“Por la cándida adolescencia”, brindaban Karen y Denys, Meryl Streep y Robert Redford, en Memorias de África. A Manuel Suárez Casal (A Coruña, 1972) ese brindis, esa idea de “celebrar no morirse”, se le quedó guardada “en la recámara” y le sirvió de mecanismo para su proceso creativo. La candidez inspira y brota de la última colección pictórica del artista coruñés, que toma por título aquella frase nostálgica de Redford y Streep en la película y la deja impresa en los lienzos que hasta el próximo 1 de agosto se exhiben en Palexco.

“La muestra trata de la candidez, que creo que es una virtud que todo ser humano tiene y que nadie pierde. Es algo que hay que atesorar en diferentes momentos, tanto de éxtasis como de decadencia, y que muchas veces intentamos ocultar, y más en la adolescencia, que es cuando está en pleno esplendor. Por eso me agarro a ese brindis”, explica Suárez.

La candidez es, por tanto, el motor de la exposición y la abstracción, el vehículo. El catálogo de las obras colgadas en Palexco apunta que el autor “no se cansa de danzar con su pareja más seductora, la abstracción”, un proceso para exigir a la mente y provocar a la vez fuertes emociones. “A mí [la abstracción] me ha sacado a bailar. Aunque sí es una buena pareja de baile, no todo el mundo es seducido fácilmente por ella. Porque si el baile es vaciarte como creador, la abstracción te vacía hasta el infinito y más allá. La figuración, la geometría, los expresionismos… tienes muchas armas para hacer muchas cosas. La abstracción te pide mucho para hacer que la gente entienda tu arte y vibre. Cuando se produce esa comunión, es lo máximo”, reflexiona.

Los cuadros de Manuel Suárez, de quien la poeta Yolanda Castaño resalta en un texto del catálogo que “quiere olvidarlo todo, poner los ojos y la mente en lienzo y volcarse en la materia hasta desvariar de acrílico”, comenzaron a tomar forma en 2019. Continuó trabajando en ellos y a pintar más en 2020, en su refugio particular mientras la población se confinaba en los suyos por la pandemia. Pero el coronavirus, que ha inspirado y despertado ideas en muchos creadores, no tiene permiso para “contaminar” la cándida adolescencia de Suárez: “No quería que el COVID quedara reflejado en la exposición, que la manchase. Hay grandes obras que salen de momentos de caos o de victoria, pero yo no quería nada triste. El proyecto no iba de eso, la idea era abstraerme”.

Aunque se define como un autor “de mucho gesto, a veces rabioso”, los trazos y colores empleados por Manuel Suárez impactan por su contraste, por formas intuidas que en esta colección, admite —y el público le ha dicho—, “transmiten más tranquilidad”.