La eficiencia energética, la asignatura pendiente que ya planteaba el plan general de A Coruña de hace 10 años

Preveía que toda la electricidad de las zonas comunes en edificios fuese solar y obligar a usar electrodomésticos eficientes en las nuevas viviendas

Instalación de cogeneración abandonada desde 2010 en el Club del Mar.   | // Víctor Echave

Instalación de cogeneración abandonada desde 2010 en el Club del Mar. | // Víctor Echave / Enrique Carballo

En el Plan General de Ordenación Municipal (PGOM) aprobado hace ya una década, el Ayuntamiento se fijó objetivos ambiciosos para aumentar la presencia de las energías renovables en la ciudad, apostando por instalaciones eólicas, solares y de biomasa y anticipándose a políticas posteriores. El estudio sobre políticas medioambientales que se incorporó al plan general de 2013 aspiraba a que el “100%” de la electricidad de las zonas comunes de las viviendas proviniese de paneles solares instalados en los edificios, para potenciar la “autosuficiencia”.

Este objetivo obligaría a colocar placas solares en cada tejado de edificio de viviendas, pero, una década después, parece muy lejos de cumplirse: las instalaciones de autoconsumo de baja potencia como las que emplean las comunidades de vecinos son solo 90 en el municipio, aunque la cifra triplica las 28 de marzo del año pasado.

El incremento, posiblemente, tiene que ver con la crisis energética causada por la guerra de Ucrania, al igual que otras soluciones para las viviendas unifamiliares por las que están apostando los coruñeses y que ya preveía el plan general. Este pedía “sistemas de calor geotérmico” para las casas, a través de bombas de calor o “suelo radiante para las de nueva construcción”.

Según indicaba a este diario Carlos Galán, responsable en A Coruña del proveedor de equipos de calefacción Comercial Quemoil, actualmente en la obra nueva “se tira mucho de suelo radiante con bomba de calor”, y David Moreno, gerente de Fontanería Rogelio Vidal, señala que “llevamos cuatro años poniendo geotermia en casas”.

El PGOM vuelve a apostar por la energía solar para conseguir agua caliente sanitaria, esto es, el agua potable que se emplea en las viviendas para fines como la ducha, el fregado de platos y suelos o la lavadora y lavavajillas: en esencia, el agua que se emplea para uso doméstico, en su mayoría subiendo la temperatura con calentadores de gas o eléctricos. El plan general de hace una década proponía conseguir que el 60% de la consumida en las viviendas se calentase por energía solar.

Esta es una cuestión que ya toca el Código Técnico de la Edificación, que, según señala el Instituto Galego de Vivenda e Solo, establece para la obra nueva en Galicia un porcentaje de entre el 30 y el 70%, dependiendo de las características del edificio. Fuentes consultadas que trabajan en el sector señalan que el que se suele aplicar a las viviendas unifamiliares es el 50%, por debajo de la apuesta del plan general.

Este también indica que “se debe estudiar” iluminar las viviendas “mediante claraboyas o fibra óptica” en viviendas en las que los residentes “pasen la mayoría del tiempo” dentro de ella y “para las viviendas de nueva construcción”. Y también reclama que se establezca la “obligación” de habilitar las nuevas residencias con sistema de iluminación y electrodomésticos de bajo consumo.

Estas propuestas, encaminadas a las residencias privadas, deberían desarrollarse a través de un “estudio de viabilidad específico”, que no se llegó a poner en marcha.

Exigencias a establecimientos

El estudio de políticas medioambientales del plan general, elaborado por la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, tiene propuestas más ambiciosas para los edificios de uso colectivo. Así, para los comercios y equipamientos (las instalaciones para uso público, como escuelas u hospitales) se establecía imponer la “obligación” de usar sistemas de iluminación de bajo consumo.

El plan general también apuesta por el aprovechamiento de la luz natural “en todos los equipamientos donde sea posible”, y para las instalaciones con “una necesidad lumínica mayor durante las horas de Sol”, como las tiendas, bibliotecas, residencias u hoteles, potenciar las claraboyas y la fibra óptica.

En cuanto al consumo del agua caliente, en equipamientos con “una necesidad muy elevada” de esta, como “hoteles, albergues, gimnasios o piscinas”, el plan general preveía establecer un “mínimo” del 70% de abastecimiento a través de fuentes renovables, esto es, la energía solar, los sistemas de biomasa o una combinación de ambas.

El documento pone como ejemplo el sistema que “ya funciona” en la piscina interior de San Amaro y el complejo deportivo de San Diego, instalaciones municipales pero gestionadas, respectivamente, por el Club de Mar y una concesionaria. En este caso, el plan parece cometer una imprecisión, dado que si bien en estas instalaciones había dos estaciones de cogeneración, funcionaban con gas natural y no con biomasa. Y, de cualquier modo, en vez de ampliar el sistema a otras infraestructuras se desmantelaron las existentes.

Según la documentación del Concello, la caldera de San Amaro “se estropeó” en 2010 “y no está prevista su reparación a corto plazo”, y lo mismo “ocurrió en la del Complejo de San Diego en 2013”. En sus mejores años, llegaron a generar respectivamente 1,6 y 3,5 millones de kilovatios/hora. La producción energética del Ayuntamiento, que llegó a un pico de 22,3 millones de kilovatios/hora en 2004, fue en 2021, último año con datos, de 18,1.

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