Familias de acogida en A Coruña: "Cuando acoges al niño, haces por él lo mismo que por un hijo o incluso más"

Cruz Roja reúne a personas con menores de acogida, algunos con años de experiencia

Asistentes al Encuentro Estatal de Familias de Acogida

Asistentes al Encuentro Estatal de Familias de Acogida / Víctor Echave

Un cordón umbilical entre una vida pasada y una vida futura. Es en lo que llegan a convertirse las familias de acogida, que abren las puertas de su hogar a niños y adolescentes que, por distintas circunstancias de la vida, se quedan desamparados y precisan de un nuevo hogar. A veces su paso por una nueva familia es breve, de apenas unas semanas, mientras que en otras ocasiones la estancia puede prolongarse durante años. En todo caso el vínculo que se establece es “intenso, muy intenso”, y se convierte en una experiencia que aporta “compañía y valores humanos” tanto a las familias acogedoras como a los menores, entre quienes se establece “un vínculo muy especial” que deja una importante pisada.

Así es como lo sienten Natalia Amoedo y Ricardo Alonso, un matrimonio de Soutomaior (Pontevedra), que participó este viernes en el XII Encuentro estatal de Familias de Acogida organizado por Cruz Roja en A Coruña. “En 2014 conocí a una chica que tenía a un recién nacido de acogida, me explicó como funcionaba y no dudé en que eso era para nosotros”, comenta Ricardo, que llamó inmediatamente a su mujer para proponérselo. “Tenemos que hacer esto, dime que lo vamos hacer”, fue lo que escuchó su mujer al otro lado del teléfono. Y no costó convencerla. A los pocos meses acogían en su casa a su “primer peque”, de casi dos años. “Lo acogimos con mucha emoción y alegría pero al principio fue difícil, porque éramos novatos y era un niño que venía con su mochila bien cargada”, recuerda la que durante veinte meses fue su madre de acogida. Era un niño feliz, como recuerda este matrimonio, pero estaba “necesitado de cariño y acompañamiento” y a veces “retaba” a la pareja para asegurarse de que no lo abandonaban.

Porque detrás de cada menor hay una historia que en la mayoría de los casos suele ser complicada: abandonos, problemas en el seno de la familia que ponen en peligro su integridad, problemas de salud, casos de maltrato... que hacen que los menores se queden a la deriva a la espera de un nuevo hogar que funcione de vínculo entre su vida pasada y su siguiente hogar, de vuelta con su familia (ya rehabilitada) o una familia de adopción.

Natalia y Ricardo, que antes de meterse en esta “aventura” ya tenían un hijo biológico, dudaron si volver a repetir la experiencia tras despedirse del pequeño, que finalmente fue dado en adopción. “Sentimos cierta impotencia y frustración”, confiesa el que fue su padre de acogida. Pero esos sentimientos se esfumaron cuando les llegó una llamada que les ofrecía acoger a un recién nacido de tan solo tres días. “Fue maravilloso. Ahí me di cuenta de que ese era nuestro lugar, que era lo que quería hace el resto de mi vida”, explica Natalia. Y no le faltaba la razón: a día de hoy están ya con su sexto menor de acogida. “En nuestro caso, para que un niño tenga nuestro hogar, tiene que salir otro”, comenta el matrimonio, que no se plantea quedarse con ninguno. “Las despedidas a veces son duras, pero cuando sabes que se van a ir en adopción te quedas tranquilo. Pero mientras lo acoges haces por él lo mismo que por un hijo o incluso más, porque lo ves más desprotegido e indefenso. Tratamos de darle todo lo que necesita para ser feliz”, argumenta Ricardo. “Nuestra misión, en cierto modo, es sufrir lo que nos debería sufrir ese niño, quitarle carga”, añade.

Quien también tiene una larga experiencia en esto de la acogida es Antía Gómez una joven de 25 años de Cerdido (A Coruña) que siguió la estela que vivía en casa de sus padres, que en estos años acogieron ya a ocho menores. “Tenía 16 años cuando ellos empezaron a acoger. Yo lo vivía como una hermana de acogida y con todo lo bonito que me aportó decidí que también tenía que ser mamá de acogida. Y así fue. En el año 2020, en plena pandemia, empezó con el proceso y a finales de 2021 llegaron a su casa dos hermanos, de 5 y 6 años, hijos de una madre que tuvo que ser operada y no contaba con una red de apoyo que pudiese hacerse cargo de ellos. “Al principio hay miedos y dudas, pero después va todo rodado. Cuando un niño viene es porque no puede estar con su familia, así que llega mal, vacío. Viene con muchas vivencias, algunas complicadas, y tú tienes que ayudarle a sanar eso, acompañarle y enseñarle lo bonita que es la vida. Necesitan mucho menos de lo que la sociedad piensa”, reflexiona Antía, que ve en las despedidas de los menores un momento “agridulce”. “Está claro que los vas a echar de menos, pero se van felices con quien tienen que estar y con todas las necesidades cubiertas”, explica. Y en muchos casos las familias acogedoras mantienen posteriormente la relación con el menos que acogieron. “Muchas familias te lo agradecen porque han pasado por un momento complicado y tú estás ayudando a su hijo”. Al final, los menores cuentan con el apoyo de una “doble familia” en la que la de acogida juega un papel fundamental, porque como recuerda, “la sangre no te hace familia”.

Tras haber tenido recientemente una hija biológica, Antía está ahora expectante para recibir a un nuevo pequeño en su casa. “Quiero que mi hija aprenda todos los valores que sus hermanos de acogida le van a dar y la realidad de la vida”; concluye.

Un lugar de intercambio de experiencias y autoexpresión

A Coruña está siendo el escenario del XII Encuentro Estatal de Familias de Acogida de Cruz Roja, una jornada en la que participan más de 60 personas procedentes de toda España, entre familias y personal técnico de la organización. Se trata de una cita anual que la entidad realiza para posibilitar un espacio de intercambio de experiencias y autoexpresión entre las familias de acogida de las comunidades autónomas donde gestiona el Proyecto de Acogimiento Familiar. En esta ocasión, el tema central del encuentro está basado en el cuidado, tanto de las familias como de los niños y niñas y adolescentes que forman parte del proyecto.

Para ello, Cruz Roja ha diseñado dos jornadas de trabajo. Este viernes, los asistentes participaron en una mesa de diálogo para conocer de primera mano la experiencia de tres jóvenes gallegos ex tutelados, así como de una familia acogedora. Además, el encuentro sirve para conocer la percepción que la familias de acogida tienen del apoyo que se realiza por parte de Cruz Roja, con el fin de establecer nuevas líneas de trabajo para mejorar la intervención.

Familias de acogida asistentes al encuentro de Cruz Roja celebrado en A Coruña.   | // VÍCTOR ECHAVE

Familias de acogida asistentes al encuentro de Cruz Roja celebrado en A Coruña. | // VÍCTOR ECHAVE / Jacobo Caruncho

El encuentro continúa este sábado con un taller formativo a cargo de la psicóloga, formadora y supervisora Nuria Casanovas, que se centrará en diferentes recursos y estrategias dirigidas a la regulación emocional que permitan a las familias adquirir herramientas útiles para favorecer el acompañamiento y el bienestar de los acogidos.

“La mayoría de niños en acogida tienen familia”

Si bien la protección de menores en Galicia es competencia de la Xunta, entidades como Cruz Roja desarrollan programas específicos para gestionar el acogimiento familiar de niños y jóvenes que necesita un hogar. La coordinadora del Programa de Familias Acolledoras en Galicia, Mónica Castelao, explica que hay 326 familias acogedoras en la comunidad que forman parte de este proyecto, que en lo que va de año han ofrecido acogimiento a 295 niños. “Desde bebés hasta los 17 años, perfiles muy variados”, confirma. “Los niños que llegan en acogimiento en algún caso son huérfanos, pero la mayoría tienen su familia”, explica. Por situaciones “de lo más diversas”, las familias no pueden cuidar a los menores “adecuadamente” durante un tiempo.

En primer lugar, los servicios sociales y protección al menor tratarán de dar apoyo para solucionar “con urgencia” esa problemática familiar, pero si no da resultado entran en juego varias alternativas: la derivación a un centro, el acogimiento en familia extensa por parte de abuelos, tíos, etc. (donde están la mayoría de los menores) o el acogimiento por parte de una familia ajena, a través de programas como el que gestiona Cruz Roja. “Tenemos que ser conscientes de que es una realidad que está ahí, que hay compañeros de cole o de equipo que están viviendo en centros o en una familia de acogida”, recuerda Castelao , que explica que el número de familias de acogido en los últimos años “va a más, pero despacito”. “Todos los años tenemos bajas y altas”, concluye.

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