Sopa y croquetas, vínculos para que los mayores no coman solos en A Coruña

El comedor social de Monte Alto crece un 13% en menús anuales

Mayores, sobre todo viudos, acuden a diario para evitar la soledad

Mercedes Lage y María Luisa Cordal, dos amigas que comen juntas en el comedor social del centro cívico de Monte Alto.   | // CARLOS PARDELLAS

Mercedes Lage y María Luisa Cordal, dos amigas que comen juntas en el comedor social del centro cívico de Monte Alto. | // CARLOS PARDELLAS / R. D. Rodríguez

El lunes, fabada asturiana y tortilla de patatas y pimientos. El martes, sopa de verduras y paella. El miércoles, coliflor y canelones rossini... Otros días, sopa, menestra, croquetas, pollo. Así hasta el domingo, los siete días de la semana, siempre con yogur o fruta como postre, a veces flan u otro dulce. El precio, 3,70 euros. “Si no quieres comer solo/a, ven al comedor del centro cívico municipal de Monte Alto”. Este es el texto que anuncia no solo menús caseros para la población en general servidos en una instalación del Concello, sino también un remedio contra la soledad, especialmente de las personas mayores, principales usuarias de este equipamiento municipal que a diario ofrece la oportunidad de socializar, de crear o consolidar vínculos y amistades en el invierno de una vida.

María Luisa, Mercedes y Maricarmen comen juntas a menudo en una mesa del comedor del centro cívico de Monte Alto. Se han acostumbrado a hacerlo ahí, fuera de sus casas, pero casi como si estuvieran en ellas. Lo mismo les ha pasado a otros usuarios de edad parecida que, para combatir la soledad, se sientan en una mesa y comparten una parte del día mientras comen. “Vengo desde hace siete años. Como vivo sola y aquí me lo dan todo hecho, por eso vengo, y desde Monelos, en el bus 4. Si puedo, estoy todos los días, salvo cuando estuve una temporada mala”, cuenta María Luisa Cordal, que está a punto de cumplir 79 años.

Es la edad que también tiene Mercedes Lage, que se apuntó al comedor de Monte Alto porque está en la misma calle donde vive, Vereda del Polvorín, pero por otra razón. “Me rompí una vértebra y no podía estar de pie, no podía cocinar. Como mi marido y yo teníamos que comer sin sal, nos apuntamos los dos. Él falleció y yo sigo viniendo, que me queda a tiro de piedra. Y aquí se come fenomenal”, explica.

Maricarmen, que prefiere no dar apellido ni decir su edad, afirma que lleva “un lote de años” usando el comedor de Monte Alto, desde que enviudó: “La cocinera es una maravilla, se come bien y sano, sin sal y sin grasas, y tengo que tener cuidado con lo que como porque estoy operada de la vesícula”.

La costumbre de estas mujeres es la de otros mayores que han dado continuidad al servicio de este comedor, abierto desde 1997, entre ellos también los usuarios de la Fundación Adcor. En 2023 incrementó un 13,5% el número de menús servidos (hasta 17.399) y en un año pasó de 42 a 48 menús diarios de media, según datos del Concello. En el otro comedor social municipal que hay, el de Novoboandanza, se sirvieron en todo 2022 más de 15.300 menús, 42 de media diaria.

“La función del comedor es doble: ofrecer una comida saludable y servir de punto de encuentro de personas mayores. Al mismo tiempo pretende enganchar a la gente que está sola para que haga amigos, para salir de casa y probar otra forma de vida”, expone Yoya Neira, edil de Benestar Social. La mayoría de usuarios, asegura, son mujeres, generalmente viudas, que a veces acude con sus nietos “ya mayores” para experimentar una o dos horas de intercambio generacional.

Monte Alto y Novoboandanza ofrecen menús todos los días del año salvo el 25 de diciembre y el 1 de enero. Hay quien paga a diario los 3,70 euros que valen los dos platos y el postre; hay quien prefiere el abono semanal de 20 euros o el mensual de 56,60. El precio que sea con tal de no comer sola.

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