"Lo siento, no nos quedan mascarillas". Según los farmacéuticos coruñeses, esta es la frase más repetida día tras día desde que se decretó el estado de alarma, aunque en la última semana se han batido todos los récords. "Desde que el Gobierno recomendó el uso de mascarillas, se ha desatado la locura. No paran de llegar personas preguntando por ellas", declara el encargado de la farmacia Hércules, Jorge Casado.

El anuncio del Ministerio de Sanidad ha hecho todavía más evidente la situación de desabastecimiento de material de protección en las farmacias que, entre la falta de suministros y la subida de precios, lo tienen cada vez más difícil para adquirir mascarillas. "Hemos hecho pedidos directamente a Japón y China, pagamos por adelantado, y aún así no tenemos garantía de que nos lleguen", afirma Casado.

Tras un recorrido realizado por siete farmacias en los barrios de Monte Alto, Pescadería, Os Castros, Eirís y la comarca de Cambre, se ha comprobado que tan solo dos de ellas disponían de mascarillas. La primera, situada en la carretera Cambre-Temple, recibió a principios de esta semana un pedido con varias unidades, pero según informa la encargada, Pilar Amo, estas se venderán entre los clientes que ya figuran en la lista de espera.

La segunda es la Farmacia Castro, en la calle Fernández Latorre. "Hace más de quince días hicimos varios pedidos, y nos han llegado esta semana. Ahora estamos a la espera de recibir más, pero todo llega con cuentagotas", explica el responsable de la botica, Ignacio Castro.

Para asegurarse de que el mayor número de personas posible pueda acceder a esta remesa, el farmacéutico ha limitado la venta a dos unidades por cliente, e informa de que los precios de las mascarillas quirúrgicas rondan los dos euros, mientras que las autofiltrantes FFP2 oscilan entre los ocho y los diez euros.

El aumento del coste del producto respecto a mediados de marzo es evidente, y cuenta Castro que muchos proveedores ofrecen "precios que no se pueden aceptar". "Ayer recibimos una oferta de mascarillas FFP2 por 21 euros cada unidad. Eso implicaría vendérselas carísimas a nuestros clientes, y nos negamos", asegura.

Lo mismo ha vivido el encargado al frente de la farmacia Villar, Ricardo Villar, quien afirma que "no es justo vender productos de primera necesidad a precios desorbitados". "Me han llegado a ofrecer un litro de alcohol por más de veinte euros. Entendemos que los precios suban, pero tiene que haber límites". Jorge Casado añade que "por cuestiones éticas", su farmacia tampoco acepta ciertos precios: "Somos un establecimiento de barrio. Nuestros clientes de hoy estarán aquí mañana y cuando todo esto pase, y no nos parece bien tener que venderles por nueve euros una mascarilla que podrían comprar por dos".

La situación se repite en el suministro de guantes y de alcohol, y la excepción es el gel hidroalcohólico que, si bien hace unas semanas brillaba por su ausencia en supermercados y farmacias, ahora dispone de stock en la mayoría de los establecimientos.

El desabastecimiento también repercute en la carencia de material de protección del que disponen los farmacéuticos para desempeñar su trabajo. Tal y como señalan los responsables de las siete farmacias, todos los recursos para protegerse a sí mismos del coronavirus han salido de sus propios bolsillos: desde las pantallas para mantener la distancia de seguridad hasta los guantes y las mascarillas. "Parece que no estamos considerados como personal sanitario dentro del circuito del Sergas. El Gobierno no nos ha ayudado en nada, y tan solo hemos recibido mascarillas quirúrgicas del Colegio Oficial de Farmacéuticos, aunque son insuficientes", demanda Casado.

Ante la desprotección, hay quienes han tenido que aprovechar sus escasos recursos al máximo para poder afrontar la jornada laboral de la forma más segura posible y evitar contagiar y ser contagiados. Uno de ellos ha sido Villar, que cuenta que han empezado a desinfectar las mascarillas de un solo uso para poder reutilizarlas. "Hace un mes era impensable, pero ahora esto es mejor que no tener nada. Entiendo que el material se destine a los hospitales, pero nosotros también estamos en primera fila en la calle, y nos han abandonado totalmente", concluye.