Los abuelos brasileños que sazonan el pollo “con cariño” en A Coruña

Oswaldo y María Aparecida dejaron su vida de jubilados en Brasil para empezar una nueva junto a su familia y abrir un ‘grill’ en la ciudad

Oswaldo y María Aparecida, frente a su local Abuelo’s, este sábado.

Oswaldo y María Aparecida, frente a su local Abuelo’s, este sábado. / CARLOS PARDELLAS

Atrás han quedado aquellos pequeños comercios a pie de calle donde el cliente podía hacer su compra a través de un mostrador sin poner un pie en local. A día de hoy, en la ciudad casi se pueden contar con los dedos de uno mano. Con la idea de recuperar ese “encanto” del pasado, hace apenas unos meses una pareja brasileña decidió abrir un pequeño local familiar de pollos asados y fritos para llevar, con el que han conseguido traer el sabor de su tierra para conquistar los paladares coruñeses. Además de por los condimentos “secretos” con los que marinan el producto, Oswaldo y María Aparecida han conseguido afianzar su clientela con su principal reclamo: el amor que le ponen a su trabajo y el cariño con el que reciben a cada persona que hasta allí se acerca.

Quien llega a Abuelo’s Grill, ubicado en la ronda de Outeiro, en el cruce de A Gaiteira, es recibido entre sonrisas por el encanto de sus dueños. “Es un sitio muy pequeño, pero ponemos todo nuestro cariño en hacer la comida, con nuestro ingrediente principal que es el amor”, comenta Oswaldo, para poner en valor el “sabor brasileño muy especial” de los platos que preparan. “Lo cocinamos como si fuesen para nosotros y nuestra familia”, añade María Aparecida (Mac, para lo amigos).

Y es que la familia ha jugado y juega un papel fundamental en la historia de esta pareja. “Si estamos aquí es porque nuestra familia nos ha apoyado e incentivado”, comenta él. Hace siete años que una de sus hijas se vino a vivir a la ciudad y cuando vinieron a visitarla por primera vez quedaron prendados de ella. “Nos apasionamos con A Coruña y volvimos para Brasil pensando en volver algún día”, comenta Mac. Y así lo hicieron, pero esta vez para quedarse de forma permanente. Vendieron todas su pertenencias y dejaron su pasado atrás para comenzar una vida nueva en A Coruña. Y a la aventura se unió también su otra hija y uno de sus dos nietos. “Cuando decidimos venir para aquí lo vendimos todo: la casa, el coche, la nevera y hasta la ropa”, recuerda Mac. Y la jugada les salió bien.

Ella dejó atrás su pasado como maestra y él hizo lo propio como ejecutivo de banca. “Ha sido un cambio muy radical”, aseguran. Aunque el sabor de sus pollos lo traen de Brasil con experiencia en el sector hostelero. Allí eran propietarios de un restaurante, pero en un formato muy distinto al que han recurrido para asentarse en A Coruña. “Era una tienda muy grande, teníamos once empleados y llegaba casi una tonelada de pollo al mes”, recuerda Oswaldo.

Y ahora, ya jubilados en Brasil, a sus 67 años —los que dice Oswaldo, aunque Mac le corrige entre risas, presumiendo de que a ella aún le faltan unos meses para cumplirlos— han retomado su vida laboral pasando a un formato más reducido, tanto en su negocio como en la ciudad en la que residen. “Sao Paulo es muy grande y estresante. Aquí la vida es más tranquila”, comenta Mac sobre la ciudad, donde puede “ver más a la familia” . “Comemos toda la familia de lo que cocinamos aquí, así que vemos mucho a nuestras hijas y nuestros nietos”, añade.

Unos nietos que son la felicidad de sus abuelos. Y de ahí el nombre del local que han abierto. “Es muy grande y muy cariñosa la relación. Y ahora hasta los amigos de nuestros nietos nos llaman abuelos”, ríen. Y los clientes de su local, más de lo mismo: “Muchos matrimonios jóvenes que vienen por aquí nos llaman de abuelos”.

A pesar del pequeño espacio que ocupa el local, el día a día conlleva un “duro trabajo” para la pareja, por todo lo que hay detrás. “No solo es cuando abrimos, es lo que hacemos antes y después, cómo preparamos todo, vamos a la tienda, limpiamos...”, comentan. Unas tareas que Mac lleva a cabo a pesar de sus dolores, que su marido justifica enseñando el bastón que ella necesita en su día a día y que no está a simple vista de los clientes. “Ella trabaja muchas veces con dolores, con sus problemas en las rodillas y eso es complicado”, comenta Oswaldo, mientras Mac no borra su sonrisa de la cara.

Porque a esta pareja no hay nada que se les resista. Con todo y pese a todo, son “muy felices” y su lema lo cumplen a rajatabla: “Vamos, que nos vamos”, concluyen al unísono entre risas.

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