A estas alturas, es posible que no quede nadie que aún no se haya enterado: este año se cumplieron 100 años del fallecimiento de Emilia Pardo Bazán, una de las grandes figuras de la literatura de principios del siglo XX. Aunque su vida y obra gozan de una indiscutible entidad propia, su nombre va, en múltiples ocasiones, aparejado a otro grande de las letras españolas: Benito Pérez Galdós, con quien estrechó, durante décadas, una relación que pasó por diversos etapas, desde el plano sexual al intelectual, y que mantuvieron hasta el final de sus días. Lo resume la catedrática Yolanda Arencibia: “Siendo galdosiana, me veo casi obligada a ser pardobazaniana”. Curiosamente, el año 2020 tendría que haber sido, y de hecho, fue, el Año Galdós, fallecido un año antes que la condesa de sus amores. El condicional tiene su razón de ser, pues el estallido de la pandemia truncó las conmemoraciones de las que sí gozó su compañera en 2021, aunque sin grandes alardes, cuando la situación sanitaria lo permitió.

Dos grandes de la literatura, dos centenarios a medio gas por la misma circunstancia. Lo sabe Arencibia, dedicada al estudio de Benito Pérez Galdós y directora de su cátedra en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, que viajó a A Coruña la semana pasada para participar en el Congreso Internacional Emilia Pardo Bazán 100 anos despois, que reunió, al amparo de la Real Academia Galega, a lo más granado del panorama intelectual gallego, nacional e internacional en el campo de estudio de la figura de la escritora.

Yolanda Arencibia, catedrática experta en Galdós, en la Casa Museo Pardo Bazán | // REAL ACADEMIA GALEGA

“El año Galdós nos cogió en pandemia. Muchas actividades quedaron en el aire, aunque no fue tan negativo como pensamos. Yo tuve ocasión de hablar de Galdós en Edimburgo y en Londres, se publicaron monografías importantes. No estoy disgustada con cómo salió. El de doña Emilia está resultando bien en todos los sitios”, valora la catedrática a un año vista. Al congreso coruñés viajó con su ponencia Galdós entre Emilia Pardo Bazán y Concha Morell, que abordaba la conexión entre dos de los grandes amores del literato canario; la escritora coruñesa y la actriz Concha Morell, dos mujeres tan determinantes en la vida del escritor como diferentes entre sí.

“Emilia era una mujer atractiva como persona, como intelectual, como escritora. Era un ejemplo, por salir de lo que estaba escrito para ella por ser una mujer burguesa de su tiempo”, comenta Arencibia. De Pardo Bazán quedan pocos secretos por desvelar tras este año de conmemoraciones; de Concha Morell, mucho menos prolífica en su actividad, poco sabe el gran público. Veintiún años más joven que su amante, de Morell se sabe que no llegó muy lejos en su profesión como actriz, que se convirtió al judaísmo, que se definía a si misma como “anarquista” y “con aversión a la autoridad” y que murió de tuberculosis con 42 años. “Tuvo mala suerte en la vida. Era una persona voluble, poco centrada, pero inteligente. Quiso ser actriz pero no tenía las aptitudes para ello. Acabó mal, no podría ser de otra manera”, juzga Arencibia, que encontró una conexión entre ambas amantes de Galdós a través de la correspondencia que mantuvieron a lo largo de su vida.

Se trata de una referencia literaria, extraída de una historia inglesa de la época de las cruzadas, que aparece, primero, en las cartas que se intercambiaban Emilia Pardo Bazán y Benito Pérez Galdós, y, diez años más tarde, se repite en las misivas del escritor con Morell. “Tenemos un diálogo amoroso de este hombre tan sabio con sus amantes, con las que hablaba de todo. Este pequeño descubrimiento permite enlazar las primeras cartas de doña Emilia con las últimas de Morell”, explica la experta galdosiana.

A través de la correspondencia que se conservó hasta nuestros días, se puede conocer, además de la relación que mantenían ambas figuras, en cuyas cartas desfilan referencias literarias, comentarios de sus obras y expresiones de afecto, aspectos curiosos de su personalidad. En el caso de Pardo Bazán, se revela a una Emilia entregada al escritor canario, que no se casó nunca y mantuvo relaciones con varias amantes a lo largo de su vida. “Ella fue una mujer muy entregada a don Benito, que tuvo varias amantes. Su relación con doña Emilia no podía ser normal porque ella estaba casada. En sus cartas, ella era capaz de hablar sobre literatura, pero dejando escapar que era una mujer enamorada. Fueron amigos hasta el final. Ella se portó muy bien con él, quizá otra mujer no le habría perdonado tanto”, especula.

Con todo, Benito Pérez Galdós tuvo también su contraparte cuando fue preciso, defendiendo a su amante cuando, por costumbres de la época, era excluida de según qué espacios por su condición de mujer. “Él escribió sobre ella elogiándola. La defendió en público, en la prensa, cuando la rechazaron para entrar en la Real Academia Galega. Él siempre protestó por eso, y llegó a decir que estaría orgulloso de tener un compañero como ella”, señala.