La plataforma de afectadas por la ampliación del nuevo hospital informa que esta actuación provocará el derribo de 27 viviendas en Eirís. “Dos en la calle Inés Debén, tres en la avenida de A Pasaxe, ocho en Curramontes y 14 en el Castaño de Eirís, cerca de 100 personas que se quedarán sin hogar”, anuncia.

Otra vez la sombra de la expropiación sobre estos vecinos que, desde hace dos años, cuando la Xunta presentó el proyecto, viven con miedo, a la espera de qué va a pasar son sus casas. El Gobierno gallego, que no concreta la cifra de casas afectadas, asegura que está trabajando “con el compromiso adquirido de limitar al máximo la afección de la construcción del nuevo hospital”, pero las reuniones que el director de la Axencia Galega de Infraestruturas con los vecinos afectados revelan que las obras tirarán, al menos, 27 viviendas. “Desde el principio dijeron que iban a ser 19 y que intentarían bajar ese número. Pero ahora no sabemos qué va a pasar con la ampliación de los viales y si eso va a provocar más derribos”, comenta la presidenta de la asociación vecinal de Eirís, Mónica Díaz.

La Xunta, que publicó ayer en el DOG la declaración del hospital como proyecto de interés autonómico, expuso a los vecinos las diferentes alternativas que se plantean, en las que se incluye, según avanzan, “la posibilidad de reubicar las viviendas en el entorno del nuevo hospital”. Los afectados recibirán indemnizaciones, que podrán invertir en la compra de una parcela que les propone el Ejecutivo autonómico, cerca del complejo hospitalario.

Mónica Díaz detalla que “la Xunta se compromete a urbanizar esas parcelas”, pero, avisa, “probablemente la indemnización no será suficiente para hacer frente a los gastos de licencias, planos, arquitectos, construcción...”. La Xunta dice que se les compensará “de forma justa y suficiente”. Entre los vecinos, hay todo tipo de opiniones. “La mayoría opta por esta reubicación, pero hay muchos que no se plantean hacer una casa, como los que tienen 90 años, u otros que nunca pensaron en dejar sus casas”, indica la presidenta de la asociación vecinal, que insiste en que “es una pena que no se eligiera otra ubicación” para el nuevo hospital.

“Nunca pensamos que nos iban a tirar la casa, estamos muy dolidos”

Pedro Magín Prieto se instaló en la calle Castaño de Eirís en 2009. Entonces, la palabra expropiación no formaba parte de su vocabulario. Ahora, trece años después, es su pesadilla. También la de muchos vecinos de su entorno. “Nunca pensamos que nos iban a tirar la casa, estamos muy dolidos, eso es una tomadura de pelo”, confiesa. Tan solo unos días después de reunirse con el director de la Axencia Galega de Infraestruturas, Prieto sigue dándole vueltas a la cabeza. “Nos proponen una reubicación a otra parcela, pero no sabemos las condiciones. Además, no nos la dan, nos la venden. Yo ya compré esta casa porque me gustaba y la sigo pagando”, relata el vecino, que encuentra otro problema a la alternativa propuesta por la Xunta: “Se necesitan permisos de obra, no es tan fácil”.

Hace ya dos años que Pedro Magín Prieto vive pendiente de las noticias sobre la ampliación del hospital y las expropiaciones. “Cuando el presidente Feijóo vino a presentar la infografía hace dos años ya se vio que nuestra casa se tiraba”, recuerda. En aquellas imágenes virtuales, el hospital y su entorno borraba su vivienda, que se encuentra junto al aparcamiento de personal. “Llevamos mucho tiempo viviendo aquí y jamás pensamos que iba a ocurrir esto. De hecho, muchos pensábamos que el nuevo hospital se haría en la antigua fábrica de armas”, expone Pedro Magín Prieto, que todavía no entiende cómo se ha llegado a esta situación.

Él es solo uno de los muchos afectados. En total, 27 viviendas. “Nos dijeron que intentarían afectar a las menos posible y no lo han hecho. Son 27 viviendas y hay que pensar que en cada una viven varias personas. Son muchas familias”, lamenta.

Prieto asegura que han sido “dos años muy complicados”. Los vecinos de Eirís se han tenido que enfrentar “a dos pandemias: la del COVID-19 y la de la ampliación del hospital”. “Hemos ido de reunión en reunión. Aquí no se habla de otra cosa. Ya no descansamos. Eso no se lo deseo ni a mi peor enemigo”, concluye.