Derrotar a una adicción, sea esta a una substancia o a un hábito, es una tarea difícil en el mejor de los escenarios, y la crisis del coronavirus añade una nueva traba. El confinamiento ha dificultado la labor de las asociaciones de A Coruña que ayudan a las personas que sufren una dependencia, pues dificulta realizar consultas en persona e impide terapias de grupo. Según explican varios psicólogos y responsables de estos colectivos, también aumenta la ansiedad de muchos usuarios y favorece las recaídas. Esto es especialmente pronunciado en las adicciones a las nuevas tecnologías, aunque en el caso de la ludopatía la cuarenta dificulta recaer.

Según explica Maite Lage, psicóloga clínica de la Asociación de Ayuda al Drogodependiente (Aclad), el confinamiento "repercute muchísimo" en las personas con problemas de adicción a sustancias, de entre las que a un porcentaje elevado les resulta difícil controlar su "impulsividad". "Estar encerrado origina cambios de estado de ánimo", señala, ligados a aumentos del nivel de ansiedad y pueden favorecer la recaída.

En esto coincide Niceto González, de la Utaca, que cree que el confinamiento puede aumentar "la probabilidad de recaída por cuestiones emocionales" y conllevar perder hábitos de horarios, comidas o sueño, además de incrementar los conflictos personales o familiares.

Según explica José Manuel Recouso, psicólogo clínico de Agalure, la situación excepcional es un "problema muy importante" para las personas con adiciones a internet o al móvil, en general jóvenes. La Red es una fuente de ocio y una forma de contacto social con las personas en situación de aislamiento, y cortar su consumo resulta más difícil cuando el paciente ha de permanecer todo el día en casa.

"Seguimos manteniendo la prohibición de realizar la actividad" señala Recouso "pero las personas de apoyo son más permisivas en este tipo de casos. Cuando acabe esta situación habrá que tratarlo como una recaída y tratar de normalizar la situación y retomar el proceso" de deshabituación.

El confinamiento también afecta a la actividad de las asociaciones que luchan contra las adicciones, que se han visto obligadas a modificar su modo de funcionar y tratan de seguir ayudando a sus usuarios utilizando el teléfono o la Red.

Aclad, según explica Lage, atiende a unas 2.200 personas con adictas a una sustancia, y muchas veces a varias, y en una jornada normal pasaban por su centro unas 200 personas. "Estamos intentando hacer la mayoría de las intervenciones a nivel telefónico" afirma la psicóloga, "pero hacemos alguna presencial cuando lo vemos necesario". También mantienen el servicio de distribución de metadona para sus usuarios.

El servicio telefónico, explica, está funcionado con un "buen comportamiento de nuestros usuarios", pero considera que si la situación de urgencia se alarga tendrán que aumentar el número de citas presenciales.

La Asociación de Ayuda a Familias de Drogopendientes de la ciudad también ha cancelado las citas presenciales, si bien permite hacer consultas de ugencia a través de su correo, adafad@adafad.org.

También han tenido que adaptarse en la asociación Reto a la Esperanza, que proporciona alojamiento y trabajo a personas que intentan dejar la droga. Francisco José Santos, responsable de su centro de O Portiño, explica que estos días se encuentran en el centro unas 25 personas a las que "afecta" no poder realizar sus talleres ocupacionales y actividades en A Grela o Sabón.

En su caso, no tienen a ninguna persona con ansiedad o "síndrome de abstinencia fuerte", aunque aclara que en estos casos suelen practicar confinamiento de cualquier manera. Lo que sí hacen es extremar las medidas sanitarias, ya que las personas que han pasado por la droga tienen a veces inmunodeficiencias y son un colectivo de riesgo, pero no tienen ningún enfermo de coronavirus ni de otro tipo. No tienen previsto recibir ningún ingreso, como no sea "muy urgente o extremo".

Fuentes de la junta directiva de Agalure señalan que suspendieron las terapias de grupo ya la semana anterior al estado de alarma, y que las consultas individuales se realizan telemáticamente. Recouso considera que realizar una consulta por videoconferencia es más conciso, de modo que "ganamos eficacia" pero al tiempo "perdemos contacto cara a cara".

También se han pasado a la asistencia telemática en Utaca, que sigue "atendiendo individuamente a cada una de las demandas", según explica González, y mantiene una persona de retén en el centro para atender llamadas de urgencia, pero "a puerta cerrada".

Los ludópatas, sin modo de jugar

Agalure empezó trabajando con ludópatas, si bien actualmente también asiste a personas con otros problemas de dependencia. Recouso explica que la pandemia y el confinamiento han hecho más fácil para los adictos al juego no recaer, simplemente limitando sus posibilidades de hacerlo.

"Salvando las distancias", explica el psicólogo de Agalure, "es como si en el mundo de la droga no hubiese abastecimiento". En torno al 60% de los adictos juegan de manera presencial, en las casas de apuestas, los casinos o las máquinas de las cafeterías, y todos esos lugares están cerrados. El juego en línea, por su parte, se centra en las apuestas deportivas, limitadas por la cancelación de competiciones.

Al no haber posibilidades de realizar apuestas, según afirma Recouso, las personas con adicción a estas no tienen la tentación de recaer. "Lo que me transmite la gente que estoy viendo es que, si no hay posibilidad, ni se plantea jugar". Sin embargo, Niceto González, de Utaca, afirma que la ludopatía podría verse incrementada en el caso de pacientes que apuesten a través de plataformas digitales.