Pisos turísticos, a ojos de sus dueños

Los propietarios de estas viviendas niegan que obtengan grandes beneficios, destacan el continuo trabajo al que obligan y desmienten que favorezcan la subida de los alquileres

Carlos González y Silvia García, en su vivienda de uso turístico en As Atochas.   | // IAGO LÓPEZ

Carlos González y Silvia García, en su vivienda de uso turístico en As Atochas. | // IAGO LÓPEZ / José Manuel Gutiérrez

“Cada uno de nosotros tenía su propio piso, y cuando decidimos hacer vida en conjunto uno quedaba libre, por lo que decidimos utilizarlo como alojamiento turístico”, explican Carlos González y Silvia García sobre cómo iniciaron esta actividad hace dos años. “Pensamos que era una manera más segura” ante la regulación del alquiler tradicional en España y el fenómeno de la ocupación, comentan.

Aseguran que el lucro no fue su objetivo porque “no es una actividad que genere un beneficio importante” frente a la creencia de muchas personas porque “la gente ve los precios pero no los costes”. Destacan que las plataformas en las que se publicitan estos pisos se llevan el 20% del alquiler y que además hay que afrontar los gastos de electricidad y agua, limpieza, mantenimiento continuo, mobiliario, lencería, decoración...

Según explican, alquilando el piso, situado en As Atochas, con un contrato de larga duración solo obtendrían un 10% menos, por lo que señalan que la elección del mismo no tuvo tanto en cuenta “el factor económico como el de la seguridad”. Carlos y Silvia destacan además que este tipo de alquiler obliga a “sacrificios como estar encima de la gestión del piso”, tras haber probado y descartado hacerlo a través de un tercero.

“Estuve trabajando fuera y lo que conseguí ahorrar decidí comprar un piso que estaba prácticamente abandonado en la Ciudad Vieja y restaurarlo con mi pareja para ponerlo en Airbnb”, detalla Sonia C. sobre su experiencia. “Esa opción nos permitía usarlo cuando volvíamos de trabajar de Mallorca”, apunta. Con el tiempo compraron otro piso del edificio y lo rehabilitaron para dedicarlo a esta actividad. “Da bastante trabajo, porque en verano me dedico únicamente a esto y obliga a un esfuerzo bastante grande”, aclara sobre la gestión de estas viviendas. También destaca que soporta unos impuestos del 20%, por lo que asegura: “No me hago millonaria precisamente”.

Pablo Montero comenzó a alquilar su piso en el Orzán mientras estaba de vacaciones en otros lugares con el fin de costeárselas, pero al irse a vivir con su pareja decidió dedicarlo de forma estable a este negocio. “Me da más seguridad, porque si lo alquilo de forma permanente no puedo volver cuando quiera o alojar a un familiar”, señala como la razón por la que optó por esta fórmula.

“Comparándolo con el alquiler tradicional, el único beneficio añadido es que puedo disponer del piso cuando quiera, porque no tenemos bonificación al pagar impuestos”, advierte, ya que debe hacer frente a los gastos que supone el uso de los servicios del piso, como la calefacción o el agua, por lo que estima que el beneficio es similar al del alquiler de forma permanente.

“Habrá anécdotas de todo tipo, pero en nuestra experiencia personal nunca hemos tenido problemas ni con ningún inquilino ni con la comunidad de propietarios”, afirman Carlos y Silvia sobre la existencia de conflictos que se atribuyen a estas viviendas por la afluencia continua de clientes, aunque aclaran que ellos exigen siempre a su plataforma referencias sobre quienes quieren alquilar su piso para evitar conflictos. También evitan las estancias de una sola noche y cuando se programan festivales como el Morriña tratan de que el alquiler sea de al menos una semana “para evitar ciertos perfiles”.

Consideran que los problemas pueden surgir con viviendas con mayor capacidad, pero que la suya está orientada al turismo familiar, a lo que añaden que los conflictos pueden surgir “con otros alquileres e incluso con propietarios, por lo que no están asociados al uso turístico”.

“Es un comentario manido y con poca base”, declara Sonia C. sobre esta cuestión, ya que en sus dos años de actividad no ha tenido problemas de este tipo y que la asociación gallega del sector, Aviturga, asegura que no los hay más que en el alquiler tradicional.

“Nunca he tenido el más mínimo problema ni con los vecinos o los inquilinos, la gente está en el piso casi solo para dormir”, indica Pablo Montero sobre este aspecto. Comenta que los turistas suelen comer fuera y que él les proporciona información sobre restaurantes, cafeterías y supermercados en los alrededores. “Viajo mucho y siempre voy a pisos turísticos porque me gusta mucho cocinar y estás más en contacto con las costumbres locales”, señala sobre las diferencias con el alojamiento en hoteles.

Sobre la repercusión de esta actividad en el mercado del alquiler, Carlos y Silvia ven necesario tener en cuenta “el parque de viviendas de la ciudad, las que están vacías, las que están alquiladas y las que son turísticas”, ya que, en su opinión estas últimas “no parecen ser el factor primordial del encarecimiento de la vivienda, que responde a muchos factores nacionales y locales”. Pablo Montero coincide en esa visión y alerta: “No creo que cerrando esto vayan a conseguir nada”.

“El Ayuntamiento no es consciente de la capacidad hotelera de A Coruña”, advierte Sonia C., para quien eliminar las viviendas de uso turístico “va a generar un problema porque Galicia es un destino cada vez más demandado, y si quitan estas viviendas del centro, muchos turistas no van a venir”.

“Me voy a ver afectada porque mi edificio está en la Ciudad Vieja y yo solo tengo dos de las cuatro viviendas, por lo cual debería cerrarlas y perder una parte importante de mis ingresos anuales y volver a la emigración”, explica Sonia sobre cómo repercute en su caso la normativa que empleará el Concello para regular este sector.

“No sé qué haré, ya que si no puedo dedicarlo al alquiler turístico igual lo dejo vacío por si necesito utilizarlo”, comenta Pablo Montero sobre la regulación municipal, que en su caso le obligaría a cerrarlo al no estar ubicado en una primera planta o un bajo.

Aviturga alerta de los perjuicios de la limitación

Los miembros de la Asociación de Viviendas Turísticas de Galicia (Aviturga) iniciaron el pasado jueves en la reunión que mantuvieron en el Circo de Artesanos una recogida de firmas para oponerse a la regulación municipal que limita su apertura a las primeras plantas o bajos, así como a edificios completos, esta última la única opción en el casco histórico. Los propietarios trasladarán a los sectores afectados por el posible cierre de estas viviendas las consecuencias negativas que tendrá lo que califican de “decisión política sin fundamento y totalmente contraria a los intereses de la ciudad”. Aseguran que solo beneficiará a grandes empresas y que donde se limitaron las viviendas turísticas “los precios por noche en los hoteles se dispararon”, por lo que alertan de que la medida municipal “supondrá un éxodo de potenciales huéspedes de este modelo alojativo hacia otras localidades cercanas” .

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