Una vida de instantáneas, revelados, retoques y, sobre todo, alegrías. El fotógrafo Kake Regueira vive pegado a una cámara desde hace ya más de 40 años y es incapaz de contar cuántas bodas ha retratado. Una pasión que se convirtió en trabajo. O al revés. Pero, como a todos, le ha llegado el momento de la jubilación, que da paso a una nueva etapa, en la que dispondrá de más tiempo libre, de fines de semana de planes con amigos y de momentos para dedicar a la familia. “Es muy vocacional, así que nunca te desvinculas del todo. Por eso solicité una jubilación activa”, explica.

La pandemia también cambió sus planes, porque pretendía empezar a separarse de su cámara en abril. “Pero no pude. Todas las bodas que tenía han pasado para este verano y todavía hay clientes de toda la vida que buscan el trabajo que yo les doy”, detalla Kake Regueira, que hasta ahora formaba parte de Emovere Studios junto a Alfonso Novo, Pepe Faraldo y Manuel Novo.

Da nombre a premios de la Asociación Portuguesa de Profesionales de la Imagen y del congreso de fotógrafos de boda Bodaf, lo que acredita años y años “de mucho trabajo” y cientos de bodas tras su objetivo. “Para mí es un orgullo”, confiesa.

Kake Regueira es consciente de que llega su momento de “disfrutar y compartir” después de muchos años de tener que decir no a planes, fiestas y reuniones. “Fueron muchísimas horas de trabajo y esfuerzo, sobre todo al principio. De alguna manera, sin poder disfrutar de la familia”, recuerda, aunque siente que, pese a todo, ha disfrutado mucho de su trabajo. “No era algo obligado, que eso sí que quema. Cada fin de semana, yo me iba a disfrutar, sobre todo porque mis parejas buscaban mi trabajo y aceptaban mis consejos”, apunta.

Si echa la vista atrás, Regueira todavía se acuerda de que contaba con “una maquilladora de mano para no tener problemas de brillo en las fotografías”. Hoy en día, eso ya no es un obstáculo, pues Photoshop permite hacer retoques que eliminan las imperfecciones. Aquello era diferente. “Antes era más difícil. Ahora me quedo con el digital pero las mayores satisfacciones que tengo son del analógico. La técnica ya no tiene tanta importancia”, asegura.

El fotógrafo reconoce que el cambio del analógico al digital fue “laborioso”, pero ya no “volvería atrás”, a pesar de que la fotografía actual tiene un apartado de posproducción más complicado. “Da más trabajo porque hay que procesar las imágenes. Me acuerdo que antes mandabas todo al laboratorio y ya acababas”, comenta.

Etapas que han marcado la fotografía y, por tanto, su vida, siempre pegado a una cámara que hoy sigue a su lado, aunque ya no es su trabajo a tiempo completo. “Hay cosas que no tienen beneficio, es solo aportar el conocimiento y estar distraído”, concluye Kake Regueira.

El fotógrafo reconoce que sigue “muy metido” en este mundo y tampoco tiene intención de salir de él, por eso se empeña en recordar que lo suyo es “una jubilación activa”. En los próximos meses, se colocará tras su objetivo para inmortalizar a aquellos novios que han aplazado sus “sí, quiero” por el coronavirus. “Si no lo dejo por falta de trabajo, lo que quiero es más tiempo libre”, añade.

Momentos de ocio que ya sabe cómo ocupar. Su nueva pasión es el golf. “Empecé a jugar hace dos años porque todos mis amigos juegan. Iban por ahí a jugar, a Asturias por ejemplo, y yo no podía porque mi trabajo era los fines de semana. Ahora sí puedo y me encanta. Descubrí una nueva faceta para rellenar los tiempos muertos”, reflexiona Regueira.

Otro de sus retos es seguir participando en cursos formativos y trasladar sus conocimientos a otros fotógrafos. “Me gusta mucho esa labor docente. Porque esto no se trata de tener una varita mágica, sino de, a lo largo de los años, crear un estilo, aprender de los demás y ponerlo en práctica”, resume. Colabora con la Federación Española de Fotógrafos Profesionales, algo que quiere seguir haciendo ahora que dispone de más tiempo libre, y desde su estudio ha organizado cursos para recrear bodas y formar a nuevos talentos. “Ahora tengo un nuevo proyecto con la Fundación Andante, que ya ha aprobado la Xunta, para dar clase a gente mayor. Me lleva tiempo preparar las charlas. Mi idea es salir a exterior y hacer fotos de hormas de zapatos”, revela.