La experiencia de la coctelería pensada como un juego. Bajo esa premisa abre sus puertas Cruel Cocktail Bar, el más joven de la calle de la Franja. Al timón, el coruñés Adrián Hermida, ex maitre de Árbore da Veira y el hotel Finisterre, que se atreve, en plena desescalada, a probar suerte en el mundo empresarial con una propuesta de combinados diferente. "Es una coctelería con un estilo cruel, queremos que la gente se divierta", resume Adrián Hermida. Tan cruel que el consumidor no sabe, hasta el final, lo que está bebiendo. La fórmula es secreta, de forma que el cliente se ve obligado a aventurarse con sabores y combinaciones que a priori, quizás, no estarían entre sus predilectas. "Preguntamos algunos matices, si le gustan los sabores más cítricos, más florales€ pero no saben los ingredientes", explica.

El pasado jueves inauguró con una buena acogida, en la que más de uno pudo sorprenderse al comprobar que el whisky podía llegar a gustarle. "Soy optimista, tengo que serlo. Siendo el primer día, hubo gente que incluso se quedó fuera esperando su turno para entrar". A Adrián Hermida, la idea le surgía en Navidad sin saber las restricciones de aforo que llevaría implícita la apertura meses más tarde. Una coyuntura que, reconoce, juega a su favor en cierto modo. "No es lo mismo abrir para 15 si tienes un aforo de 30, pero así podemos empezar poco a poco e ir cogiendo ritmo", apunta. No niega, sin embargo, cierta inquietud por lo que vendrá, un sentimiento inevitable en tiempos de crisis, pero que no llega a hacer mella en su aplomo. Tampoco cree que el descenso del turismo vaya a jugar en su contra: "El turismo bienvenido sea, aunque no creo que suframos si no está. Con la gente de la ciudad, en este caso, nos llegaría".