Iago y su madre no suelen perderse ninguno de los estrenos de cine que les interesan. Cada viernes consultan la cartelera para saber qué nueva película pueden ir a ver a las salas en los días siguientes, si es el mismo viernes en la primera sesión, mejor. Al salir del estado de alarma por la crisis del Covid y cuando supieron que los cines reabrían, volvieron a mirar películas y horarios y ayer, siete días después de que las salas retomasen las proyecciones en la ciudad, se decidieron por el estreno de la semana: Zapatos rojos y los siete trolls. "No se pierde una novedad", dice su madre, Carmen Lema, "y a mí me encanta ir con él". "Tenía muchas ganas de volver, porque me gusta mucho el cine", confiesa el niño, que en unos días cumple 9 años. ¿Y dónde le gusta más a Iago Martínez ver las películas? Donde hoy en día se ven menos: "En el cine".

El joven espectador, apegado a una tradición que se pierde y a la vez resiste, cuenta orgulloso que ya ha visto "más de 20 películas" en pantalla grande, casi todas con su madre. Ayer se encontró en las salas de Los Rosales Centro Comercial con muy poco público -la pantalla de su sesión se iluminó a las 18.30 para dar paso a la publicidad con solo dos personas en las butacas-, un recorrido por los pasillos y el hall rigurosamente señalizado y mucha tranquilidad en el ambiente, más bien silencio.

Los multicines de A Coruña reabrieron el pasado 26 de junio, salvo los de Marineda City, que lo harán el lunes 6 de julio. Como muchos sectores y recintos que recuperan la actividad, han tenido que adaptarse a medidas de protección y seguridad para respetar distancias y evitar contactos y aglomeraciones. "Hemos empezado con solo seis salas abiertas de trece que hay, con dos o tres pases por sala y las sesiones espaciadas", explica José Antonio Queipo, gerente de los cines del centro comercial Los Rosales junto al quiosco virtual, al lado de las taquillas, que despacha las localidades. El espectador se encuentra en esa pantalla con que hay butacas que no se pueden ocupar y las que sí están disponibles son sueltas y separadas para una persona o grupos de dos y tres espectadores. La máquina imprime un boleto con código que a continuación ya no pasa por las manos del taquillero sino ante un lector electrónico.

Abajo, en el acceso a las salas, los recorridos de entrada y salida están muy claros y en el ambigú hay mamparas que distancian al trabajador del público que compra palomitas y refrescos. Solo dos empleadas, con mascarillas, atienden de momento, y ven pasar las horas con calma. "Es un retorno flojo que ya esperábamos, porque es verano, hace buen tiempo y hay poco estreno, las distribuidoras los guardan para más adelante porque también están saliendo de la crisis. La oferta aumentará a medida que crezca la demanda", prevé Queipo.

Ayer a las seis y media de la tarde había doce espectadores entre las seis salas abiertas, la mayoría viendo la película de animación que se estrenaba. El primer día, el viernes anterior, hubo casi 70, se superaron los 100 el sábado y el domingo pero bajaron los días siguientes. "No faltan los habituales, gente que le gusta venir y que ha vuelto", dice el gerente. Ni una madre con su hijo que ayer escogieron el cine en lugar de la playa. O una familia de cuatro miembros que, con prisa por entrar en la sala, no quería perderse ni un segundo de Cinema Paradiso, el reestreno de una obra maestra sin edad ni tiempo que consigue que la pasión por el cine se viva ante una pantalla grande de cine.