La aprobación ayer por la Junta de Gobierno Local de la caducidad de la licencia de derribo del edificio de la avenida de Oza que durante décadas fue concesionario de la firma Citroën supone la imposibilidad de que pueda ser demolido a partir de ahora, ya que el pleno municipal dio el pasado noviembre el visto bueno a la inclusión de ese inmueble en el catálogo del patrimonio del plan general.

La empresa que posee la mitad del edificio había reactivado en febrero el proceso para derribarlo y que había sido iniciado en 2016, año en que se presentó la segunda solicitud de licencia para echarlo abajo, ya que en 2012 lo hicieron aprovechando que el Gobierno local del PP le retiró la protección con que contaba durante la tramitación del plan general.

También en aquella ocasión el proyecto no se llevó a cabo, por lo que cuatro años más tarde los propietarios volvieron a presentar la solicitud de licencia, pero el Ejecutivo de Marea Atlántica, al mismo tiempo que se la concedía, inició los trámites para devolver el inmueble al catálogo del patrimonio. Esta última tramitación no pudo completarse antes de que se autorizase el derribo y los recursos planteados en los tribunales por el Concello no consiguieron que esa decisión pudiera anularse. La última decisión judicial fue del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia en julio de 2020 y confirmó la vigencia de la licencia, por lo que el Gobierno local comunicó a los propietarios que podían ejecutar el derribo.

A principios de año ambas partes iniciaron unas conversaciones cuyo objetivo era impedir la desaparición del inmueble, pero la falta de resultados llevó a los dueños a solicitar en febrero que se les permitiese derribarlo, para lo que se les dio un plazo de tres meses.

Al haber transcurrido ese periodo sin que se iniciasen las obras, el Concello dio comienzo al proceso para declarar la caducidad de la licencia, que concluyó ayer con la aprobación de ese trámite por la Junta de Gobierno Local. A diferencia de 2016, el edificio está incorporado ahora al catálogo del plan general, por lo que si los propietarios reclamasen de nuevo su demolición, no se les podría conceder debido a la protección que le otorga.

Durante este largo proceso hubo incluso un intento para subastar la cuarta parte del inmueble, aunque al ser indivisible del resto, no llegaron a presentarse ofertas y la operación fue declarada desierta. La decisión de los propietarios de demolerlo cuenta con la oposición de la asociación de vecinos de A Gaiteira-Os Castros, que considera a este inmueble como una de las señas de identidad del barrio.

El que fue concesionario de Citroën fue diseñado en 1966 por el arquitecto Andrés Fernández-Albalat y fue considero como uno de los mejores exponentes de la arquitectura industrial de la época en A Coruña. El inmueble ocupó el espacio que anteriormente había sido un taller para camiones y se dedicó a la venta de automóviles hasta 2012, fecha en la que la empresa Luis Rodríguez Amado cesó su actividad tras haber entrado en concurso de acreedores un año antes.

El propio Fernández-Albalat defendió el derribo e incluso redactó el proyecto para acometerlo al estimar que las obras realizadas durante los últimos años habían desvirtuado su concepción original. Pese a esta opinión, y debido a sus valores ambientales, fue incluido por el Concello en el listado de diez construcciones —junto a otras como la escuela Pablo Picasso y las viviendas de Os Mariñeiros— que en el pleno de noviembre de 2020 fue incluido en el Catálogo de Edificios Protegidos del Plan General de Ordenación Municipal. Esta modificación fue aprobada de forma provisional, por lo que aún requiere del visto bueno definitivo.