Entre las 84 categorías de los premios Grammy 2021, una mínima parte de toda la música seleccionada encuentra un vínculo con A Coruña, en el apartado latino. Uno de los cinco discos que optan al reconocimiento como mejor álbum de rock latino/alternativo es Monstruo, de la joven cantante y compositora chilena Cami. En la producción de este disco ha intervenido Juan de Dios Martín, músico y productor coruñés —madrileño de nacimiento, adoptado por la ciudad—, que desde hace seis años vive y trabaja en Los Angeles. Fito Paez, Lido Pimienta, Cultura Profética y Bajofondo están también nominados al premio.

“Nos cogió de sorpresa porque el disco no entró en las nominaciones finales de los Grammy latinos y ya no estábamos pendientes de los Grammy americanos”, admite Juan de Dios, que en Monstruo participó en el tema La despedida, coescrito con Cami, Andrea Sandoval y Luis Mitre y coproducido con Sebastián Krys. Es la segunda vez que el coruñés, que ha regresado a la ciudad estos días, tiene algo que ver en una nominación de los Grammy: hace dos años intervino en la mitad del álbum Cosmovisiones, del grupo mexicano Comisario Pantera, uno de los cinco aspirantes al premio al mejor disco de pop rock en la edición de los Grammy latinos de 2018; Manolo García fue el ganador con Geometría del rayo.

Al pensar en esta segunda nominación, De Dios no oculta su satisfacción, que por un momento enlaza con melómanas experiencias lejanas: ”Siempre hace ilusión que a uno le reconozcan y a nivel personal me tomo esta nominación como un reconocimiento, una manera de decir: Eh, que aquí estamos. Y además son los Grammy americanos, que hace años veías por la noche en la tele o dejabas la gala grababa para verla al día siguiente”.

Desde aquella época ha pasado por distintas etapas personales y musicales. “Etapa”, un término que repite para diferenciar momentos y al mismo tiempo restar importancia al hecho de que la profesión le haya llevado hasta al vasto crisol musical que es la ciudad de Los Angeles. Porque Juan de Dios, hijo de 1976 que en su niñez tenía a Elvis Presley y a Michael Jackson en el trono de héroes musicales, le cogió interés al teclado con ocho años y empezó a tocar en 1991. En aquella década formó parte de Colorado, su primera banda, de country rock; tocó con Teté Delgado y Los Supremos; y del 95 al 99 fue miembro de Los Limones. Con Brath y Cristina Pato exploró territorios folk antes de crear su primera banda, Cambio de Planes; y en 2003, con su primer disco bajo el brazo, se mudó a Madrid, donde coincidió con otro coruñés, Xoel López, a quien acabaría produciéndole dos discos.

“Gracias a aquella incursión artística comencé a producir para otra gente que le gustaba cómo sonaba aquel disco, y ahí fue donde encontré mi verdadera vocación”, explica De Dios en su página web. Xoel, Amaral, Barón Rojo y Rubén Pozo fueron algunos de los músicos con los que trabajó en los años siguientes. Abrió un estudio, Casadiós, creó un sello discográfico y adquirió nuevos conocimientos para desarrollar su faceta en la producción musical. “Antes era un músico productor ahora soy un productor músico. Es cuestión de etapas, el camino te lleva de un lado a otro”, resume.

Hasta que en 2014 le surgió la oportunidad de irse a trabajar a Los Angeles, donde ha compartido estudios con músicos norteamericanos y sobre todo latinos. “Me lancé un poco a la aventura. En España hacía un montón de cosas, pero quería saber cómo era trabajar en Estados Unidos, que es otro planeta a nivel musical”, cuenta. “Todo el mundo pasa por Los Angeles, todo se cuece allí. Te juntas con gente de muchos estilos y te acabas haciendo un hueco, exploras y estilísticamente estás en mil sitios”.

Unas veces ejerce de productor, otras de ingeniero de sonido y en 2019 vivió y trabajó a caballo entre Los Angeles, Mexico DF y Madrid. Entre sus últimas producciones está Tierra de nadie, disco que presenta ahora la cantautora gallega Carolina Rubirosa, a quien le une una larga amistad. “Al fin y al cabo en mi trabajo hay un componente emocional muy grande, porque consiste en traducir emociones y plasmarlas en algo auditivo. Tiene que haber una vinculación especial para poder llegar a la gente a través de la música”. De alguna manera, los Grammy han captado esa virtud.