Cuando empezaron el último curso de Enfermería en la Universidade da Coruña, Almudena Corral (Ferrol, 21 años) y Andrea de Paula (Ourense, 21 años) no se imaginaban que terminarían la carrera prestando su apoyo en uno de los muchos frentes abiertos contra una pandemia que ha sacudido al mundo. Ellas, junto con al menos medio centenar más de universitarios, se han sumado a las listas de contratación del Sergas para ofrecer su ayuda como personal voluntario y, desde hace apenas una semana, las dos trabajan como tal en el Centro de Atención a personas con discapacidad de A Coruña de As Xubias, el antiguo Santiago Apóstol.

"Veía lo mal que lo estaban pasando los sanitarios y la sobrecarga de trabajo que tenían, así que pensé que, después de cuatro años formándome, podía hacer algo para ayudarles", cuenta Corral.

Ese pensamiento le infundió ánimos para dar el paso y, aunque reconoce que en un principio sentía cierta inquietud por la situación, ahora enfrenta la experiencia con tranquilidad e intentando aprender todo lo posible: "Siempre se tiene miedo a lo desconocido, y esto es diferente a todas las prácticas que hemos hecho a lo largo de la carrera. Es muy difícil acostumbrarse a trabajar bajo presión y con tanta tensión, pero esta experiencia nos está enseñando mucho".

Las funciones de enfermería y la ayuda que prestan las dos estudiantes casi graduadas en la institución están supervisadas por el personal del centro ya que, tal y como señala De Paula, ellas no están para "sustituir a ninguna enfermera", sino para "dar apoyo". Podrán seguir haciéndolo mientras siga en vigor el estado de alarma, aunque existe una fecha límite en su contrato.

"Una vez que entreguemos el Trabajo de Fin de Grado el 19 de junio seremos enfermeras tituladas. A partir de entonces, tendrían que contratarnos como tal", explica la ourensana. Tanto Corral como De Paula destacan la buena acogida por parte del personal de enfermería del centro de As Xubias, y reivindican la importancia de sentirse protegidas contra el virus a lo largo de la jornada.

"Al principio teníamos miedo de no tener material de protección suficiente, pero nada más llegar nos dieron los equipos individuales. Las enfermeras nos enseñaron a usarlos y nos explicaron los protocolos. El ambiente laboral con ellas y el trato con los residentes es muy bueno, y nosotras no podemos estar más contentas", dice la de Ferrol.

Las dos estudiantes se marcharon con sus familias al decretarse el estado de alarma pero, tras recibir la llamada del Sergas, regresaron a A Coruña para facilitar su desplazamiento al centro y evitar contagiar a sus allegados.

"Cuando le conté a mi familia que me iba me preguntaron que qué necesidad tenía de meterme en la boca del lobo. Yo les dije que esta es mi profesión", bromea De Paula. Corral también vio la preocupación en el rostro de sus padres el día que se fue de casa, pero bastó hacerles saber que contaba con toda la protección necesaria para que se tranquilizasen: "Si yo estoy segura y feliz, ellos también".

La vocación de estas dos jóvenes que, desde que niñez, tuvieron claro que en el futuro ayudarían a salvar vidas, es la misma que comparten con todo el personal sanitario que combate la pandemia día tras día.

Por eso, De Paula manifiesta la necesidad de proteger la sanidad pública y revalorizar su función: "Hoy nos enfrentamos al Covid-19, pero diariamente médicos, enfermeros, auxiliares y limpiadores están expuestos a otros cientos de enfermedades infecciosas.

"Es fundamental tener recursos y material para protegernos, no solo ahora, sino siempre", advierte Corral, quien añade que esta situación acarreará "un gran desgaste" para el sistema sanitario y, como su compañera, aspira a formar parte de esa nueva generación de profesionales que pueda ser testigo del cambio. "Además del reconocimiento en los balcones cada día a las ocho, espero que cuando todo esto termine seamos verdaderamente conscientes de lo fundamental que es tener una sanidad pública en condiciones", concluye.