El precio de un café se ha convertido en un lugar común para hablar de subida de precios, desde las historias de redondeo con la entrada en vigor del euro al taxista que le preguntó al expresidente Zapatero cuánto valía una taza en un bar. Hosteleros y proveedores de la ciudad avisan de que los precios para el consumidor, tanto el que toma el café en barra como el que lo prepara en su casa, subirán en los próximos meses, debido a la inflación en los suministros, y la luz, pero, sobre todo, porque falta producto, y el que hay cada vez es más caro.

“La subida de precio de los cafés buenos es de un 60% desde enero de este año; en los más baratos, de entre un 30 y un 40%, y no hay previsión de que se vaya a detener el incremento”, cuenta el gerente del tostador y comercializador de café coruñés Siboney, Jorge Gómez. “Un proveedor me ha dicho: llevo desde los años 90 y nunca había tenido una situación como esta. No hay cosas”, cuenta.

Según explica, la materia prima se paga en referencia a su cotización en bolsa, que está incrementándose, pero, a mayores, “no hay café”. El último camión que le llegó antes de responder a este diario lo tuvo que traer de Amberes. “Los almacenes están vacíos, hay problemas de logística. Antes un barco tardaba tres semanas, ahora mes, mes y medio, tardan más los trayectos, hacen más escalas” explica.

¿Cuándo y por qué empezó a subir el producto? La escalada empezó a notarse en julio, quizás en parte por la reactivación del consumo, pero también por una plaga que afectó a las plantaciones de Brasil. Esto se suma a los problemas de suministros y a la “especulación”; la cotización se incrementó en un 7% en menos de una semana, explica, y aunque la bolsa sube y baja, la tendencia a medio plazo es de crecimiento.

Gómez también considera que el problema afecta más a las empresas pequeñas y medianas como la suya. “Las grandes, como Nestlé, hacen adquisiciones a precio pactado a largo plazo, pero nosotros las hacemos según venga la cosecha de café, con un horizonte de compra de tres meses, seis meses...”. Aún así, indica que el gigante suizo incrementará sus precios en diciembre.

“Hay otras empresas que ya subieron en octubre” explica Gómez. Su mayor cliente son los hosteleros, y afirma que hasta ahora han intentado mantenerles los precios, pero que “hay que subir sí o sí”, porque hacerlo se come sus márgenes de beneficios. En otros casos, se ha optado por cambiar las mezclas en los paquetes de café que se venden, optando por variedades más baratas para mantener el precio final.

“Estamos dejando de ganar cantidades importantes, y a los bares también les ponemos las cafeteras, que nos cuesta un 5% más que el año pasado. Nos han avisado de una subida y retrasos en las tazas, no están teniendo cajas de cartón...” desgrana. La fecha que prevé para la subida es enero del año que viene.

Crecimiento en todo el país

El incremento será generalizado. El coruñés Javier Carrá es uno de los responsables de ziba.club, una página especializada en cafés del mundo y exclusivos. “Vendemos lo que producen los tostadores en varias partes del país” explica, y hasta ahora no han subido los precios porque no se los han encarecido los tostadores.

Pero a la altura de esta semana “casi todos nos han mandado emails diciendo que a partir de noviembre, diciembre o enero nos tienen que subir los precios a nosotros. Tienen que encarecerlos para mantener su margen, y nosotros también”.

¿Y por qué no lo han hecho hasta ahora, si el impacto lleva notándose desde julio? “Para seguir compitiendo: nadie quiere ser el primero. El tostador que no suba será por una decisión estratégica, por ganar cuota de mercado, pero el impacto lo han tenido todos” explica Carrá. Y, con la actual coyuntura, todos tendrán que hacerlo. A mayores del encarecimiento de la materia prima “cuesta más empacar porque las bolsas son más caras, la electricidad sube, todo está interrelacionado con la subida de precios”.

Este recorte de los márgenes del sector se suma a las consecuencias de la crisis del COVID. En el caso de los tostadores, según cuenta Gómez, que también es vocal de la agrupación empresarial del sector, en 2021 aún quedarán lejos de las cifras de antes de la pandemia.

“Tenemos un estudio que señala que, si la facturación no baja más de un 20% en relación a la de 2019, es un resultado bueno”, si bien la situación ha ido mejorando a lo largo de los meses. Hasta marzo se vendía mucho menos, pero actualmente las cifras deberían “estar empatando” en relación a las de hace dos años.

Y cuando los tostadores incrementen el coste a los distribuidores finales, este llegará inevitablemente al cliente, tome el café en un local de hostelería o en su casa. Carrá indica que “no vamos a sobrecargar el cliente porque sí, no vamos a ganar más dinero” y defiende que el incremento de costes se distribuya a lo largo de toda la cadena, desde el productor hasta el comprador.

Si no, eliminaría la viabilidad de la empresa que ocupe uno de los eslabones. “Todo se va arrastrando para que no lo asuma una sola persona: tenemos que aliarnos todos para que todos podamos comer” defiende.

Subirá el café en las barras

La empresa coruñesa Café Veracruz ocupa varios de esos nichos. Es al tiempo tostadora, distribuidora y hostelera, pues, aparte de preparar el producto, lo vende directamente a clientes particulares y lo sirve en sus locales. La encargada de su local de la avenida de Finisterre, Ana Morales, indica que han mantenido los precios hasta ahora, pero que “tendremos que hacer una pequeña subida para mantenernos en el sector. Afecta al consumidor final, pero nos vemos obligados como empresa”.

Morales explica, como el resto de los tostadores, que se ha encarecido traer materia prima del extranjero, y pone como ejemplo café americano que importan en verde para tostarlo de manera artesanal en A Coruña: “el coste de contenedores subió de 2.000 a 10.000 dólares”. Pero es solo uno de los flancos por los que la inflación va erosionando sus márgenes. “Ha subido también la leche, nos han subido materias primas básicas, y la electricidad, cuando tenemos molinos, neveras, lavavajillas, máquinas de café...”, explica.

La parte positiva es que el consumo del café “parece que se está reactivando” con la salida de la pandemia, y vuelve a tasas comparables a las de antes de la crisis. Debido al coronavirus, y para mantenerse, la empresa recurrió a reinventarse en venta online, expidiendo café a domicilio y ofreciendo nuevas suscripciones.

El presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de A Coruña, Héctor Cañete, coincide en que los bares tendrán que incrementar sus precios, no solo porque algunos ya están notando las subidas que les trasladan los proveedores, sino porque los suministros son cada vez más caros y si mantienen los precios salen perdiendo. “Si sube el café, el precio de la luz, los servicios sociales, milagros no hay: tendremos que subir, el sector tendrá que adaptarse”, defiende.

El encarecimiento, explica, no se limitará al café, sino que “va a tener que subir todo el producto”, en especial por los costes de la electricidad. “Para nosotros es muy importante, y somos los grandes afectados: las cámaras de frío están funcionando todo el día [no solo en las horas más baratas], las cafeteras por las mañanas...” indica.

Desabastecimiento “puntual”

Cañete se muestra menos preocupado por los efectos que el desabastecimiento de suministros debido a los cuellos de botella en las cadenas de distribución puede tener para la hostelería . Al menos a estas alturas “es un tema muy puntual, no creo que haya que darle mayor importancia” señala. Según argumenta Cañete, la falta de material se pueden notar en algunas marcas concretas, pero en todo caso hay alternativas de productos similares.

“Hay falta de abastecimiento de la ginebra Seegram´s, que es top de ventas. Pero yo todavía tengo botellas, y hay otras ginebras de las que hay suministro” pone como ejemplo el hostelero, que señala que “no hay una alarma generalizada, y no hay que ir corriendo a acaparar”.

En lo referente al café, Veracruz trabaja con cafés gourmet, y para el próximo año prevé “falta de producción en ciertas variedades”, que ya se está notando. Un ejemplo es el producto etíope, “el que más nos ha afectado a nivel de costes”. Actualmente el país se halla sumido en una guerra civil, con las tropas de la región de Tigray, opuestas al Gobierno, avanzando hacia la capital, lo que probablemente afectará negativamente al abastecimiento.