Casi tres décadas después del último concierto, el estadio de Riazor fue ayer un templo de la música, el escenario de un festival. Del rock y el blues en 1993 al urban, reguetón, indie y electrónica en 2022. Arrancó Morriña Fest y más de 20.000 personas según fuentes municipales —25.000 según la organización por las entradas vendidas— acabaron por ocupar las gradas y el césped del recinto deportivo coruñés, con calvas y vacíos durante la tarde, cubiertos hacia la noche. Pero hubo ganas de música y de fiesta, y eso se notó, dentro y fuera del estadio, desde el principio hasta el final.

Riazor, templo musical para las ganas de fiesta

Grupos de jóvenes y padres y madres como compañía de sus hijos e hijas menores fueron los perfiles de espectadores más habituales. Vega tuvo el honor de abrir el festival, después de que fuera del estadio los coruñeses Astrogirl, Silvia Penide y Escuchando Elefantes animaran la jornada en sesión vermú. Después actuaron con descaro Funzo & Baby Loud. Unos muy animados Viva Suecia espabilaron al público, que se encendió más con la fusión de bailes pop, dance, trap, funk y reguetón de Lola Índigo. La excitación creció con el colombiano Maluma, que antes de la medianoche congregó a fieles y no tan fieles en el estadio, en el momento con mayor aforo. La electrónica de Crystal Fighters suavizó el ambiente en el cierre.

Riazor, templo musical para las ganas de fiesta

La fiesta de la música continúa hoy con artistas locales como aperitivo (Carlos Bau, Wetsocks y Os Piñeiros) y el coruñés Xoel López (18.55 horas), los escoceses Franz Ferdinand (23.15) y los estadounidenses Black Eyed Peas (1.15) como platos fuertes. Belén Aguilera, Lost Frequencies, Duki y Ozuna completan el día.

Riazor, templo musical para las ganas de fiesta