El mundo de la cultura le conoce por su tiempo con la Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG), a la que lleva la comunicación, pero Javier Álvarez Vizoso esconde una cara de literato con una lista de publicaciones que ha ido engordando con los años. La última, un libro de relatos con el almibarado título de El amor a principios de siglo, retrata las distintas caras de esta emoción tan poliédrica, que es -como bien deja claro el periodista -igual origen de males que de bendiciones.

Shakespeare planteaba el amor como un ángel y un demonio, ¿con qué se queda usted?

El amor tiene el concepto de que es lo más maravilloso, pero es una de las fuerzas destructivas más grandes que hay en la naturaleza. Hay una frase que escuché que dice que el amor es un vínculo terrible, y es verdad. Porque quieres y no puedes tener, o lo que tienes no es lo que quieres. Los finales felices no abundan, ni en la literatura como la entiendo.

La suya es agridulce, gris.

Supongo que uno escribe lo que percibe o siente, y a mí me salen relatos que no son muy alegres. Algunas personas me dicen que soy cenizo, pero qué le voy a hacer. Un escritor no escribe lo que le apetece, sino lo que los personajes le cuentan.

El primero lo protagoniza una madre, y usted le dedica el libro a la suya.

Sí, murió hace cuatro años. Probablemente es la persona que más ha influido en mí. El vínculo entre madre e hijo es lo que marca a una persona para el resto de su vida, quizá es la esencia más definitiva de lo que puede llegar a ser el amor. Todos los libros que he escrito se los he dedicado a alguien, salvo el libro de poemas [ El tifón en la tormenta].

Aquel poemario y esta obra comparten la presencia de la muerte. ¿Le obsesionan los finales?

Sí. Tenemos un tiempo limitado que no sabemos cuánto es, y para mí eso lo marca todo. Creo que Pérez-Reverte decía algo parecido, que la vida está llena de finales y que la historia es precisamente lo que hacemos para retrasarlos. Es una imagen bastante poderosa.

¿Y lo es más la música o la es critura a la hora de huir de ella?

Para mí es mucho más poderosa la escritura que la música. La primera vez que escribí fue a los 9 años. Tengo un hermano mayor que es escritor y me quería parecer a él, que entonces tenía 18 y ya escribía versos. Recuerdo escribir un texto haciéndome el interesante (risas). Yo podría vivir sin la Sinfónica de Galicia, pero no sin la literatura.

Dice que el amor por las letras siempre lo tuvo afianzado. ¿También el de la música?

Hubo una época en la que quise ser músico. En casa escuchaba mucha por mis hermanos mayores, a Bob Dylan, Pink Floyd? Mi padre tenía una colección de música clásica. A los 15 años estudié piano e intenté una pequeña carrera, pero a los 19 una profesora habló conmigo y entendí que me gustaba más escuchar que tocar. Yo disfrutaba más con las historias de la música que con la música. De hecho, he escrito sobre ella, y en diciembre espero que aparezca una biografía de Músorgski.

¿Lo ha desnudado, como hizo con Vivaldi?

Este no es un trabajo musicológico, es periodístico. Es la primera biografía en más de 40 años sobre Músorgski. La información que hay no está al día con los últimos descubrimientos sobre su obra y su vida.

¿Por qué ese olvido?

Es un compositor que murió muy joven. Estaba totalmente alcoholizado y era un desastre. Muchas veces las obras que empezaba no las acababa. Pero literariamente es una persona con mucha riqueza, tiene mucha vida que contar.

¿Hay hueco para este tipo de libros entre el público generalista?

El planteamiento que le gustó a la editorial [Calanda Ediciones] fue precisamente ese. Es un libro que puede leer cualquier persona. Aunque no tengas conocimientos de música te puede interesar el personaje, porque la obra cuenta cómo era, qué problemas tenía, cómo navegó por mediados del siglo XIX en Rusia...

Sin embargo, este no parece un buen momento para publicar, ni para llevar la comunicación de una orquesta, las dos cosas en las que está metido...

Creo que nunca es un buen momento. Las cosas se hacen porque hay que hacerlas, y a veces van mejor o peor. Yo tengo un hermano en Honduras y allí la situación es catastrófica. Aquí es mala, pero siempre hay quien está peor que nosotros.

¿Se ha perdido la OSG muchas oportunidades con la pandemia?

La Sinfónica ahora tiene dos conciertos en Granada y es una oportunidad importantísima, porque la última vez que estuvo ahí fue en los 90. En pocos días también va a presentar su próxima temporada, así que seguimos trabajando.

A propósito de eso, su libro termina con una frase impactante: "Trabajo en la OSG, pero preferiría no hacerlo".

Eso es un guiño. Uno de mis relatos favoritos es Bartleby, el escribiente, de Herman Melville. Trata de una persona en una oficina que no trabaja porque cada vez que le piden algo dice: "Preferiría no hacerlo". Yo estoy muy contento con la orquesta, pero preferiría trabajar escribiendo.