precarios en la ciudad. "Nuestra prioridad es que el Ayuntamiento investigue la situación, que se sepa cuánta gente vive ahí y cuánto tiempo lleva", explica.

El negocio de alquiler de galpones en este barrio salió a la luz en 2008, a raíz de un estudio de la Universidade da Coruña. Entonces, la concejalía de Urbanismo, con la edil Mar Barcón, anunció que se procedería al derribo o vallado de estos habitáculos. Nada de eso ocurrió y el problema continúa, e incluso se ha extendido a otras zonas, como Feáns. "Hay que profundizar más en el tema", señala Botana. Ahora, la intención del Gobierno local „con el que se reunió la arquitecta y un inquilino de los galpones desde hace 17 años„ es precintar las infraviviendas para evitar su uso residencial, aunque sí pueden convertirse en almacenes. "Eso no sirve de nada porque es cuestión de tiempo que se vuelvan a ocupar", opina Botana.

Para el colectivo Anomias, "lo más importante" es que se den "alternativas" a los ocupantes de estas chabolas construidas en parcelas de A Zapateira, algunas levantadas hace más de dos décadas. "Yo no vivo allí y no me atrevo a decir que las cierren sin que se den otras opciones a sus inquilinos", expone la arquitecta, que defiende el alquiler social en este tipo de casos, aunque, para ello, "el Concello debería contar con muchos inmuebles vacíos".

Esta propuesta está relacionada también con el perfil de habitante de estos espacios de tres metros de ancho por cuatro de largo que se alquilan por entre 200 y 320 euros. Son trabajadores con sueldos precarios o parados sin recursos. Muy diferente a la situación que se registraba hace una década, cuando la mayoría de estos galpones estaba ocupada por estudiantes. El negocio se originó por la falta de una residencia universitaria y la proximidad de estas parcelas al campus de A Zapateira. Los estudiantes buscaban aquí una opción económica para vivir, pero ahora solo quedan adultos en condiciones precarias. Al problema se suman, según una persona que alquila actualmente un galpón, "el precio del alquiler y la precariedad laboral".

Estos investigadores reconocen que "la situación es muy compleja", por ello requiere de una "investigación" detallada que permita atajar el problema. El Concello ya intentó acabar con las infraviviendas de A Zapateira pero, doce años después, hay una decena más. "No solo no hubo derribos en todo este tiempo sino que esto creció", analiza Cristina Botana, que detalla que en algunas parcelas "hay mucha rotación" pero en otras hay inquilinos que "llevan muchos años" en habitáculos llenos de humedad, con poco espacio, sin calefacción y con un pequeño agujero de 9 centímetros como ventilación.