SI NO LO LEO NO LO CREO

Los perros juegan con la estatua del fallecido ‘Ney’

Antón Peruleiro

Los paseantes de la plaza de Lugo están acostumbrados a ver la estatua del fallecido perro Ney, no confundir con el mariscal, que solo era francés. La imagen, de cobre, ha verdeado con el tiempo, encarnando la famosa frase que han escuchado todos los amantes de las miniaturas y coleccionistas de Lego, excepto en la parte de arriba, lavada por la lluvia y pulida por las manos de los que se detienen a acariciarlo y juguetear con el copperiedus. Y, según hemos podido apreciar, muchos canes se paran a interactuar y jugar con la estatua. ¿Qué pasará por sus cuadrúpedas mentes? ¿Verán un cruel memento mori, recordatorio de que por cada año que pasa para su dueño siete transcurren para el metabolismo canino? ¿Sentirán envidia de su inmortalidad cúprica y aspirarán a grandes gestas? ¿Se plantearán fundirlo para entrar en la edad de los metales y vengarse de la especie que cruelmente los castra?