Casi 16.000 vecinos dejaron la ciudad para vivir en otros municipios de la comarca en cinco años

El 60% emigran a Oleiros, Arteixo y Culleredo, que, según sus alcaldes, reciben población joven | Los expertos en urbanismo señalan que hay tanto demanda de zonas baratas como de viviendas amplias y con servicios adicionales

Viviendas construidas en los últimos años en Xaz (Oleiros). |   // I. R.

Viviendas construidas en los últimos años en Xaz (Oleiros). | // I. R. / Enrique Carballo

Un total de 15.896 vecinos de A Coruña la abandonaron entre 2017 y 2021 para ir a vivir a la veintena de municipios que conforman la comarca de la ciudad, de acuerdo con datos proporcionados por el Instituto Galego de Estatística (IGE). De ellos, las tres quintas partes se quedan en los tres municipios limítrofes, empezando por Oleiros, que recibió a 3.718 coruñeses en un lustro, y siguiendo por Arteixo (3.050) y Culleredo (2.756). Los regidores de estos dos últimos Ayuntamientos, y los expertos en urbanismo, indican que en el fenómeno influyen tanto los altos precios de la vivienda en la ciudad como el deseo de viviendas más amplias o la experiencia del COVID.

Para el alcalde de Arteixo, Carlos Calvelo, hay tres factores que atraen a vecinos desde A Coruña, entre ellos la “inversión muy importante” que se ha realizado para proporcionar servicios y el que considera “principal”: la oferta laboral en el municipio, con polígonos industriales activos o en desarrollo y la expansión del puerto exterior. Pero también influye el “condicionante de la vivienda”, que es “asequible” en Arteixo para “personas jóvenes, familias con niños pequeños o gente que se está incorporando al mercado laboral”, al tiempo que hay comunicaciones rápidas con A Coruña.

Pero también indica que entre los coruñeses que llegan “hay un poco de todo”, desde parejas jóvenes que inician la convivencia a personas con hijos ya criados que ven como atractivo la proximidad del campo y la playa. “Hay demanda de personas que quieren vivir en el entorno rural”, indica, donde han detectado “interés” por la rehabilitación de viviendas, y también demanda de nuevas casas cerca de la costa.

El regidor de Culleredo, José Ramón Rioboo, sí que considera que los coruñeses que se convierten en cullerdenses son “más bien gente joven” que accede a su primera vivienda y “elige el municipio para iniciar su plan de vida”. “Por las estadísticas que tenemos tienen edades en torno a los 30, 40 años”, señala. El precio “puede ser un motivo” para salir de A Coruña, si bien señala que en Culleredo o en Oleiros los valores del suelo son altos en comparación con los municipios “de nuestro perfil”.

Para el alcalde, al hecho de que algunas zonas “puedan ser más económicas” se suma a la oferta de servicios, como los colegios y el ocio, y un transporte que “comunica con la ciudad perfectamente: cualquier vecino accede rapidísimamente a la A-6, la Tercera Ronda, los polígonos”.

Plácido Lizancos es director de la Escuela Superior de Arquitectura de la Universidade da Coruña (UDC), y si bien señala al precio de la vivienda como un factor que está desplazando población del núcleo de la ciudad a los barrios periféricos, en el caso de la marcha a la comarca introduce “matizaciones”.

“Hay zonas del área metropolitana donde la variable precio es la dominante”, como las urbanizaciones de la ría de O Burgo, donde hay “precios muy bajos y buenos sistemas de transporte público”. Pero en Oleiros, donde reside, la vivienda “tampoco es barata, y probablemente para vivir necesitas varios vehículos en la familia”, con lo que los gastos a final de mes “probablemente se acerquen bastante”. En el caso del trasvase al Ayuntamiento que más vecinos saca a A Coruña, considera, hay que tener en cuenta otros “valores” como la “tranquilidad” y la “amplitud” de las viviendas y los espacios exteriores. “La oferta que hay es de vivienda más generosa en espacio, con muchas veces equipamientos privados vinculados, jardín, piscina...”.

Para el urbanista y profesor de la Escuela de Arquitectura Jorge Rodríguez Álvarez hay una tendencia “muy clara” a la emigración debida a la diferencia de precios entre A Coruña y los municipios limítrofes, en los que la vivienda es “un 30% más asequible” según los datos de los portales inmobiliarios. “Y esta brecha se incrementó desde 2017”, añade. Pero también valora un factor “más sistémico”: desde la Segunda Guerra Mundial, en Estados Unidos y en Europa ha habido una tendencia a abandonar las ciudades compactas, un proceso denominado “suburbanización”. Cuando en las áreas periféricas se han desarrollado infraestructuras de comunicación, las clases medias “abandonan el centro de la ciudad para buscar refugios en los que vivir entre iguales, lejos de lo que se percibe a veces como los peligros de la ciudad”, entre los que pone como ejemplo los miedos ligados a la inmigración y espoleados por interpretaciones “alarmistas”.

El COVID y el futuro

Rodríguez Álvarez añade que el proceso se puede haber visto acelerado “en los últimos tres años” por el impacto del COVID, pues, pese a que la ciudad venía perdiendo vecinos en relación a la comarca, en 2020 el saldo migratorio en general fue negativo. “Se pasó de 3.000 que vienen a 800 que se van”, indica. José Ramón Rioboo también señala que en las zonas más rurales de Culleredo “hemos notado un incremento de las licencias urbanísticas para construir viviendas unifamiliares, lo que puede tener cierta relación con la pandemia”.

Los datos para 2021 facilitados por el INE, sin embargo, señalan que el número de vecinos que salió de la ciudad encaja con la media del último lustro: unos 3.400 coruñeses se marcharon de la ciudad a la comarca, un 21,1% del total durante 2017 y 2021, y la proporción es casi idéntica entre los que se van al resto de la provincia.

En cuanto al tipo de población que se intercambia, Lizancos considera que la periferia resulta “rejuvenecida” por los coruñeses que salen, mientras que el núcleo “envejece, envejece, envejece”, pues a este se desplazan desde el área metropolitana “personas mayores” que precisan servicios o asistencia domiciliaria, o que tienen problemas para desplazarse, como es el caso de los que no pueden coger el coche.

El director de la Escuela de Arquitectura apuesta por reforzar el transporte público en la comarca, pues el coche depende de más “variables”, desde los precios del combustible a las directivas europeas. “Hay que invertir en transporte colectivo, y tiene que ser asumible universalmente”, remacha. Además, Lizancos considera que los ferrocarriles de alta velocidad, convertirán el “eje A Coruña-Santiago” en un área metropolitana en la que el ciudadano podrá “desplazarse con más facilidad” y pueden provocar “efectos territoriales” en los próximos años, esto es, traslado de vecinos a otros municipios que pasan a estar mejor conectados.

Durante el lustro 2017-2021 los municipios de la comarca que más vecinos recibieron de A Coruña tras los que hacen frontera son también muy próximos: Cambre (con 1.579 inmigrantes de la ciudad) y Sada (que, con 1.334, duplica a los coruñeses que fueron a Ferrol o Santiago). A Bergondo fueron 567 vecinos de A Coruña, y a Miño 401, mientras que Betanzos recibió 360, Abegondo 357 y A Laracha 360. A Carral llegaron 340, y a Oza-Cesuras, 310. La lista continúa con Cerceda (199), Curtis (149), Coirós (121), Paderne (97) y Aranga (83), mientras que tanto Irixoa como Vilasantar recibieron 58 coruñeses y Vilarmaior otros 55.

Marcos Vilas montando un huerto con material reciclado en su casa de Oleiros. |   // LA OPINIÓN

Marcos Vilas montando un huerto con material reciclado en su casa de Oleiros. | // LA OPINIÓN / Enrique Carballo

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Marcos Vilas, de 36 años y nacido en A Coruña, vivía hasta mediados del año pasado en la zona de Riazor, de donde son sus padres, pero tuvo una hija con su pareja y decidieron emigrar a una casa de los parientes de ella que está cerca del centro de Oleiros. La vivienda tiene “más de 100 años” y llevaba en desuso unas tres décadas, pero “queríamos alejarnos de la ciudad, con tanta gente, siempre con ruido, e irnos a una casa de campo”, señala Vilas, así que hablaron con el propietario para proponerle ocuparla y arreglarla.

Y la experiencia de este año, indica este nuevo vecino de Oleiros, ha sido muy positiva. “Estamos encantados; yo soy bastante mañoso y voy arreglando la casa, cambiamos de suelo, modernizamos un poquito, hacemos reuniones familiares y estrechamos más lazos”, explica.

Una de las principales ventajas de vivir en una casa es el espacio del que disponen para sus proyectos y aficiones, además de para cultivar sus propios alimentos. La casa cuenta con jardín y “mucha zona verde”, y en torno a la vivienda han montado “un par de huertos” y tienen árboles frutales. “Yo tallo madera y trabajo hierro, y aquí tengo en casa un taller propio, una forja, una herrería”, lo que en un piso sería imposible.

La proximidad al trabajo, que puede inhibir de salir a la comarca a personas que tienen su puesto dentro de A Coruña, no es un problema, ya que Vilas, soldador, trabaja en el polígono de A Telva y realiza frecuentes desplazamientos, mientras que su pareja da clases de danza y ballet por la comarca y prevé crear una escuela física en Oleiros.

Otro mal de la ciudad es el precio de la vivienda, que “se ha encarecido bastante en los últimos años”. “Cuando buscaba alquileres los había por 400 euros al mes, 450... Ahora por ese precio no encuentras nada, por 500 un poquito más “, señala Vilas, aunque añade que para comprar “hay de todo, depende mucho de la zona a la que te vayas”. “Es más caro alquilar una casa, pero si te buscas un piso por 600 euros en A Coruña y por 800 te vas a una casa de campo”, indica, el salto no es tan amplio, y hay más espacio si es una vivienda compartida.

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