Crítica musical

Pa tipos como tú

Orquesta Sinfónica de Galicia.

Orquesta Sinfónica de Galicia. / Noe Parga

Marcos Seoane Vilariño

Marcos Seoane Vilariño

Ni Shakira diría mejor el pa tipos como James Ehnes se construyeron los Stradivarius. Faltaba corroborarlo, pero tras este concierto se puede decir que Ehnes está hoy en día en el top mundial como violinista. Cierto que es un pelín sobrio, nada que ver con el violinista Ara Malikian, todo coreografía, pero su nivel técnico y la manera de producir sonido, sin quebrar una sola nota, siendo casi imperceptible los cambios de arco, lo hacen parecer de otro planeta. Y ya si lo unes a un exquisito gusto musical que eleva el suflé, los treinta minutos de interpretación te hacen estar flotando sobre una nube cerca del cielo.

Desde la primera nota la perfección fue total y la simbiosis con la OSG sublime. A pesar de la densa maraña orquestal pudo oírse perfectamente ese bello sonido bien aderezado de un vibrato exquisito, afinación perfecta y detalles técnicos asombrosos.

Pero vayamos al principio. Uno llega al concierto y baja el volumen del móvil y lo apaga ante la duda de cualquier alarma, cosa que un energúmeno no hizo, fastidiando el ansiado final del Adagio que el maestro Mena nos anticipaba esta semana en su entrevista en LA OPINIÓN. Observas a la orquesta, los puestos de solistas de viento y diferentes secciones, los escuchas calentar y ver salir al maestro como un miura ya intuyes que algo especial va a suceder. Y vaya que sí.

Un Mena vibrante enchufó a la cuerda con una trepidante sección de violas al inicio. El hipnotizador Mena logró echarse la orquesta a lomos toda la noche, aderezando un poquito por aquí, un poquito por allá, conteniendo, azuzando, calmando, imprimiendo un carácter y garra que daba gusto ver en esos primeros atriles de violines, chelos y contrabajos encargados de trasmitir esa energía hacia atrás, hacia los tutti, que al final es lo que hace que el sonido ruja como el motor de un Ferrari. Trabajazo de todas las secciones, trompas al dente, maderas siempre en su línea, metales poderosos y percusión radiante. Me gustó más Mena esta noche que en su última visita, en un repertorio que lo hace grande, con el que se gusta, y con el que sabe lo que quiere y a donde quiere llevar el sonido la música y orquesta. El final de la sinfonía de Elgar fue el mejor ejemplo.

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