La Orquesta júnior ya no es tan joven

El proyecto educativo de la Sinfónica de Galicia cumple 30 años convertida en cantera de talento musical consolidada

Una actuación de la OSG joven en el Palacio de la Ópera.   | // VÍCTOR ECHAVE

Una actuación de la OSG joven en el Palacio de la Ópera. | // VÍCTOR ECHAVE / M. O. M.

Treinta años, 2.000 intérpretes formados y 120 encuentros y 200 conciertos. Son las envidiables cifras de una orquesta que, números en mano, está lejos ya de ser un conjunto junior, pues tiene los mimbres para competir con los mayores en cualquier registro. La Orquesta Joven de la Sinfónica de Galicia, que nació como una escuela de práctica orquestal en 1994, llega a la treintena. Lo hace como proyecto consolidado y de referencia en el país y como cantera para el mejor talento musical; y lo hará, como no puede ser de otra manera, con música: en este caso, hará sonar algunas de las joyas de la música orquestal del siglo XX: Así habló Zaratustra y los Cuatro últimos lieder, ambas de Richard Strauss. El concierto se celebrará en el Palacio de la Ópera el 31 de marzo a las 20.00 horas.

El elenco de la Orquesta Joven no estará solo: contará con la presencia de la soprano Mirien Urbieta-Vega y la dirección de José Miguel Pérez-Sierra.

En estas tres décadas de trayectoria, la Orquesta Joven ha formado a más de 2.000 intérpretes de entre 16 y 22 años. En 120 encuentros y con 200 conciertos en los que han sonado algunas de las obras más significativas de setenta autores de la música universal. De sus filas salen algunos de los músicos que se acaban incorporando a la OSG, uno de los conjuntos orquestrales más valorados del mundo. Otros desarrollan sus carreras en las mejores orquestas sinfónicas del mundo; pero la mayoría no olvida sus raíces en A Coruña.

El concierto de aniversario del domingo 31 de marzo en el Palacio de la Ópera se abrirá con una de las aperturas “más gloriosas y universalmente conocidas de la música orquestal”, describen desde la propia OSG: el momento, con la llegada de la aurora de un nuevo día, en el que el joven Zaratustra sale de su cueva y saluda al Sol, que Stanley Kubrick inmortalizó con unas imágenes igual de poderosas en su 2001, una odisea del espacio. En la película, la música ilustra la “luz cegadora” del despertar de la inteligencia humana.

Si el Zaratustra es una de las piruetas orquestales que mayor vértigo provoca en público e intérpretes, las Cuatro últimas canciones son la “reflexión serena y madura de quien se acerca al final de un camino y vuelve la vista atrás para contemplar el asombroso viaje”.

Será la primera vez que la Orquesta Joven incorpora obras de Richard Strauss a su repertorio, que se define por su carácter ecléctico y que no ha tenido reparos en enfrentarse a los autores más complejos del siglo XX: más allá de los Stravinski, Shostakóvich, Bartók o Prokófiev, la Orquesta Joven ha sabido encarar las complejidades de Edgar Varèse, John Cage, György Ligeti o John Adams con el mismo entusiasmo y desparpajo con el que hacen sonar las músicas inmortales de Bach, Haydn, Beethoven o Wagner.