Derribo del esqueleto de O Martinete: “Esta lucha nos unió como barrio”

El Concello anuncia que demolerá el edificio, foco de problemas, de forma subsidiaria: “Es algo histórico, llevábamos 15 años peleando”

El esqueleto de O Martinete. |  // VÍCTOR ECHAVE

El esqueleto de O Martinete. | // VÍCTOR ECHAVE / marta otero mayán

“La palabra es emoción. Aun no nos lo creemos”, dice Amanda Diéguez, vecina de O Martinete, donde hoy no se habla de otra cosa: el Concello se hará cargo, de forma subsidiaria, del derribo del esqueleto que complicaba la vida en la zona desde hacía años, convertido en zona de problemas, insalubridad y actividades indeseadas por los residentes, que hoy están de celebración.

“Esto es histórico para nosotros. Llevamos 15 años luchando para que lo tiren”, cuenta esta vecina. La alcaldesa, Inés Rey, informó ayer que se procederá al derribo del edificio, ubicado entre las calles Mozart y Luis Peña Novo, y que se empezó a construir en 2007 y 2008, antes de la crisis financiera e inmobiliaria. La propiedad del solar y del inmueble “nunca llegó a completar las obras” y quedó “sin acabar”. Las obras, además, fueron declaradas “ilegalizables”, detalló la regidora. Dado que los requerimientos a la propiedad no bastaron, el Gobierno local ejecuta por vía subsidaria su demolición total, para luego pasarle la factura a los dueños. En este tiempo, el edificio se convirtió en un “foco de insalubridad”, dijo Inés Rey, que recordó que es un “riesgo para las personas”.

Lo mismo llevaban años denunciando los residentes, que apelaban a problemas derivados del edificio, como los peligros del cableado que daba a la calle, la acumulación de suciedad, plagas de ratas o “las jeringuillas tiradas por la calle”, producto de las actividades del interior, que a menudo registraba ocupaciones ilegales. “Bajar a la calle era ir con mil ojos y con los niños agarrados, no sabías lo que te ibas a encontrar. El 80% de nuestros problemas desaparecerán con el derribo. Este es un buen barrio, en el que se vive muy bien”, cuenta Amanda Diéguez. Los vecinos no han dejado puerta sin tocar: escritos a Medio Ambiente, a Industria, a la Valedora do Pobo, reuniones con fuerzas políticas, con la Patrulla Verde de la Policía local y multitud de denuncias. Todo confluyó, finalmente, en un grupo de WhatsApp, Forza Martinete, que acabó reuniendo a 70 personas con una misma pretensión y que fue la primera piedra para la cohesión de un barrio que no hacía vida en común y que ahora, gracias a eso, ya se conoce.

La unión, en su caso, hizo la fuerza. “Fui casa por casa dejando mi número. Nos unimos y empezamos a hablar de lo que podíamos hacer”, cuenta Diéguez. En su caso, entre otras acciones, optaron por la protesta original, realizando una serie de “fiestas”, con temática de Halloween, Navidad —y próximamente, adelantan, también de Carnaval— alrededor del edificio, convertido en “la casa del terror” del barrio. “Gracias a esas cosas, los niños se fueron conociendo. Mi hijo me pregunta cuándo vamos a empezar a decorar de Carnaval”, cuenta la residente, emocionada. Ahora, el siguiente paso es conseguir un parque infantil donde poder juntarse, que apuestan por colocar en la parcela que deje libre el derribo del esqueleto. El barrio ya busca fecha para sus propias fiestas patronales. “Vamos a elegir una fecha para celebrar allí el Día del Martinete, con una churrascada”, adelantan.