Carlos Aparicio Adaro es uno de los cooperantes que ha puesto en marcha, junto a siete ONG, entre ellas la coruñesa AIRE, el proyecto ELNA, una maternidad en Atenas para familias refugiadas.

¿Cómo están viviendo en la maternidad las consecuencias del incendio en Moria?

Las sufrimos directamente, aunque estamos a muchos kilómetros de distancia. Nuestra maternidad está alojada en un edificio de cinco plantas que tenemos alquilado en el centro de Atenas, muy cerca de la plaza Victoria. Es un barrio muy étnico. Esta plaza es un punto de encuentro de la comunidad migrante. A medida que las condiciones en los campamentos empeoran, la gente quiere irse de allí y, en cuanto pueden, vienen al continente. A veces se alojan en campos que ya están llenos y, al final, terminan en la plaza porque no tienen dónde ir. Montan campamentos, ha habido uno que ha durado unos cuatro meses. Ahora la policía está tratando de echarlos, porque es una zona turística y se los lleva a campos del centro del continente.

¿También de Moria?

Ahora está llegando un flujo muy grande de allí, antes también, pero ahora más. Llegan, intentan instalarse en la plaza, no les dejan, se dispersan por la ciudad, vuelven... A nuestro centro de acogida de mujeres embarazadas que van a dar a luz, normalmente vienen a llamarnos a la puerta dos o tres familias al día, ahora vienen ocho. diez, incluso doce, a veces, familias de seis personas y no tenemos sitio para atenderlas y es horrible estar continuamente rechazando gente. Nos preguntan qué pueden hacer y no tenemos ninguna solución para ellos porque todas organizaciones humanitarias y ONG están saturadas, igual que la nuestra.

¿Cuántas personas acogidas tienen ahora?

A 25 familias, que son 90 personas. Esto nos afecta muy directamente a nivel emocional. Muchas de las familias que tenemos aquí han estado o en Moria o en otros campamentos saturados. Cuando vienen piensan que en Atenas van a encontrar mejores cosas y, realmente, la decepción es continua.

Y de estas doce familias al día, ¿todas vienen con embarazadas?

Sí, nuestro perfil es el de embarazadas a punto de dar a luz o que ya tienen al bebé en una situación de extrema vulnerabilidad y que están en la calle con el bebé y con otros niños más. Las acogemos, pero nuestra capacidad es muy limitada. En los últimos dos meses, como respuesta a este flujo que viene de los campos de las islas, pusimos el edificio patas arriba para poder dar acogida a cinco familias más.

Más familias, más gastos...

Estamos metidos en un ciclo en el que tenemos que ampliar nuestra ayuda pero, cada vez, con menos medios, porque la crisis del coronavirus ha afectado a muchos de los que nos apoyaban.

Coincide el incendio con la crisis del coronavirus. Nadie está exento de contraerlo, pero estas personas son todavía más vulnerables.

En Grecia la epidemia ha sido más contenida, la gente en la calle no lleva mascarilla. Es una pesadilla pensar que pueda entrar el coronavirus en nuestro centro porque tenemos una cocina común, hacemos asambleas... Tenemos unas reglas muy estrictas para controlarlo. En lo que más nos afecta es en la financiación. Vamos a lanzar una campaña de crowfounding para ver si podemos cubrir por lo menos una parte de nuestro presupuesto anual

Habla del impacto emocional.

Muchos estuvieron en Moria o tienen familia allí y están preocupados. Vemos que la gente puede vivir así durante años, en condiciones infrahumanas y a nadie le importa. Es increíble que exista un campo de refugiados en el que la gente vive como los animales. Es una vergüenza y no pasa nada. Tiene que haber un incendio para que haya una reacción y se queden 12.000 personas en un segundo en la calle, aunque en la calle, prácticamente ya estaban, y que se queden en las cunetas de las carreteras, porque el ejército no les deja acercarse a la capital de Lesbos. Está todo militarizado. Dicen que, en un par de semanas esto está resuelto, pero conociendo a este país...

¿Temen que el flujo de damnificados por el incendio se haga mayor con el paso de los días, cuando más refugiados acaben el tránsito de Moria al continente?

Seguramente, porque ahora ya se ve. De Lesbos a Atenas solo hay que tomar un ferri y, después, un bus para llegar a Atenas. Las personas refugiadas tienen un estatus especial que les garantiza ciertos derechos, entre ellos, el de circular por el país. pero cuando llegan a Atenas no hay nada para ellos. Es un problema que se está viendo en la plaza Victoria todos los días. Sigue llegando gente con sus bolsas, familias enteras. La solución tiene que venir de Europa, no puede seguir mirando para otro lado cuando el problema es de esta magnitud. No se puede permitir que haya campos en los que se concentra a la gente sabiendo que va a estar ahí durante años y usar esa imagen tan lamentable para convencer a los que quieran venir de que no vengan.

Tampoco lo consiguen, siguen llegando migrantes a Grecia.

Esa gente huye de asesinatos, de violencia y del hambre. Cuando les preguntamos si no tenían miedo de ahogarse, nos dicen que sí, pero que los talibanes habían llegado a su aldea y habían matado a sus hermanos. Lo hemos escuchado muchas veces y, cada vez que nos cuentan las razones por las que se han marchado, aún nos sorprenden. Es imposible que esta gente pueda volver a vivir en sus países. ¿A qué país van a volver los sirios si la mitad del territorio es prácticamente una escombrera?

¿ Y qué futuro les espera a esos niños que nacen ya en una situación más que precaria?

Nuestros programa se centra en ellos, somos 90 personas y 45 son niños, tenemos un grupo de cinco o seis que tienen más de seis años y que van a la escuela pública. Nuestro trabajo es ayudar a estas familias para que estos niños nazcan y crezcan con dignidad, porque hemos tenido niños que han nacido en un parque de una capital europea. Hemos creado una escuela para que vayan los que tienen más de dos años. Los ayudamos con todo el proceso de vacunación y de papeles, para que no se olviden los derechos que tienen, porque una cosa es que tengan derechos por ser refugiados y otra, que puedan ejercerlos. Nos ha pasado que hemos tenido que luchar para que nos acepten a los niños en los colegios públicos de la zona. Al menos, los niños que tenemos aquí están escolarizados, otros no tienen esa posibilidad. Es una gota de agua en el océano.

Lo que necesitan ahora, es dinero, cuando menos, para mantener el proyecto, ¿no?

Es un factor muy importante porque no es lo mismo atender a 65 personas que a 90. Nosotros somos todos voluntarios y tenemos mucha gente dispuesta a venir, pero la parte económica es la que nos falla. Queremos lanzar esta campaña para que la gente entienda la importancia de apoyar a las entidades que estamos en el terreno, aunque solo podamos poner parches. Pedimos que se pongan en los zapatos de los migrantes y que piensen qué harían si bombardeasen su ciudad y se fuesen a un país del que no conocen la lengua, si lo metiesen en una playa bajo el sol, sin médicos, teniendo que hacer tres horas de cola para ir al váter. Eso es lo que viven los refugiados y estamos insensibilizados.

Y en todo este proyecto hay una patita coruñesa, la de la asociación AIRE, ¿a qué se dedica?

Tiene un papel muy relevante a nivel de coordinación y también filtra el voluntariado que quiere venir a nuestro centro para que dé lo mejor. Ahora mismo tenemos a diez niños sentados en una sala con su maestro de Lleida, que estará varios meses enseñándoles.

Para sobrevivir un año, ¿cuánto dinero hace falta en ELNA?

Pues unos 100.000 euros al año. El alquiler son 2.600 euros, la electricidad 1.000 euros mensuales, el agua, 850. El otro día se nos acabaron los pañales de las tallas 4 y 5 y gasté 200 euros para tres días. Cuando uno mira la cuenta piensa: ¿qué vamos a hacer?, por eso apelamos a al solidaridad, porque sin ella, esto no funciona. No tenemos ayudas oficiales.

Esperar por soluciones políticas, ¿es esperar demasiado?

Creo que ya no hace falta ni que responda. Es esperar demasiado porque el entorno político no puede ser más complejo. Requiere una solución internacional. Yo no debería estar aquí, tendrían que solucionarlo los gobiernos, porque esto viene de que vendemos armas a países que hacen guerras. Si no se terminan las guerras no se van a terminar estos problemas.