De acuerdo con el Observatorio da Vivenda de Galicia, A Coruña es el municipio en el que el mercado de alquiler está más activo este año: se han depositado 3.728 fianzas hasta finales de agosto, más que en ningún otro concello, y ese récord se lleva produciendo al menos desde 2014. El año pasado fueron 5.347, superando en más de 400 a Vigo, pese a la mayor población de esta ciudad. Pero este dinamismo también tiene un lado oscuro: con la demanda superando a la oferta, los que quieren arrendar piso se encuentran con precios que obligan a elegir entre ahorrar y vivir solo, viviendas en malas condiciones, y exigencias por parte de los arrendadores que funcionan como barreras para los que no tienen un puesto fijo, una renta por encima de la media o avalistas solventes.

Íñigo Rolán, en el piso que comparte con una compañera en San Diego. | // VÍCTOR ECHAVE

La variable más visible en los alquileres es el precio. De acuerdo con datos del Observatorio da Vivenda de Galicia, la renta mensual media era de 403,4 euros al mes, y, ahora, de 523,5, una subida que roza el 30%. Esto coincide, casi al detalle, con la experiencia de Sandra López, que, cuando llegó en 2014 a A Coruña para estudiar, encontró pisos de 400 euros “en buenas condiciones, que cumplían las necesidades”. Tras unos años fuera de la ciudad, volvió en 2020 y “noté que el precio de salida era de 500 euros o más, y por menos, solo se encuentran pisos de calidades muy bajas”. Para esta joven de 28 años, “cada vez se piden precios más desorbitados por viviendas en malas condiciones”. En las cercanías de la Estación de Trenes, explica, “hay muchos pisos sin estándares mínimos, pero en los que el precio del metro cuadrado no baja demasiado. Impera más la zona que el estado”.

Edificios de viviendas en la calle Juan Flórez. | // VÍCTOR ECHAVE

Para Ruth Jiménez, de 46 años y que alquila un piso en solitario en Monte Alto desde hace tres, la subida “va por zonas: hay algunas que se están descontrolando”, y que para ella son, de manera destacada, el barrio en el que reside ahora y la Ciudad Vieja. Por contra, cree que otras “están más o menos a la par que hace seis años; zonas como la de Juan Flórez y el Ensanche no creo que hayan subido en exceso”. Aunque ella no estaba en la ciudad en esa época, por la experiencia de conocidos considera que los precios eran “un pelín más baratos”.

Otros perciben que el aumento se ha acentuado en el último año. Íñigo Rolán y Alejandro Vázquez, dos jóvenes que ahora tienen 24 años, llegaron a A Coruña en noviembre de 2020 y alquilaron un piso compartido en la calle San Diego. “Tardamos muy poco en encontrarlo, y pagábamos 600 euros” explica Vázquez. Unos meses después, en verano de este año, este joven decidió mudarse para vivir solo. “Fue muchísimo más complicado: todas las opciones eran muchísimo más caras, pisos de peor calidad, y en peores condiciones, que, en la mayoría de los casos suponían más de la mitad de mi sueldo” señala Vázquez, que considera que, si hace un año se podían encontrar pisos por 600 euros en “muy buenas condiciones”, en su última búsqueda por ese precio solo hallaba “pisos que en Santiago eran de estudiante: sin ascensores, sin calefacción, sin garaje”. Los datos anuales no muestran un cambio significativo entre estos dos años, pues en 2020 el precio medio en A Coruña fue de 530 euros; es posible, sin embargo, que se encontrasen con una bajada durante el verano de la pandemia.

En todo caso, la alternativa para Vázquez fue irse a zonas más baratas. “Hay sitios con bastante oferta, como Cuatro Caminos, Orzán y Monte Alto, pero es inviable. Las zonas más asequibles son Os Castros, por la parte que da al complejo hospitalario, o la parte de O Ventorrillo”. Tras un periplo de unas tres semanas, acabó encontrado en Vioño, “y de milagro”, un piso por 510 euros, con garaje pero sin gastos, y con un trato cerrado en el filo de la navaja. “El día que fui había tres personas para cogerlo, y la casera me metió presión, diciendo que podía cerrar el alquiler con otra pareja” recuerda.

Mientras tanto, Rolán también se planteó vivir solo, pero ha renunciado a ello por prudencia económica. “Para conseguir algo medianamente digno” explica “se me va la mitad del sueldo en alquilar. Te da para vivir, pero ahorras cero y vives para trabajar”.

No es un problema exclusivo del joven, pues el alquiler ha ido haciéndose más prohibitivo para el coruñés medio durante la recuperación de la crisis pasada, pese a la subida de los salarios. Si entre 2014 y 2019 los precios subieron un 24,5%, de los 403 a los 502 euros, entre 2013 y 2019 la renta disponible para los vecinos de la ciudad se incrementó un 19%. La decisión, para Rolán, está clara: seguir compartiendo piso hasta que encuentre algo que no lo deje al descubierto.

El ‘casting’ para conseguir piso

Para muchos jóvenes o personas con trabajos precarios, otro problema son los requisitos que se piden, pues, ante la alta demanda, los arrendadores se pueden permitir ser muy selectivos.

Cuando Sandra López volvió a la ciudad en 2020 para hacer un doctorado remunerado, también decidió compartir piso con una amiga. Pero cuando empezaron a buscar aún no había cerrado el contrato, y su compañera, aunque ya tenía nómina, no estaba indefinida, con lo que tuvieron que conformarse “con un piso algo por debajo de lo que queríamos”. Esto lo achaca a que “ahora todas las inmobiliarias aconsejan un seguro de impagos, y calculan que el alquiler tiene que ser un tanto por ciento inferior a los ingresos totales; a nosotras, para pagar 500 euros, con solo el sueldo de mi compañera, nos decían que no”, explica, sin atender a que ella iba a firmar el contrato “en unos días” y aportar un segundo salario. Este año, ya con más estabilidad, encontraron un piso mejor.

Pero lo que le parece más indignante de los seguros de impago es que se intenten cargar al arrendatario tras atraerlo con publicidad engañosa. “En algunas inmobiliarias, incluso en Idealista, ofertan el piso aun precio y luego pretenden que pagues el seguro por encima, como si fuese un gasto como la wifi. Si el propietario quiere cargarlo en la renta y hacerlo más caro, bien, pero que te lo hagan pagar a ti no me cabe en la cabeza”.

Ruth Jiménez también se encontró con problemas en algunos de los pisos a los que quiso acceder, en especial uno que, además, no era un palacio. “Para un quinto sin ascensor, bajo cubierta y antiguo te pedían dos meses por adelantado, seguro de impago pagado por ti, y nómina”.

En su caso no puede presentar una nómina, ya que es una trabajadora autónoma, y se encontró con malas caras al explicarlo: “Me decían que llevaba menos de un año, que no les servía”. Al hablar con los propietarios de otras viviendas que pensó en alquilar “no hubo tanto lío, pero muchos piden nómina y aval; en dos pisos me preguntaron si tenía trabajo fijo, si bien en otros dos no”. En su actual piso “es en el que menos casting me hicieron”, pero, aún así tuvo que presentar un aval de un familiar para poder alquilar.

Jiménez vivió en otras zonas de Galicia, y siempre, señala, encontró precios elevados de alquiler: “400 euros en O Grove, 500 en Vigo...”. Pero volver a A Coruña no le pareció “más barato”. Ahora, considera, no se puede encontrar un piso “medianamente aceptable” por debajo de los 600 euros. Para esta autónoma, el mayor problema se da para intentar adquirir vivienda. “Estoy buscando un piso para comprar y es una odisea” señala, en especial en algunas zonas como Monte Alto.

Sin embargo, los datos estadísticos apuntan a que en la ciudad ha habido un mayor incremento en los precios de alquiler que en los de compra en los últimos años. Si en los últimos siete años los arrendamientos se incrementaron casi un 30%, entre 2013 y la actualidad el precio del metro cuadrado residencial en la ciudad pasó de 1.534 a 1.809 euros. La subida, por tanto, fue del 18%, y precios de los arrendamientos subieron sustancialmente más que los de las ventas de pisos en el mismo periodo.