La última vez que Los Deltonos actuaron en el Playa Club fue hace 16 años. A la ciudad ha vuelto desde entonces Hendrik Röver y su banda, tan bien recibidos en otras salas como cuando Nonito Pereira ejercía de anfitrión y alargaba las conversaciones sobre música antes o después de una descarga de blues y rock en el Playa. “La diferencia es que esta vez él no estará”, lamenta Röver al recordar al fallecido promotor musical. En su regreso a la sala coruñesa presenta mañana (23.00 horas, apertura media hora antes) la aspereza rockera, “sucia y rugosa”, como la define, de su último álbum, Craft Rock. Música frente a todo aquel que piense que el rock and roll ha muerto.

Arranca el disco y suelta este mensaje: Estáis equivocados, el rock no ha muerto. Y aquí están Los Deltonos, “dándolo todo”.

Así soy yo, me gusta chinchar. El rock, desde luego, no ha muerto. El problema es que últimamente tiene menos exposición. Hablando en términos pandémicos, el rock and roll es una cosa que una vez que te infecta, ya no te curas en la vida.

¿Por qué se dice ahora más que antes que sí ha muerto?

Lo lees por ahí y parece que es una moda decir eso. Las modas musicales suelen ser bastante efímeras, como un pequeño chispazo del que luego nadie se acuerda. Y para tener sus cinco minutos más de atención hay quien dice que lo nuevo es lo bueno y que el rock, algo viejo, ha muerto. De quien dice eso nunca nadie se acordará más, pero el rock and roll seguirá ahí.

Al presentar Craft Rock avisa de que estas canciones nacen de la pandemia y le han salido “sucias y rugosas”. ¿Era necesario advertir?

Vivimos en un mundo de hashtags, definiciones y etiquetas y más que un aviso, tienes que describir un poco cómo es tu libro nuevo. Lo forman canciones escritas en casa durante el encierro y hay un pelo extra de mala leche, seguramente.

La cubierta del álbum muestra varias herramientas de taller. ¿Rock artesanal?

Eso es. Somos artesanos de la canción rugosa [risas].

¿Sería más limpia su nueva música de no haber habido COVID?

¿Quién lo sabe? Podemos preguntárnoslo y nunca lo sabremos. Al estar tanto tiempo en casa, estuve investigando efectos como el fuzz, que no lo tenía muy trabajado, y eso llevó a una manera distinta de enfocar las canciones. Además, desde agosto volvemos a ser un trío, y la nueva energía del power trio renovado le ha dado un empujón y un rebozo más crujiente al sonido y a las canciones. Estoy muy a gusto y los conciertos que hemos hecho este año le han gustado mucho al público.

¿Craft Rock es el paso más coherente a estas alturas de carrera en Los Deltonos?

Los dos discos previos, Fuego y Los Deltonos, iban en esta dirección, con más riff y menos canción, después de años explorando el americana, sea lo que sea ese género.

Uno entra en su web y se encuentra esta leyenda: “El rock americano es posible en castellano”.

Eso siempre.

¿Quién dice lo contrario?

Esa frase también es para chinchar a quienes dicen que el inglés es el idioma del rock. El idioma del rock es el que tú hablas con tu madre o tus amigos. En Ucrania el ucraniano, en España el español; como buen alemán que soy, llevo defendiendo eso toda la vida [risas].

Su nombre acompaña a los últimos trabajos de músicos gallegos como Óscar Avendaño o Sertucha en calidad de productor. ¿Cómo le sienta ese traje?

Cuando uno se pone ese traje intenta que a todo lo bueno que tienen las canciones que te trae la gente se le saque el máximo brillo posible. Uno no está para servirse a sí mismo sino para servir a los demás. Tengo la suerte de contar con una wrecking crew de confianza, los Míticos GTs, y cuando trabajo con cantautores que vienen solos, como Sertucha, no nos cuesta nada coger las canciones de quien sea y transformarlas en un disco en un par de semanas. Lo mejor que puedo decir de mi estudio y de mi trabajo como productor es que cada vez tengo más familia: cuando llega alguien como cliente, se va como familiar, por eso ahora tengo sobrinos en Vigo, Zaragoza, Extremadura…

¿Se alimenta del rock de siempre o escucha rock actual?

Intento estar al día, al menos para poder criticar desde el punto de vista de haber escuchado lo nuevo. Pero a menudo recurro a las viejas canciones: el corazón me lleva a sonidos más orgánicos y menos electrónicos. ZZ Top se me quedó grabado a fuego en los genes.