La Opinión de A Coruña

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Las residencias todavía no se mojan

Los centros geriátricos consideran que hay cuestiones más importantes que les afectan en la actualidad y que no se abordan en la nueva reforma que plantea el Gobierno

Residencia de mayores Torrente Ballester. Víctor Echave

La reforma que planteó el Gobierno sobre el modelo de los centros geriátricos comienza a tener reacciones del sector. En el área coruñesa, las residencias le ven lagunas a la propuesta que, de una u otra manera, van a repercutir en el precio de las plazas para residentes. “La reducción de plazas y el aumento de espacios tiene una connotación económica importante que alguien la tiene que pagar”, valora Víctor González, presidente de la Asociación Galega de Directores de Residencias Sociais. “En los centros privados lo tiene que asumir la Xunta y en los privados, el usuario”, añade González, que también es gerente de la residencia Mayores en O Portádego (Culleredo). Los costes de los cuidados a los residentes serían inasumibles con los precios actuales en caso de salir adelante la reforma como está planteada en el borrador.

Otros centros de la ciudad no le temen a las exigencias de los ratios. En la residencia Sant Yago aseguran que ya cumplen actualmente los registros que se exigen el borrador de la nueva normativa. El cumplimiento de los ratios, que exigirían un cuidador por cada dos residentes, supondría “un coste muy elevado” porque “requiere de mucho capital humano”. David García Sampayo, director del centro, pone el foco en lo que más echa en falta en un proyecto del que ya tenía conocimiento desde hace tiempo. “Hay que profesionalizar el puesto de auxiliar de geriatría, que es la primera línea de cuidado en las residencias”, opina García Sampayo. La mejora de la calidad del cuidado, asegura, pasa por una mejor preparación para las propias cuidadoras porque “es una profesión que requiere un gran esfuerzo físico y psicológico”. Invertir en la formación de personal, valora, también implicaría una mejor prestación económica, que terminaría afectando de una u otra manera al precio a pagar por los usuarios.

Mientras el límite de plazas por centro está en discusión, junto con la aplicación de la normativa para todos los centros ya operativos o solo los de nueva construcción, los directores también se preocupan por las incógnitas del borrador, que descuidan perfiles profesionales como fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales y animadores culturales.

Las trabajadoras quieren hablar en presente

Las trabajadoras de las residencias quieren ver mejoras en la actualidad antes de hablar de cambios a futuro. “No importa que sea una residencia grande o pequeña, el tema es que se cumplan los ratios y que haya el personal adecuado” opina una trabajadora de una residencia de A Coruña con las iniciales LAF. “Si a día de hoy cumplieran, ya no estaríamos tan mal”, añade la trabajadora. El escaso personal, la falta de enfermeras y las condiciones precarias en el centro en el que trabaja, asegura, que “le quitan esperanza” sobre una reforma que ve “muy lejana”. Consideran es “indignante” y “una burla” pensar solo en el futuro cuando el presente no lo están arreglando”.

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