¿Es posible no dejar de saltar y bailar durante dos horas en un concierto, aunque sea en un teatro? La respuesta es sí. Lo demostró un menor muy aficionado a Quique González en su directo del sábado en A Coruña. A pesar de su corta edad, el pequeño disfrutó como nadie. Sus padres, incluso, tuvieron que calmar su euforia en varias ocasiones, pero los saltos desde uno de los palcos del Colón no cesaron. Una vez finalizado el concierto, todo el público se puso en pie para entregar al cantautor una ovación inolvidable. Ahí fue cuando Quique González reparó en el entusiasmo del niño, al que lanzó su armónica como regalo. Un fan para toda la vida.