CARNAVAL A CORUÑA 2023

Merceditas, alma de choqueira

No recuerda un solo año en el que no se disfrazase y su nombre luce ya y para siempre en la calle San José

Mercedes Sánchez Guerra se llama a sí misma Merceditas y, así, la recordarán por siempre quienes pasen por la calle San José porque desde ahora está la placa que la reconoce como Choqueira do Ano 2023. Esta noche casi no pudo dormir con la emoción, cuenta esta mujer de 68 años que no recuerda ningún Carnaval en el que no se disfrazase, ni cuando vinieron peor dadas, ni siquiera, cuando “había que correr porque venían los grises”. Nunca. Porque lo disfruta, porque le viene de familia —su hermana, esta mañana, también estaba disfrazada de choqueira— y porque forma parte de su vida.

Merceditas, ayer, ya vestida de choqueira.   | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

Merceditas, con un gorro de Minnie. | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA / Gemma Malvido

“Yo conocí a mi marido vestido de mujer. Yo iba de gatita, con los bigotes y todo”, rememora, mientras revuelve en bolsas para encontrar una goma del pelo que le falta y enseña tan solo una parte de todos los disfraces que tiene —y más que tendría si le devolviesen todo lo que presta— y que ha atesorado durante décadas.

Mercedes, ayer, se calza los tacones.   | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

Mercedes, vestida de choqueira, en la calle de la Torre. | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA / Gemma Malvido

Mercedes solo fue en comparsas dos veces en su vida, confiesa que no le gusta, porque su alma es choqueira, que no es más que tener imaginación y actitud para ir disfrazada por la calle y disfrutar. “Este es un vestido mío al que le cosí unos volantes, los tacones los compré en un mercadillo y el reloj no funciona, pero para el disfraz, bien vale. A mí me gusta ir sola, prepararme con lo que tengo en casa”, dice Merceditas, subida a sus botines con el símbolo del dólar de más de quince centímetros y con el discurso de que es una artista a la que contrataron para cantar en un casino de Las Vegas, recién aprendido, para justificar que lleva una bolsa grande, en la que esconde unos zapatos bajos de repuesto.

A pesar de que este Martes de Carnaval fue muy especial para Mercedes, su día preferido es el de este miércoles, el del Entierro de la Sardina, en el que se viste de viuda muy rubia y hasta se mete en el agua, si hace falta, para despedir la mejor época del año. “Yo creo que debía durar más”, dice convencida, porque es algo en lo que piensa a diario. “Yo no me jubilé para descansar y aburrirme, me jubilé para vivir y para divertirme”, cuenta Merceditas, que anima a “todo el mundo” a disfrazarse y a vivir el Carnaval como ya lo habían hecho antes sus compañeros de calle, con ilusión.

“Sé amable y serás feliz”, repite durante la mañana como una lección a quien quiera escucharla, porque sabe que es su día, en el que le ponen una placa y en el que le cantan una canción que describe su vida, pero también como una manera de devolver a los vecinos que la paran por la calle o a los medios que quieren hacerle una foto, o una entrevista el cariño recibido durante tantos años en el Carnaval.

Entre vestidos de flamenca, el capote de torero que hizo en la pandemia para no olvidarse de que el Entroido no entiende de virus ni de confinamientos, con paraguas y pelucas sobre el sofá, Mercedes habla de su padre, confitero en Os Mallos, al que le gustaba disfrazarse e ir con la cara tapada, de aquel viaje a Eurodisney en el que cosió un vestido de Minnie por la noche con la misma tela de las cortinas de la caravana de su hijo, para entrar en el parque y ser una más de los personajes de Disney, también de los trece años en los que trabajó en los juzgados, donde animó “a mucha gente” a vivir el Carnaval tal y como ella lo hace, con humor, con bondad y con respeto a la tradición.

“Después fui para un instituto, siempre trabajé paseando el perrito”, dice entre risas, porque es así como le llama a la fregona. “Se lo puse un día y mis compañeras se escarallaban”, recuerda y se prepara para dejar este salón —tiene tres trasteros con trajes de Entroido— en el que se queda tan solo una pequeña parte de su vida, entre brillantes, lentejuelas, bolsos de pedrería y pendientes enormes y baja a la calle, con su gente.

“No sabes cuánto pedí que no lloviese”, confiesa, aunque tiene un paraguas que combina a la perfección con su look de superestrella. Y es que, el Carnaval con buen tiempo anima a los que, a diferencia de Mercedes, tienen dudas de si se disfrazarán para salir.

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