De ruta histórica, de hilo vertebrador de O Peruleiro y enclave semirrural en la ciudad a patio trasero, a parking público improvisado. El Camiño do Pinar languidece un año después de que el bloqueo plenario a la aprobación de la modificación del plan general para la reordenación del polígono del Parque del Agra lo enviase al limbo. Las discrepancias surgieron en otros puntos del acuerdo y esta vía acabó convirtiéndose en un daño colateral. Engullida por el cemento, copada por la falta de plazas de garaje en el barrio y afectada por la ocupación de viviendas y la degradación, los vecinos reclaman una acción decidida que les saque “del abandono” y que consolide un nuevo escenario de casas unifamiliares y de conservación de su estructura tradicional para la que había unanimidad entre los grupos municipales de María Pita.

“Le enviamos un escrito a la alcaldesa y no nos contestó”, avanza Francisca Vázquez, propietaria de una de las viviendas en la entrada del camino que fueron levantadas “hace más de un siglo” y que pertenecieron “a una familia de carpinteros”. “Si supuestamente no estamos incluidos en el parque del Agra y somos una zona residencial, le preguntamos qué podemos hacer. Es que ahora mismo no podemos ni arreglar ni vender. Hubo buenas palabras, sellaron el documento y nada más”, relata quien a sus 70 años aspira a disfrutar de la casa donde nació, de los beneficios de una zona rehabilitada o, al menos, que lo haga “una” de sus “hijas”. “Mi padre murió hace once años y ya se hablaba de todo esto con el plan de Francisco Vázquez y aquí seguimos. No sé si lo llegarán a ver mis ojos”, asegura incrédula.

Las ocupaciones y haberse convertido en el ‘parking’ del barrio acrecientan la degradación

“Ahora estamos para ser el aparcamiento del barrio. Es que se pasan, se colocan delante de las casas, donde sea”, afirma Eladio Romero, propietario de Villa María Luisa, una vivienda situada unos metros más arriba, en la acera de enfrente, y construida hace casi ochenta años, en 1942. Su nombre aún se puede leer en un cartel a la entrada y se lo debe a la primera nieta del suegro de Romero, que regentaba una casa de comidas, a la que surtía con los productos surgidos de esa huerta y con los animales que ahí criaba.

Lejos queda el esplendor y la importancia que tuvo en siglos pasados esta vía, cuando acogió uno de los varios fielatos de la ciudad, esos puestos de cobro de impuestos por la entrada y salida de productos para la venta en A Coruña. Hoy, en cambio, luce el abandono en gran parte de Camiño do Pinar, aunque muestra un aspecto irregular. Hay algunas casas que apenas se sostienen, otras directamente están derruidas o quemadas. Surgen también entre el asfalto las fincas donde el monte alto gana terreno y otras viviendas aparecen arregladas en una especie de aviso del “potencial” que esconde la zona. Una de ellas es la de Chema Cañás, que reconoce que si se solventan los problemas es un “sitio magnífico para vivir”, “es como estar en un pueblo en el medio de la ciudad”. Junto a él han llegado nuevos vecinos a la zona, que desean sortear la incertidumbre y adelantar movimientos en un entorno que se revalorizará si es capaz de sobreponerse a las dudas urbanísticas.

Algunos vecinos esperan respuesta a un escrito enviado al Concello para saber “qué” pueden hacer

Aun así, el anhelo de un porvenir mejor no le impide a Cañás ver el presente, que es sombrío y sin el atisbo de una salida tras haber rozado una solución el 5 de marzo de 2020. “Se paralizó y ahora es el abandono total. La cantidad de coches que hay impide pasar a ambulancias o coches de bomberos”, relata haciendo referencias al último conflicto de 2019 en el que ardió una casa.

Algo más de una docena de vecinos que conviven también con un firme degradado y con la presencia continua o cíclica de ocupas. “Mi primo tiene otras dos casas (del grupo de la familia de carpinteros de la entrada) y una se incendió y la otra, según me dicen, se la acaban de ocupar de nuevo”, asegura Francisca Vázquez. “La tapió para ponérselo más difícil, pero ya me han avisado de que han vuelto a entrar. Cada cierto tiempo vuelve a pasar”, relata. “Es un verdadero problema y solo esperamos que nos den una solución”, concluye.