Entrevista | Laura Ferrero Autora de ‘Los astronautas’, novela que presentó este miércoles en A Coruña

“Escribí desde el amor y la necesidad de acercarme y entender a mi familia”

“A una niña no se le puede decir que tiene dos padres porque crece en la confusión”

Laura Ferrero, autora de ‘Los astronautas’, durante la entrevista.   | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

Laura Ferrero, autora de ‘Los astronautas’, durante la entrevista. | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA / JACOBO CARUNCHO

“Yo tenía una familia, pero nadie me lo contó”. Así comienza la novela Los astronautas, en la que la escritora Laura Ferrero parte del descubrimiento de una fotografía familiar para llegar a conocer la verdadera historia de su familia y reconciliarse con su pasado. Hija de una pareja que se separó en 1986, la protagonista se sintió engañada con el relato que le contaron, pero con esta novela se reconcilia con su pasado y da por cerrada la historia. “Me han escrito abogados, psicólogos y terapeutas que están recomendando Los astronautas a pacientes o a clientes que se están separando”, celebra Ferrero, que presentó su novela este miércoles en la librería coruñesa Moito Conto.

Se dice mucho eso de no juzgar un libro por su portada, pero la ilustración de la tapa de Los astronautas dice mucho del libro. ¿Cómo surgió?

Quería poner la imagen original de mis padres, de la que parte el libro, pero no me dejaron. En la ilustración la niña soy yo, el padre está inspirado en Neil Amstrong y la madre en la actriz Sally Field cuando eran joven. Me gustó mucho el proceso de reconstruir la imagen de mi familia de manera ficticia.

El libro parte de su historia personal y está dedicado a Kuki, el nombre de la niña de la novela. ¿Se la está dedicando a usted misma?

Cuando empecé a investigar en mi familia una de las primeras historias que me contó mi tía fue que con siete años entré en el salón y dije que quería que me llamasen Kuki. Así que se la dediqué a esa niña, porque esta novela es para decirle que las cosas van a ir bien.

Es una historia que empezó a escribir y abandonó para retomarla posteriormente. ¿A qué se debió?

La novela comienza con un intento de ser muy literal, con entrevistas a mi familia, pero ellos no cooperaron. Ahí la dejé y empecé a escribir La gente no existe, mi anterior libro de relatos. Cuando lo terminé sentía que Los astronautas me seguía mirando por el rabillo del ojo, que tenía que continuar. Tres años después me puse a escribirla porque creí haber encontrado el tono.

¿Y cuál es ese tono? ¿Desde qué punto escribe la novela?

Escribí Los astronautas desde el amor, desde la necesidad de acercarme y entender a mi familia. Tenía el relato de mi madre y de mi padre, pero cada uno se construyó un relato para decir que le fue mejor de lo que en realidad les fue, salían mejor parados. La mayor parte de las veces los relatos dependen mucho del autoengaño, de la imagen que queremos proyectar de nosotros mismos. El autoengaño de mis padres no me servía para nada y yo había heredado todos esos relatos. Los astronautas es la búsqueda de un relato que encaje con la persona que soy y con la que fui.

Se sintió engañada por el relato que le contaron, pero escribiendo esto y revisando su historia familiar, ¿da el relato por cerrado?

Totalmente. Nunca voy a llegar a saber bien qué ocurrió. Uno empieza buscando la verdad y conforme vas acercándote a las versiones de las historias llegas a la conclusión de que quizás la verdad no existe, lo que sí que existe es la mentira.

Y la protagonista de su novela también tira de esa mentira. ¿Llegó a inventarse realmente que su padre trabajaba en la NASA?

No, pero me inventé muchas otras cosas sobre mi padre. Decía que vivía en otros lugares, o que tenía un trabajo muy complicado cuando en realidad trabajaba en un banco. La niña ya se buscaba sus autoengaños para que no pareciera que el padre no la quería.

¿Y le pillaban estas mentiras?

Algunas sí, porque eran flagrantes. Era un mensaje para llamar la atención, las mentiras no me llevaban a ningún lugar. Los astronautas bebe mucho de esa necesidad de fabular. La fábula cuenta la verdad. Ese astronauta que nunca fue mi padre, enmascara exactamente el sentimiento que yo tenía con respecto a él.

¿Por qué astronauta?

Me gusta la metáfora de los astronautas porque yo siempre pensaba: vale, tú te vas hasta la Luna y llegas allí ¿Pero para qué vas? ¿Para ver la Tierra? ¿Porque realmente tienes que separarte mucho de algo que tienes demasiado cerca? Esa metáfora de irse para mirar me servía mucho para contar la historia de mis padres. Además me fascinaban esos primeros exploradores del espacio. Después de irte lo más lejos que has podido a la otra parte del universo, regresas a tu casa, y cómo cuentas eso que solo tú has visto. Determinadas circunstancias de la vida nos marcan porque no son comunicables. La mayoría de los astronautas estaban solos cuando llegaron a casa. y eso se relaciona mucho con lo que quería contar de mi familia.

¿Está sobrevalorada la soledad?

Está muy romantizada en nuestra sociedad. Imaginamos la soledad como en una película de Hollywood. Tenemos un problema bastante grande, estamos todo el día distraídos porque no queremos estar solos. La vida pasa por aprender en primer lugar a estar bien, tú solo. La soledad no buscada es complicada, pero forma parte de la experiencia de estar bien.

En la novela hay mucha ficción, pero una gran base de experiencia personal. ¿Qué es verdad y qué es mentira?

Lo que hay real, entendido como autobiográfico, es la estructura de la familia. Yo soy hija de una pareja que se separó en el año 1986 y de esa separación surgieron estas nuevas parejas.

Por aquel entonces el divorcio era todo un escándalo...

Cuando se separaron mis padres se había aprobado la ley del divorcio hacía cuatro años en España. Eran unos avanzados. Pero cuando eres de los primeros que haces algo no hay ningún referente, no tienes ni idea de cómo funcionan esas cosas.

¿Y considera que todavía sigue habiendo estigma en torno al divorcio?

Creo que ya no está tan estigmatizado, antes era un tabú. Pero vivimos en un país en el que la tradición y el peso de la religión son grandes aún ahora, cuando han pasado ya 40 años. Pero ya sabemos lo que es divorciarse y malos divorcios los hay siempre. Pero creo que hay un poco más de conciencia de que el que tiene que estar en el centro del divorcio es el niño. Sin olvidarte de ti, pero ten en cuenta que va a ser lo mejor para esta personita que estaría bien que no se comiera los marrones que tienes tú con la otra persona.

¿Y cómo vivía usted el día del padre?

Ni idea, la verdad. Mi padre oficial se supone que era el marido de mi madre. Yo vivía en una ficción teatral porque sabía que al que yo le estaba haciendo el dibujo no era mi padre, pero se lo hacía igualmente. A una niña no le puedes decir que tiene dos padres porque crece en la confusión. Hay que contar las cosas bien, porque eso reduce muchísimo sufrimiento.

¿Recomendaría su libro a padres que están pasando por un divorcio complicado?

Me han escrito abogados, psicólogos y terapeutas que están recomendando Los astronautas a pacientes o a clientes que se están separando. Eso me hace mucha ilusión porque me hace pensar que el libro está siendo útil.

Y sus padres, ¿han leído la novela?

Mi madre sí y le gustó. La leyó antes de publicarse porque le dije que si quería cambiar algo podía. Y mi padre no la leyó y no sé si la va a leer. Cada uno tiene sus tiempos.

Con su madre llegó la enfermedad a su familia. ¿Cómo lo ha vivido?

Mi madre tuvo una cosa muy complicada y había mucha gente que me miraba con muchísima pena y me hablaba sin saber del tema. La gente no quiere entrar en el dolor, nos quedamos en las puertas porque pensamos que va a ser mucho peor preguntar. Yo creo que preguntar y saber sobre el dolor siempre es revelador, es encender la luz. Pero las sociedad normalmente o lo romantizamos o lo niega

La niña protagonista de la novela escribe desde bien pequeña, igual que usted. ¿Ha sido la escritura un lugar donde refugiarse?

Para mí escribir es una manera de vivir dos veces. Vivimos siempre la vida de manera apresurada, muy en la inmediatez. Cuando te sientas a escribir tienes esa distancia como para entenderla. Cuando estoy escribiendo entiendo las cosas mejor, porque es una manera de pasar por el filtro de la distancia en lo que ha ocurrido.

También ha trabajado como guionista en Un amor, la adaptación cinematográfica de la novela de Sara Mesa dirigida por Isabel Coixet, que se estrena próximamente. ¿Cómo ha sido?

Muy interesante. Ha sido un reto adaptar a Sara Mesa, porque escribe desde el punto opuesto al que escribo yo. Su novelas me interesan mucho porque siempre me llevan a lugares incómodos. Y trabajar con Isabel Coixet es maravilloso, conmigo siempre ha sido muy generosa.

¿Y cree que Los astronautas también podría adaptarse a la gran pantalla?

Estaría bien, pero creo que habría que escoger una parte, porque adaptar Los astronautas al cine sería adaptar una vida entera, mi vida.

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