Estas son las grandes diferencias en el fracaso escolar en A Coruña entre los institutos públicos y privados

En los centros de la Administración, uno de cada cuatro alumnos de la ESO no pasa de curso o lo hace porque repitió el año anterior, y presentan mayor proporción de estudiantado con falta de interés o apoyo para estudiar

Alumnos leen el tablón de anuncios en un instituto público de la ciudad.   | // ARCAY/ROLLER AGENCIA

Alumnos leen el tablón de anuncios en un instituto público de la ciudad. | // ARCAY/ROLLER AGENCIA / Enrique Carballo

El fracaso entre los estudiantes de Secundaria coruñeses se centra en los centros públicos, y esto se repite año tras años, de acuerdo con el Observatorio Urbano del Concello, desde que empezaron los datos, en el curso 2005-2006. Los datos se actualizan con retraso y el último año es de 2019-2020, cuando se dieron aprobados casi generales, pero en 2018-2019 el 6,1% de los estudiantes de centros privados y concertados repitieron o pasaron de curso por “promoción obligatoria”, esto es, porque ya habían repetido el año anterior. En los institutos públicos la cifra fue casi cuatro veces mayor, del 23,8%, una diferencia que sus directores explican porque concentran una mayor proporción de alumnos sin motivación o apoyo de su entorno. Docentes y padres proponen diversas soluciones para reducir el fracaso, entre ellas cambiar los contenidos o reducir la “segregación” entre centros, pero en su mayoría coinciden en pedir más recursos y, en especial, bajar el número de alumnos por profesor.

Para Isabel Ruso, que dirige el instituto público coruñés Eusebio da Guarda y preside la Asociación de Directores e Directivos de Institutos de Galicia, es “difícil saber el motivo” que explica la brecha de rendimiento escolar, pero “probablemente” se debe “al tipo de alumnado que accede a uno y otro”.

No se trata de que haya una diferencia de “capacidad” o nivel intelectual entre los estudiantes, aclara, pero sí que en la pública hay más alumnos en los que hay carencias de “interés o apoyo” en la enseñanza por parte de las familias y del entorno. La situación, señala Ruso, no se da de manera homogénea en todos los centros de la ciudad, aunque prefiere no señalar a aquellos en los que considera que se concentra el problema. Según indica, es “más importante que en determinado centro un alumno saque un cinco que a que en otro uno saque un diez”.

El director del instituto Rafael Dieste, Mateo Torres, tiene clara cuál es la raíz del problema: “El motivo principal es el tipo de alumnado ”, pues los centros privados y concertados concentran al que proviene de un entorno con “mayor nivel socioeconómico”. “La concertada provoca segregación del alumnado”, defiende Torres, independientemente de lo que establezca la legislación, pues “aunque de forma velada, tiene unos requerimientos” que tienden a excluir a los más humildes. Las familias inmigrantes que acaban de llegar, pone como ejemplo Torres, “optan por pasar de ir allí”, pues “siempre hay impuestos, aunque protestes o te niegues”, y mayoritariamente recurren a los centros públicos.

Esto pasa en el propio Dieste, en el que el curso pasado, de 115 alumnos en el primer curso de la ESO, quince acababan de llegar al país y era su primer año en el sistema educativo español. Un tercio repitieron, y en Cuarto de Secundaria, donde también “nos llegaron mucho”, la proporción fue mayor: “Muchos no siguieron estudiando y buscaron otras vías”. Y hay en la pública hay una mayor proporción de estudiantes de familias “que no ponen expectativas en los estudios”, señala Torres.

Desde el instituto público de Elviña, el director, Francisco Suárez, considera “un poco simplista” vincular el éxito académico al nivel socioeconómico de las familias de los alumnos, pero admite que hay un número “pequeño” de alumnos sin interés, que van a clase “porque no les queda más remedio” y está esperando a cumplir 16 años para dejar el instituto. Y “todas esas personas están en la pública”, reflexiona.

La presidenta de la Federación Provincial de Asociaciones de Madres y Padres, María José Ferreño, prefiere no aventurar una explicación de las diferencias entre enseñanza pública y privada, sin conocer mejor los datos y los sesgos que puedan tener. Pero el presidente de la Federación Provincial de ANPAS de Centros Concertados y Privados, Fernando Torrado, vincula el desfase a que los alumnos de centros públicos “no tienen los apoyos” que hay en los de titularidad privada. En estos institutos, considera, hay más profesores de refuerzo.

Y esta es también la clave, en opinión de Torrado, para reducir el fracaso: pasar de clases de 25 o 30 alumnos a otras de “15 o 16”, en el que el profesor “maneje más al alumno” y pueda dar ayuda al niño que tiene déficits y ahora va quedando “un poco apartado”. “Si el ratio [de proporción de alumnos por profesor] se baja seguiremos mejorando la educación”, resume, tanto en centros públicos como privados.

Con él coinciden en general los directivos de institutos públicos. En palabras de su presidenta, Isabel Ruso, las aulas están “muy llenas” y es “importantísimo” aumentar la proporción de docentes para mejorar la educación. Confía en que la situación vaya a mejor “si tal como propone la Xunta se acomodan las ratios a la baja”, aunque señala que es un proceso “complicado” . Crea problemas como aumentar el número de aulas en centros ya construidos.

Ferreño, que cree que los profesores “se involucran”, propone “cambiar los currículums”. Considera que la materia puede ser “demasiado” para los alumnos, y que hay que hacer la enseñanza más práctica, pues los estudiantes “tienen la actualidad todos los días en el móvil y están estudiando cosas que no les motivan”.

Desde el Rafael Dieste, Mateo Torres señala que dar “formación de otro tipo” a alumnos desmotivados y centrarse más en las “competencias” resulta “muy difícil” con las proporciones actuales de alumnos-profesores, por lo que también indica que serían necesario bajar los ratios. Y, añade, reducir la segregación entre centros, pues A Coruña es “una ciudad muy estratificada entre barrios ricos y pobres y esto se ve en los centros y sus zonas de escolarización”. Aunque el director de Elviña, Francisco Suárez, matiza que “no hay un método mágico: lo más sencillo es siempre pedir recursos en todo, pero no creo que esto sea infalible”.

Descenso a largo plazo

Durante los años en los que hay datos, el fracaso escolar bajó tanto en centros privados como públicos, pero, en proporción, más en los primeros, lo que agrandó la brecha. En el curso 2005-2006 el porcentaje de alumnos que repetían curso o pasaban obligatoriamente era del 13,6% en la enseñanza privada y concertada, con lo que cayó a menos de la mitad. Desde el centro privado Liceo La Paz, que imparte la ESO en régimen concertado, confirman que “el fracaso escolar descendió en nuestro centro en ese periodo”, y, aunque sus cifras son “mas bajas”, la “proporción es similar”. Entre los motivos mencionan una “flexibilización” en los planes de estudio y que las familias están “acogiendo de manera más favorable” la idea de que sus hijos estudien Formación Profesional, al tiempo que apuestan por el “asesoramiento” y seguir mejorando la “orientación académica” para hacer descender el número de repetidores.

En los institutos públicos el fracaso pasó del 30,7 al 23,8%, a la espera de saber el efecto que tendrá la post-pandemia. Para la responsable del Eusebio da Guarda, Isabel Ruso, en la mejora hay un “factor social”. Ahora es “más complicado acceder al mundo laboral” que antes de la crisis de 2008 y ve posible que “el respeto por el estudio y la formación” haya aumentando en las familias, lo que hace que incentiven a sus vástagos a completar la formación obligatoria para aumentar sus posibilidades de inserción. También señala que la enseñanza se ha hecho “más accesible, personalizada” y que subió la oferta de formación profesional básica, a la que se llega con la ESO.

Suscríbete para seguir leyendo