"Parece que el coronavirus sacó el lado cultural de la gente", asegura Iago, un librero del centro de A Coruña que explica a Efe que estos días muchas personas recurren a la literatura para afrontar el aislamiento o, en el peor de los casos, la cuarentena obligatoria, pues el área sanitaria coruñesa es la más afectada de Galicia por esta infección.

Las recomendaciones de las autoridades de permanecer en casa por el coronavirus han calado en la población de la ciudad herculina, donde la afluencia de clientes a bares y comercios ha disminuido notablemente, al contrario de lo que ocurre en las librerías.

"Como no hay colegio la gente está comprando para los niños cuadernillos de actividades y libros para colorear", sostiene Iago.

Debido además a la afluencia de ávidos lectores, el dependiente de esta librería y papelería explica también que están tomando medidas para evitar la expansión del virus, como limpiar "cada poco" los libros, los pasamanos y los mostradores.

También están pensando en este negocio en establecer algún tipo de barrera en el mostrador como "el metro y medio", pero lamenta la "desinformación" porque ayer, cuando la Xunta anunció las medidas a adoptar para frenar la expansión del virus, "fue todo de golpe" y no conocen aún todas las recomendaciones para los comercios, asegura.

Todo lo contrario ocurre en bares y comercios, donde ha disminuido drásticamente la afluencia de clientes, una realidad que dependientes y camareros ven "lógica" y a la vez "preocupante" por sus repercusiones económicas.

"La cafetería está a medio gas y la cosa pinta muy mal porque yo pienso que la próxima semana nos harán cerrar como medida extrema", asegura en una conversación con Efe Sonia Arranz, encargada de un local situado en el centro de la ciudad herculina que, sin ocultar su temor, trabaja este viernes como lo hace siempre.

La hostelera afirma que "ya la semana pasada se empezó a notar" la disminución de la clientela, pero esta, lamenta, es "mucho peor, sobre todo por las tardes porque por la mañana alguna persona que trabaja se toma su café pero no se llega a la cantidad de antes".

Sonia y su compañera sirven desayunos a unos pocos clientes usando mascarilla y lo hacen "para que la gente se sienta segura a la hora de tomar los productos que servimos".

Aunque con preocupación por su situación económica, ve lógico el vacío y acepta las medidas y recomendaciones porque "la cuestión es cortar todo esto".

Mientras, a esta cafetería llega el repartidor de leche habitual, José Cacheiro, que admite, en una charla con Efe, su desasosiego pues teme que al haber menos gente en los bares disminuyan las transacciones y "si no se vende no se ingresa".

Todavía cuentan con algún usuario como es el caso de Manuel Fernández que, a sus 75 años, admite que hay que "tomar precauciones" pero hace una "vida normal" sin miedo: "voy a los bares, voy en el bus que es un centro de infección tremenda pero te lavas las manos".

La hostelería es uno de los sectores que más nota esta crisis sanitaria. "Desde el jueves la gente empezó a anular reservas de comida y cada vez hay menos", cuenta a Efe Jacqueline Silva, dueña de un restaurante cercano a la céntrica Plaza de Pontevedra.

"Entiendo que no salgan de casa, que se protejan, pero el negocio también me preocupa", admite Silva que augura que le "va a influir a nivel económico" y piensa que "esto va a empeorar".

Uno de los epicentros de compras en A Coruña, la Plaza de Lugo, que aglutina numerosas tiendas de ropa, también ha notado el descenso y muchas dependientas creen que "no es el momento para compras".

"No es el momento para comprar nada que no sea imprescindible. No tengo miedo por mi salud pero nos están trasmitiendo que es algo muy contagioso y en dos días puedes contagiar a muchísima gente", detalla a Efe la vendedora de una tienda de ropa juvenil que lleva guantes voluntariamente.

En cambio, los supermercados registran compras compulsivas e inauditas, casi todas en previsión de recurrir al aislamiento, más aún con niños en casa tras el cierre de escuelas y colegios.