El de este martes fue un día para el recuerdo para la comunidad educativa de los colegios e institutos coruñeses. Hubo quien pronosticó, el pasado septiembre, que no sería posible terminar en condiciones las clases dada la situación sanitaria. Con la clausura del curso escolar, en tiempo y forma y casi en circunstancias normales, familias, profesorado y estudiantes de todas las edades demostraron a los agoreros que se equivocaban.

Las familias del colegio FESD Santo Domingo estallaron en aplausos a sus docentes en agradecimiento por haber dado lo mejor de sí en un año en el que todo parecía estar en contra. El aplauso fue mutuo, también desde las ventanas. “Fue emocionante. Nos hemos sentido arropados por las familias y acompañados durante todo el curso, los más pequeños nos han dado una auténtica lección. Los mayores estallaron hoy de júbilo, llevan un año aguantando estoicamente casi encerrados”, reconoce, emocionada, la directora del centro, Fernanda Bouza. El colegio, como muchos otros, tuvo motivos para celebrar la despedida. “Ojalá el año que viene ya esté todo más normal. Ahora nos da la sensación de que podemos con lo que sea”, asegura Bouza.

Elementos como la cercanía, el trato y las relaciones han tenido que quedarse, en cierto modo, por el camino en un año en el que hubo que prescindir del contacto para sustituirlo por grupos burbuja, aulas reducidas y, en muchas ocasiones, renunciar a las excursiones y otras actividades. Atrás quedan nueve meses en los que la programación la iba marcando el avance o retroceso del virus. En la balanza final, todos coinciden en que ha compensado. El sentimiento mayoritario, además de la emoción, el alivio.

“Las expectativas estaban muy bajas, pero se ha conseguido que la asistencia presencial se mantuviese gracias al esfuerzo de todos. Es una gran satisfacción para las comunidades educativas; docentes, familias, administración. Todos han colaborado y han afrontado este año con valentía”, valora la presidenta de la Asociación de Directores de Institutos de Galicia, Isabel Ruso, directora del Instituto Eusebio da Guarda. “El resultado obtenido ha ratificado que se pueden hacer las cosas bien”, afirma.

El año escolar no estuvo exento de rebrotes en las aulas, que obligaron a cerrar, en ocasiones, algunas clases durante unos días. Una circunstancia que, a la hora de hacer balance, no obstaculizó el desarrollo normal del curso. “Los brotes fueron aislados, pero el cierre de aulas durante unos días no hizo que la educación se resintiese, al contrario, siguió funcionando”, juzga el presidente de los directores de Centros Públicos de la ciudad y director del colegio Curros Enríquez, Antonio Leonardo Pastor.

Ello hay que agradecérselo, además de a la implicación de los docentes para que las clases siguiesen su curso pese a las circunstancias, a la irrupción definitiva de las tecnologías en el desarrollo de la docencia a todos los niveles. “Estas tecnologías tienen que tener más relevancia en las aulas. Tenemos al alcance la manera de formarnos y los recursos, no tenemos excusa para no hacerlo”, asevera Pastor. Una herramienta que este año actuó como salvavidas, pero que en cursos venideros puede suponer un refuerzo y una auténtica oportunidad. Algo en lo que ambos directores coinciden plenamente. “Esto nos ha obligado a reciclarnos. Estas aplicaciones no solo tienen que servir para cuando estemos confinados, hay que sumarlas a la enseñanza”, concluye Ruso.