Cuenta Teresa Mendi, la coordinadora de la ONG Aire, que necesitan nuevas manos en el ELNA Maternity, en Atenas, en el edificio en el que dan atención a familias de refugiados con niños y también a embarazadas y/o con bebés a su cargo y en el que se acumula el trabajo. Actualmente prestan servicio a unas noventa personas, a las que dan refugio, sustento y atención escolar y sanitaria. Cada día, según explica Mendi, es una lucha. Una lucha contra la burocracia y también contra los números, ya que a las facturas han de sumarle un quebradero de cabeza más: enfrentarse a una mudanza, ya que les van a subir el alquiler y no pueden asumir la nueva renta.

Ahora tienen que buscar otro inmueble que se ajuste a su presupuesto y también hacerle las reformas que precise para convertirlo en un hogar en el que los niños desplazados y sus familias puedan tener la oportunidad que sus países de origen les negaron.

Buscan voluntarios que se quieran unir a su proyecto, y, para ello, han iniciado una campaña en redes sociales. “El ELNA Maternity funciona con voluntariado y necesitamos cubrir una plantilla de entre ocho y once personas. Buscamos siempre algún perfil sanitario y de docencia, maestros, monitores de tiempo libre... El tipo de voluntariado que se hace aquí puede ser de larga estancia, desde tres meses a un año; o de corta estancia, desde tres semanas a dos meses”, relata Mendi. El voluntariado de corta estancia tiene como objetivo el trabajo en el terreno, que los que vayan conozcan la situación que hay en Atenas y, para ello, hacen actividades. Para el de larga estancia necesitan perfiles más especializados, a los que se les delegan otras responsabilidades durante su tiempo en la maternidad.

Comenta Mendi que ya se han interesado algunos candidatos en este proceso que, si bien está abierto a toda España, ya que son seis entidades del Estado las que sostienen el ELNA Maternity, la selección se hace íntegramente desde A Coruña. A los aspirantes les piden un currículum y también una carta de motivación, aunque también les explican que han de estar dispuestos a sufragar su estancia en Atenas y también su traslado, porque la ONG no se hace cargo de estos gastos, aunque sí que dispone de tarifas de alojamiento en el centro para los voluntarios, por ejemplo, para los que acuden por un mes, de diez euros al día con derecho a la comida del mediodía, que la hacen dos familias de las que están alojadas en el centro. Las tarifas se van reduciendo a medida que se amplía la estancia, por lo que, los que colaboran durante más de cuatro meses no tienen que pagar por vivir en Atenas.

“Una vez que la gente acepta estas condiciones, hacemos una valoración, si los perfiles que recibimos se ajustan a lo que necesitamos, les llamamos y vamos cerrando fechas para que puedan venir. De A Coruña ha venido muchísima gente, porque como la ONG es de ahí, cada persona que viene se lo recomienda a una amiga o a un familiar”, confiesa Mendi. Y es que, el ELNA Maternity lleva ya tres años en funcionamiento y se financia casi íntegramente con aportaciones privadas, entre ellas, las tarifas de alojamiento del voluntariado.

El ELNA Maternity notó el incremento de familias que llegaban a Atenas con el incendio del campo de refugiados de Moria, en septiembre de 2020, pero también ahora, con la ola de calor y los incendios que ha dejado a su paso en todo el país, también en los barrios cercanos al edificio y en el transporte público.

“El acceso a un campamento cercano fue cortado por el fuego, entonces, hubo gente que se tuvo que quedar en Atenas. Es cierto que este año, con el coronavirus, estamos viendo menos gente en la calle, aunque eso no quiere decir que no la haya, porque sigue habiendo mucha, y cuando suben las temperaturas siempre es todo más difícil porque no es solo que no tengan dónde ir, es que no tienen ni agua, porque en Atenas no hay prácticamente fuentes”, relata Mendi. “En estos últimos dos meses, la situación ha cambiado en Grecia, ya que el Gobierno emitió una nueva norma por la que, según explica, quienes no se alojasen en los edificios oficiales del Gobierno griego, se les cortaría la ayuda económica que tienen, por lo que, las familias que estaban alojadas en el ELNA Maternity, han tenido que abandonarlo”, dice.

Lo que podría parecer una buena noticia, “no lo es”, según explica Mendi, ya que esta ayuda del Gobierno griego “tiene fecha de caducidad”, de modo que, pasados unos meses, se haya arreglado o no su situación, las familias tienen que abandonar los edificios oficiales y vuelven a la calle. En ELNA, sin embargo, eso no pasa, ya que las familias se quedan en el edificio el tiempo necesario para poner en orden su situación. A pesar de esta medida, los usuarios no han bajado en el ELNA Maternity, siguen siendo aproximadamente 25 y unas noventa personas, ya que se van renovando.

“Es un proyecto precioso, pero es una inversión a fondo perdido”, describe Mendi, ya que tienen que hacer frente a gastos como comida, pañales o medicinas, que no tienen retorno y la naturaleza de la iniciativa complica su acceso a las ayudas públicas. “En cooperación no entramos porque estamos en Europa; en emergencias, tampoco, porque es una actividad planificada, por lo que solo nos quedarían las ayudas específicas de refugio que, normalmente, están destinadas a entidades más grandes que nosotros... Nos vamos quedando fuera de todas las opciones y por eso tenemos muy poca financiación pública, como un 20% del gasto anual total, que es de 110.000 euros”, explica Mendi. Es por ello por lo que recurren a las donaciones privadas en plataformas como migranodearena.org para poder subsistir. “La verdad es que ahora esperamos un milagro, porque estamos con el agua al cuello todos los días. Con respecto al refugio no somos nada optimistas. Yo llevo viniendo tres años y veo la evolución y cada vez lo veo más congestionado, hay más tensión entre la población griega y la refugiada, peores atenciones a todo el mundo... Nada augura que vaya a haber cambios a medio o a corto plazo, por lo que la desesperación es mayor”, declara Mendi.