En sus paseos por el barrio, África Otero nota que algo ha cambiado. "Hay poco movimiento. La gente mayor todavía tiene miedo y mucha desconfianza. Hay quien todavía prefiere quedarse en casa", asegura. Lo bueno, entiende, es que los vecinos "están pendientes unos de otros". Igual que durante la cuarentena. "Lo que más me gustó fue ver como la gente salía a la ventana a aplaudir o como se celebraban los cumpleaños de los niños, que también han sufrido mucho", comenta. Durante los primeros días de la desescalada, a Otero le costó "encontrar sitio en una terraza porque por la zona hay muy pocas". También "hay colas en las tiendas y los supermercados", aunque poco a poco la gente "se va a habituando a ello porque es lo que toca_ahora".