La casa Cornide, palacete barroco que enfrenta su fachada a la de la Colegiata en pleno corazón de la Ciudad Vieja, puede estar más cerca que nunca de su retorno al patrimonio público. Un informe artístico, encargado hace justo un año por el Concello coruñés a un grupo de expertos, deja bien atados los argumentos que hacen del inmueble un candidato más que sólido para optar a la declaración de Bien de Interés Cultural, que obligaría a sus actuales propietarios, la familia Franco, a abrirlo a visita pública por primera vez en décadas y a asegurar su mantenimiento y conservación.

Una senda parecida a la que recorrió otra de las propiedades de la familia del dictador, el pazo de Meirás, declarado BIC en 2011 y cuya titularidad se discute a día de hoy en los tribunales. La sentencia del juzgado de Primera Instancia de A Coruña, singular por la firmeza de su veredicto, deja pocas dudas al respecto: El pazo de Meirás pertenece al Estado, pues los Franco obraron contra derecho en su obtención.

La mira se posa ahora sobre la casa Cornide, otro de los inmuebles sospechosos de obtención fraudulenta o expolio que, a día de hoy, sigue engrosando el patrimonio de los nietos del dictador. El primer paso, al igual que ocurriera con Meirás, es conseguir la declaración BIC, tras lo cual, el Concello anunció su intención de emprender acciones legales para recuperar su titularidad. El primer paso en la pugna, el informe. Un exhaustivo escrito coordinado por el catedrático coruñés Alfredo Vigo Trasancos, y en el que aunaron esfuerzos, junto a él, otros ocho expertos en ramas como la arquitectura, la conservación, la restauración, la historia o la topografía, y que deja, entre otras muchas, una conclusión primordial: la Casa Cornide debe ser declarada BIC.

Único en la ciudad

Una mirada rápida a los exteriores del edificio basta para captar su singularidad. No es, en absoluto, un edificio corriente; pero su valor principal es uno: su carácter único. Marciana en sus formas al lado de otras mansiones señoriales de la ciudad, como la casa Martelo de la calle de la Franja o las viviendas porticadas de las casas de Paredes en la Marina, la casa Cornide es un turista francés en la Ciudad Vieja. Tal y como señala el catedrático Vigo Trasancos en el informe, "su importancia no decrece" si ampliamos el cerco: su concepción no es común ni siquiera en lo ancho y amplio de Galicia. De ello se encargan sus formas francesas y "próximas a la estética filo rococó, que no tienen parangón con ninguna otra obra de su tipo".

Distinta a las mansiones barrocas gallegas, de las residencias aristocráticas clásicas y de las casas señoriales "que apenas manifestaron su carácter nobiliario más allá que por la simple presencia de un escudo armero en su fachada principal", destaca el experto, la Cornide hace granito el rococó en sus barandas de hierro forjado, sus vanos curvados o las formas asimétricas del escudo señorial. Singulares son, también, sus cierres en esquina curvos, una rara avis dada la preferencia por las formas rectas del siglo XVIII, que dejaban las curvas para las construcciones religiosas.

Si se mira con ojos de arquitecto, la Casa Cornide, para Vigo Trasancos, "ofrece al exterior su mejor imagen". Suscita otro punto de interés su encaje en el conjunto arquitectónico de la zona, que debemos a su autor desconocido, "al resolver del mejor modo sus encuentros con las calles evitando las formas angulosas y optando por cierres curvos que no tenían precedentes en la arquitectura gallega".

El balcón volado, así como las repisas ondulantes que lo sostienen en voladizo, es el elemento que los expertos juzgan más llamativo, "todo un ejercicio de virtuosismo al estar ejecutada con formas protuberantes, curvilíneas y arriñonadas". Especial mención para los hierros artísticos que decoran las ventanas y conforman los balaústres del balcón, que varían su diseño según la zona en la que se ubican, aunque sin ceder en sencillez. No se olvidan los expertos de otro de los elementos más llamativos del edificio: el escudo heráldico que corona su fachada, que recoge las armas de los Cornide junto a una serie de elementos ornamentales colocados bajo un yelmo.

El misterio de sus interiores

Poco se sabe del estado actual de los interiores de la vivienda. Los únicos datos que los expertos han podido extraer, dada la negativa de la familia a permitir la entrada de profesionales para la elaboración del informe, han podido ser recopilados a través de las fotografías publicadas por la inmobiliaria encargada de sacar la vivienda a la venta. En ellas se revela el gusto de sus propietarios por los objetos históricos, pues las estancias aparecen plagadas de arañas de cristal, sillas nobles de madera, consolas y cómodas de diferentes estilos, lienzos, espejos, relojes o alfombras.

Hay un elemento, entre todos, que capta la atención de los expertos: se trata de los arcos de inspiración tardogótica colocados en las puertas, que no se corresponden, en modo alguno, a la época de Cornide. "Son, casi seguro, de principios del siglo XVI, muy probablemente traídos del que fue en su día Hospital Real de la ciudad de Santiago y se había convertido, en 1953, en Hostal de los Reyes Católicos", especula Alfredo Vigo Trasancos, que admite desconocer cómo pudo conseguir la propietaria estas y otras piezas históricas.

Patrimonio inmaterial

No solo sus características físicas hacen de la casa Cornide una pieza valiosa del patrimonio arquitectónico de la ciudad. Parte de su relevancia la aportan sus primeros propietarios e inquilinos, a quienes la propiedad debe también su nombre: por una parte, Diego Cornide y Saavedra, indiano retornado y auténtico promotor de la vivienda que llegó a ser, entre otras cosas, Alcalde del Crimen, Oidor y Fiscal sustituto con honores del Consejo de Su Majestad, fundador y primer decano del Colegio de Abogados de A Coruña y abogado del arzobispo compostelano Bartolomé Rajoy.

Con todo, es el hijo de este primero, José Cornide de Folgueira y Saavedra, ilustre polígrafo e investigador, "culto y compulsivo", aprecia Alfredo Vigo Trasancos, el personaje que otorga a la casa el estatus de patrimonio inmaterial. Fue desde la vivienda de la Ciudad Vieja desde donde José Cornide, "puntal de la ilustración española", ejerció la mayor parte de su actividad pública. Un elemento concreto de la estructura conecta, de este modo, los valores materiales e inmateriales de la vivienda: se trata de la placa conmemorativa que decora la fachada principal de la casa en honor al ilustre polígrafo, colocada en 1892 y que posee valor en sí misma.

La casa fue pasando, tras la muerte de sus primeros propietarios, por las mano de diversos descendientes de los Cornide. Así fue hasta 1949, año en el que Carmen Vázquez Pardo, última residente de la saga familiar en el inmueble, vendió la propiedad al Ministerio de Educación, aunque la casa ya era, desde 1927, sede del Centro Cultural Santo Tomás de Aquino, que la utilizó como local recreativo y cine durante décadas. Del Ministerio de Educación pasa, 11 años más tarde, a ser propiedad del Ministerio de Hacienda, que permuta el edificio con el Ayuntamiento de A Coruña a cambio de un solar en la Ciudad Escolar destinado a ser la sede del Conservatorio de Música en 1962. Poco duraría la casa, no obstante, en el erario público de los coruñeses; pues muy poco tiempo después, Carmen Polo de Franco recalará en la propiedad para quedarse. Hasta hoy.

No pasa desapercibida en absoluto, pero no son muchos los coruñeses que conocen la naturaleza de sus actuales propietarios, inquilinos itinerantes que poco o nada se han dejado ver por la propiedad en los últimos años. La colección de pintadas que han ido apareciendo en la fachada los últimos meses pueden dar una pista: Valle demolion (sic), Franco Asasino o Puta Collares son algunas de las consignas garabateadas con poca fortuna en sus muros a lo largo de estos meses. El debate por la recuperación del pazo de Meirás, más candente que nunca al haber dado los tribunales, a falta de la tramitación de los últimos recursos, que le dan la razón al Estado en su demanda de devolución, parece haber encendido, de rebote, la conversación en torno a Cornide.

Una obtención sospechosa

Al igual que ocurre con el pazo sadense, pesa, sobre Cornide, la sombra del expolio. El proceso mediante el cual la mansión de los Cornide llega a manos de Carmen Polo levanta, si se analiza, ciertas sospechas, pues la casa sale a subasta pública solo un año después de haber pasado a ser patrimonio municipal. Para entonces, la esposa del dictador ya había manifestado su interés en hacerse con una propiedad en el centro de A Coruña que facilitase sus visitas a la ciudad, pues abrir una vivienda de las dimensiones de Meirás para unos días era una tarea bastante aparatosa. La casa sale entonces a subasta, y es un prohombre del régimen, Pedro Barrié de la Maza, quien se hace con ella al presentar a la puja una oferta de 305.000 pesetas, manifestando ya entonces su deseo de regalar la propiedad a Carmen Polo.

Es así como, desde 1962, se acometen en la propiedad, por órdenes de su propietaria, una serie de obras de acondicionamiento y reforma, que guardaban el objetivo de convertir la mansión Cornide en una moderna residencia privada, entre las que se encuentra la colocación de una terraza con balcón en la parte superior del inmueble. Hay otro elemento que contribuye a sembrar las dudas sobre el trato de favor que recibió la familia Franco en relación con la propiedad. Existen, en los años sucesivos a su venta, cuando ya no unía al Concello ninguna relación de propiedad con la mansión, una serie de registros de partidas económicas que el Ayuntamiento destina a cubrir los gastos derivados de la rehabilitación y la construcción de la vivienda. Las facturas conservadas en el Archivo Histórico Municipal revelan cuantías que ascienden hasta el millón de pesetas, certificaciones en las que consta la firma del arquitecto municipal. Este importe, sumado a las 177.944 pesetas abonadas en 1963, cuando la casa ya era de los Franco, arroja que el Ayuntamiento pagó por la reforma del edificio cuatro veces más que el dinero que consiguió con su venta.