En lo que va de confinamiento, Javier Mouriño, presidente del Grupo de Persoas con Discapacidade da Coruña, (Grumico), solo ha salido dos veces de casa. Sabe que para él, salir a la compra es arriesgarse al contagio. La silla de ruedas que precisa en su día a día debido a su lesión medular está en contacto con demasiadas superficies en un tiempo en el que el contacto excesivo es el primer factor a evitar. “Es inevitable, pisas las cosas y cualquier día te traes el virus”, apunta.

Pese a todo, Javier Mouriño cuenta con un punto de ventaja con respecto a otros en su misma situación, el de vivir en una casa amplia con finca que le permite suplir un poco la limitación de movimientos. “Hago algo de ejercicio por casa, me muevo por aquí, pero evidentemente no puedes hacer lo de antes”, comenta.

Como las de todos, sus terapias quedaron, por el momento, en suspenso. Las horas del día se van jugando o haciendo deberes con su hija y teletrabajando, al tiempo que se arregla como puede en las cosas esenciales. “Me las voy arreglando, tenía un servicio de ayuda a domicilio que me quitaron el día que se declaró el estado de alarma”, señala.