La Opinión de A Coruña

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Ir a la playa, un acto poco cotidiano

La falta de accesibilidad en los arenales provoca que los usuarios con movilidad reducida vayan menos a bañarse. Pone en riesgo las banderas azules por incumplimiento de las bases

Pasarela para facilitar la accesibilidad en Riazor, que no llega hasta la orilla. | // VÍCTOR ECHAVE

“La silla anfibia está destartalada y el andador no funciona, los y las socorristas son maravillosos y ayudan siempre en lo que pueden, pero el equipo que tienen es el que es. Además, la tarima no llega al mar, como debería, no solo porque la playa de Oza tiene bandera azul y es una exigencia, sino en cumplimiento de la ley española y de la europea”, explica Héctor Tejón, que es uno de los usuarios de la playa de Oza con diversidad funcional y que se siente discriminado por la falta de medios para poder bañarse de manera autónoma en los arenales de la ciudad.

La Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor (Aedac), que es la entidad que concede las banderas azules, ordenó la retirada de la enseña en San Amaro a partir del 24 de agosto por falta de seguridad, ya que los usuarios se tiran desde el antiguo carguero y desde el embarcadero. Finalmente, la entidad concedió una prórroga de 24 horas al Concello para que arreglase estas deficiencias y para poder mantener la bandera azul en el arenal. Según indicaron ayer fuentes municipales, están en proceso de solventar estas carencias y señalizará con carteles las áreas peligrosas del arenal. La entidad está a la espera también de que el Gobierno local cumpla con otro requerimiento que le hizo por escrito y que afecta a Riazor y a Oza, ya que, en una inspección rutinaria, los técnicos de Aedac comprobaron que no se estaba utilizando el material destinado a facilitar la accesibilidad de las personas con diversidad funcional.

“En Oza hay que diferenciar entre el material público y el de la Fundación María José Jove, que es mucho mejor porque tiene, por ejemplo, dos sillas anfibias de buena calidad. Para usarlo, hay que anotarse a sus actividades en la web y elegir un horario de los que tienen disponibles. En julio, por ejemplo, ya no había hueco y había que esperar hasta agosto para entrar en el programa”, relata Tejón. Fuentes de la fundación explican que el Esfuerza es un proyecto emblemático y que, de junio a septiembre, cuenta con nueve monitores titulados y con formación específica para prestar servicio a las personas con discapacidad que acuden a la playa de Oza.

“A mí esta situación sí que me disuade de ir a la playa, sobre todo, solo, porque necesito a dos socorristas que estén pendientes de mí. A Riazor ya no voy porque no me atrevo a bañarme, y a Oza, que es mucho más tranquila, procuro ir con compañía, pero la rampa no llega al agua, como debería”, comenta Tejón, que reclama más y mejores medios para las personas con movilidad reducida, cuando menos, que sean iguales a los que tiene la fundación en la playa de Oza, ya que puede darse la circunstancia de que las sillas que tiene la fundación no se estén usando porque sus usuarios no acudieron ese día a la playa y que la silla anfibia del Concello esté ocupada y más personas con diversidad funcional tengan que esperar para poder usarla. “

Con estas deficiencias sobre la mesa, hay usuarios que deciden no bajar a la playa y renunciar a un acto cotidiano, como es darse un baño, en una ciudad con cinco arenales en los que ondea la bandera azul, una distinción que aboga por la accesibilidad y por la seguridad ciudadana.

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